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Byeong, El pelirrojo Weasley.
Habían tantas cosas mal en Chan- aunque estas solo fueran percibidas por el mismo, y no por todos como creía-, siempre se rompía la cabeza pensando en que no debería ser así, o reprochandose por sus equivocaciones, eso era algo que o le dejaba tranquilo desde que tenía memoria.
La primera vez que sintió ese sentimiento extraño, que había decidido llamar simplemente frustración debido a que no lo entendía del todo, fue aproximadamente a los seis años. Era apenas un niño pequeño que no sabia nada de la vida, apenas y si podía escribir correctamente su nombre, pero a tal corta edad ya sabía lo que era perder a alguien. Su padre un día, de la nada, había tomado sus cosas y le había dejado a él y a su madre a su suerte, le costó dos interminables días a su cerebro darse cuenta que si el hubiera avisado a su progenitor sobre las frecuentes visitas del que creía un buen amigo de su madre a casa, no la hubieran pasado tan mal.
Aun recordaba vividamente como semanas después había llegado su padre como si nada a mostrar unos papeles a su madre y seguidamente pedirle ir con el a un nuevo hogar, sonaba tentador, claro que si, pero no podía dejar a su madre sola. A partir de ese momento había sido llevado de un lugar a otro cada fin de semana, algunas veces se preguntaba si sus padres no entendían que no era agradable hacer eso.
Llorar absolutamente de la nada no era algo extraño para el, simplemente llegaban en los lugares y situaciones menos esperadas, como si en algún lugar de su cerebro, aquella pequeña personita que mandaba las ordenes a su cuerpo hubiera apretado el botón de tristeza y se negara a presionar el de felicidad hasta que llorara. No era tan malo como sonaba, encontraba que era una estupenda forma de desahogarse, tomando en cuenta que no podía contarle eso a nadie... Y aunque pudiera hacerlo no tendría la menor idea de que decir, ya habían intentado una vez con un psicólogo y había sido un rotundo fracaso ¿De que serviría si el mismo no entendía de donde llegaba todo eso?
Varias veces le habían dicho que era alguien muy alegre, no lo entendía, a veces no lo sentía así. No le quedaba nada mas que creérselo y seguir como hasta aquel instante, pensando de más en todas las cosas que le atormentaban hasta volver a la realidad.
Sintió una pequeña presión en el pecho que le hizo apretar sus ojos que de por si tenia cerrados, fingiendo dormir. Agudizó el oído escuchando que decían alrededor, había estado tan sumido en sus pensamientos que no había prestado atención a lo que pasaba, bien podría haber pasado un desfile a su lado y no se habría inmutado.
Lentamente abrió sus ojos tratando de no mostrar su frustración, giró su cabeza por la ventana del vehículo en el que iba viendo como la parada del autobús ya estaba lejos, donde deberían haberse bajado. Siete minutos exactos en los que estuvo viendo su teléfono móvil tardó en llegar a la próxima parada.
--Gracias.-- Sonrió al conductor al salir, este apenas y le puso atención.
Una vez abajo miró a los alrededores, para llegar a casa de su padre desde ahí le tardaría un largo tiempo. Eran vacaciones, por lo que pasaría un largo tiempo con el, vaya manera de empezar.
Acomodó su bolso en el que llevaba su ropa y demás cosas para que fuera más cómodo llevarlo, avanzó a paso lento por las calles casi vacías debido a que era bastante temprano a decir verdad, había visto en su teléfono que eran aproximadamente las siete con cuarenta o algo así. No se veía ni un alma a los alrededores, a excepción de un chico que caminaba frente a él con una pequeña bolsa entre sus manos, seguían el mismo camino, o eso le pareció a Chan, puesto que todo el tiempo pudo verle frente a él sin que notara su presencia.
Aquel chico comenzó a caminar cada vez más lento, lo que se le hacia desesperante de alguna manera, tener que seguir su paso... Esto llegó a un punto que prácticamente le hizo detenerse, o no, seguía caminando, pero esta vez prácticamente a su lado y muy, pero que muy lento. ¡Juraría haber visto un caracol adelantarseles!
--¿Estás siguiendome?- Preguntó el chico viéndole con una media sonrisa.
Ahora podía ver sus facciones, si piel era increíblemente blanca, aunque sin llegar a lo enfermizo, tenia unos ojos brillantes de color café, nada fuera de lo normal, eso sí se ignoraba su cabello teñido de un naranja Weasley.
--¿Porqué estaría siguiendote, extraño? --Ladeó su cabeza.
--No lo sé ¿No lo haces? Vienes tras de mi hace como diez minutos.-- No pareció importarle en hecho de que le llamara "Extraño"-- Bien puedes estar siguiendome hasta mi casa para robarme o secuestrarme.
--Tienes suerte. -- Chan dejó salir una risa a la par sonreía-- De hecho voy a... A mi casa, quizás es solo coincidencia y nuestros caminos van juntos.
Había titubeado un poco al decir donde iba, totalmente inconscientemente, no sabía si denominar ese lugar como su hogar, puesto que pasaba gran parte del tiempo en otra ciudad con su madre, aunque ahí también y... Ah, era un dolor de cabeza tratar de entender ese tema.
--Oh, en ese caso podre presentarme sin temer que un día de estos esté siendo raptado. -- Le devolvió la sonrisa-- Soy Byeongkwan, pero puedes llamarme Jason si quieres.
--YoonChan.--Dirigió su mirada hacia el frente cuando estuvo a un pelo de haber chocado con un poste, a una cuadra y algo más de ahí podía ver su destino-- Mira, para que veas, ahí está mi casa.
Byeong miró a la dirección en donde el menor apuntaba, una casa prácticamente igual a todas las que habían ahí, pintada de un prolijo color blanco. Lo único que la diferenciaba de todas las que habían alrededor era un auto color negro brillante estacionado frente a esta.
Era un lugar muy lindo para vivir, o así lo consideraba el, puesto que era tranquilo y casi sacado del escenario de una película. Un lugar residencial dónde todas las casas eran prácticamente iguales con ese toque que no sabia explicar, separadas por arbustos de un color verde intenso prefecarmente podados. No se podía ver nada mas al frente que casas, puesto que era el final de la calle. Se escuchaba como los rociadores de los patios de las casas dejaban caer el agua sobre el corto y pulcro pasto.
--Bueno, aun tengo mis sospechas. -- Sin pedir permiso, tomó el brazo de Chan y lo movió unos centímetros hasta que llegó a apuntar a la casa de un lado-- Ahí vivo yo.
-- ¿En serio? ¿Cómo es que no te he visto antes?
-- Tampoco te he visto antes... aunque eso debe ser porque estoy aquí solo por las vacaciones, el resto del tiempo estoy lejos. --Aclaró Chan.
--Será divertido tener a alguien mas aquí, me mude hace cosa de un año y... Bueno, no me gusta admitirlo pero es algo difícil conocer gente por aquí, tomando en cuenta que gran mayoría son adultos o ancianos.
--Debemos hablar un día de estos...
--Claro. Yo te buscaré ¿Bien? Mantente preparado porque puede ser cuando menos te lo esperes.
Seguido de esto todo el ambiente se envolvió en un silencio reconfornte, ninguno de los dos chicos sabia como despedirse adecuadamente, por lo que se mantuvieron viéndose entre sí con una sonrisa, como si fueran amigos desde hacía años, en cierto modo se sentía así. De reojo, Chan pudo ver como Jason jugaba un poco con la bolsa que llevaba entre sus manos, ¿Un video juego quizás? Tras lo que parecieron años uno de los dos se decidió a tomar la palabra nuevamente.
--Ya debo entrar, no quiero hacer esperar más a mi padre~-- Lentamente el chico dio unos pasos hasta la propiedad.
-- Hasta pronto, Chansine.
Con una ultima sonrisa se despidió, mientras tocaba la puerta de casa cuidaba de no mirar nuevamente atrás, había sentido un calor agradable en su pecho al ser llamado de esa manera, nunca había sentido algo similar, quizás porque casi no le ponían apodos cariñosos... Se desconectó de todo por unos segundos quedando absorto en su mundo de en sueño, esto se vio interrumpido por segunda vez en lo que llevaba del día. No por una parada de autobús, si no por un hombre alto, con un pijama de rayas puesto que le regalaba una increíble sonrisa que parecía decir "todo está bien".
--¡Channie!
--¡Papá!
Se lanzó a sus brazos dejando el bolso en el suelo, sintiendo la calma más agradable del mundo que solo el podía proporcionarle, entró a casa sintiendo la incesante mirada de alguien (¿Byeong, tal vez?) Sobre su espalda.
Tenia el presentimiento de que serian unas agradables vacaciones.
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•Smile 4 Me• 「笑う」•A.C.E•
RomanceLa sonrisa de Chan es falsa, casi tanto como el color rojo del cabello de Byeong. Desea poder ser el mismo. Byeong está dispuesto a ayudarle, a pesar de que no fueran más que horas (y contando) desde que se hubieran encontrado por casualidad en la c...
