[DIECISIETE]

237 23 12
                                    

Hayley.

— ¿Os gustaría quedaros a cenar, chicos?

No.

Jamás.

Nunca de los nunca.

Pues dilo, imbécila.

No puedo. La manera en que esa señora te mira, te hace demasiado difícil decir que no.

Cuando me doy cuenta, tengo la cena delante de mis narices, y miles de preguntas por responder.

Yo solo me limito a observar a Darren para pedirle ayuda, y siento como Josh me coge la mano por debajo de la mesa para que me tranquilice.

Sabe que odio que me hagan este tipo de preguntas. Esas que todos hacemos alguna vez.

¿Y qué se te da bien?

Nada.

¿De qué te gustaría trabajar?

No tengo ni idea.

¿Cuántos idiomas hablas? Son muy importantes para tu futuro.

¿Solo inglés?

¿Tienes novio?

Mi cama.

¿Ya sabes la carrera que vas a estudiar, cariño? No puedes tener un trabajo digno sin ella. No hagas como Darren, que se cree que puede ganarse la vida con el deporte.

¿Pasar tiempo en el sofá cuenta como una?

Yo... No tengo respuesta a ninguna de ellas. Porque aún no sé a qué quiero dedicarme. A decir verdad, me gustaría grabar mis propios videos, pero sé que eso no tendría ninguna salida.

— Eh... Yo creo que necesito salir a tomar un poco de aire.

Salgo disparada de la cocina, sintiendo que me falta el aire. Ni si quiera sé que me está pasando. No sé porque he sido tan estúpida de no responder ninguna pregunta, y solo he sido capaz de coger la mano de Josh con fuerza. Solo que... Cuando me hacen esas preguntas, me siento estúpida e idiota, porque no tengo nada claro.

— ¿Dónde vas, forastera? —me detengo en seco cuando escucho la voz de Megan.

— Yo... Solo necesito tomar un poco de aire.

— Son insufribles, ¿verdad? Parecen tan majos, y tan felices. Y después te llenan de preguntas de las que no tienes respuestas. A Darren le pasa igual: no paran de insistirle en que debe estudiar, que debe subir las notas, y parece que no se dan cuenta que el parásito no nació para estudiar, si no para el deporte. A mí me miran raro cada vez que no como carne, y el otro día, cuando fui a cenar con ellos querían obligarme a comérmela, pero me fui de allí. En fin, digamos que aún tienen la mente un poco cerrada. ¿Y tú, Hayley, qué quieres ser de mayor?

Nos quedamos unos segundos en silencio, ella porque espera mi respuesta, y yo porque no sé si quiero dársela. No quiero que me juzgue, y no necesito escuchar el sermón de nadie más.

— No hace falta que me lo digas, eh. Solo era por casualidad. Si te interesa saberlo, a mí me encanta escribir, y me encantaría dedicarme a ello. De hecho, tengo algunos libros publicados.

Vale, esto no me lo esperaba para nada. Tal vez debería leer sus libros.

A ti no te gusta leer. Siempre te acabas durmiendo.

— Youtuber. Sé que no es una profesión, pero desde hace tiempo empecé a grabar vídeos y me encanta hacerlo. Y...

— A ver, a ver, tía. Que conmigo no tienes que justificarte por nada. ¿A ti te gusta? ¿Eso es lo que te hace feliz? —asiento—. Pues hazlo. No importa lo que te digan, la gente que te quiere, te va a apoyar, y la persona que no lo haga échala de tu vida, porque te aseguro que no te va aportar nada. Y, cariño, las personas que te critiquen, siempre lo van a hacer, hagas lo que hagas. ¿Y no es mejor que lo hagan cuando tú eres feliz? Porque, al fin y al cabo, tú cuando te vayas a dormir, estarás feliz por haber hecho aquello que querías, y ellos solo harán que criticarte.

17 razones para no enamorarse de mí. [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora