Capítulo 18

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– Están muy bonitas.

– Las hice a mano. Pero solo son pocas, así que elige muy bien a quien invitar.

Las invitaciones que había hecho Alanís estaban más que bonitas, era una combinación de arte y sencillez. A simple vista parecía ser cualquier invitación más, pero si te tomabas el tiempo de apreciarla podías encontrar muchos detalles que solo Alanís y sus acuarelas lograrían crear.

Amaba mucho a mi mejor amiga y lo detallosa que era.

– Muchas gracias por esto. Se ve que tú eres la talentosa de nosotras dos, yo, bueno yo sé leer muy bien.

– Si la talentosa en pintura, pero tú lo eres en canto. ¿Sabes cuánto me gustaría cantar como tú?

– No es cierto, parezco un cuervo cuando hago el intento de cantar – me miró con cara de pocos amigos.

– Alice, no me lleves la contraria. Te he escuchado cantar por muchos años y no pareces un cuervo cuando lo haces.

Cantar era otro pasatiempo que me gustaba, claro, después de la lectura, pero nunca tenía la certeza que lo hiciera bien. Solo me animaba hacerlo cuando estaba sola, pero Alanís me había descubierto hacerlo un par de veces, y desde entonces, cada vez que puede me pide que le cante algo.

Cosa que me niego, pero ella es muy buena convenciendo.

– Bien no te llevaré la contraria – esboza una gran sonrisa.

– Perfecto, ya que cuando me case, quiero que tú cantes en mi boda – dice sin quitar esa gran sonrisa de su rostro.

¿Qué?, no, que vergüenza.

Ni hablar, la quiero mucho, pero no creo poder hacerlo.

– No. No podría con mucha gente, y conociéndote sé que habrá mucha gente, así que no es una buena idea.

– No m...

– Ni bien comience a cantar me abuchearán, o peor, me tirarán lo primero que tengan a la mano, tu pastel puede ser destruido, piensa en tu pastel.

– Alice...

– No, ni hablar, no lo haré.

– Vas hacerlo, quiero que tú cantes en ese día tan especial para mí.

– No me atormentes con eso. Además, aún no sabemos si te casarás – me da una mirada fulminante.

– ¿Cómo?

– Digo... lo que quiero decir es que no sabemos cuándo te casarás, porque si te vas a casar.

– Mientras aún no sepamos el día, desde ahora comenzarás a practicar, para que cuando llegue ese momento estés más que lista, y así encantes a todos con esa voz que tienes.

Oh rayos, no podía negarme. Y si es que lo hacía, ella encontraría la forma de que lo haga.

Solo espero que se olvide de esta promesa.

– Practicaré...

Esbozó una gran sonrisa de victoria.

– ¿Es una promesa?

– Te lo prometo por mi adorado Mr. Darcy – Alanís dio saltitos en su sitio por su pequeña victoria.

– Tendré la mejor boda de todas. Bueno me tengo que ir, solo pasé a dejarte las invitaciones – dice mientras se levanta del sofá.

– Está bien. Una vez más gracias por esto – digo imitando su accionar.

– De nada, me había comprometido en ayudarte.

La acompaño hasta la puerta, y me despido de ella con un beso y un abrazo.

Me hubiera gustado ir con ella a su casa para tener nuestra tarde de lectura, pero no se podía, no podía ir todos los días a su casa a leer, así que lo hacíamos intercaladamente.

Esto por sugerencia de mi madre.

Ni bien mi Alanís se fue, me dirigí nuevamente a la cocina para continuar con los quehaceres que acostumbraba hacer todos los días.

A medida que me iba acercando podía escuchar muchas risas, pero solo podía identificar la risa de mi madre, mas no de la otra persona que reía, solo tenía la certeza de que le pertenecía a una mujer.

¿Mi madre había conseguido una amiga?

Al entrar lo primero que visualizo es a mi madre carcajeándose junto con otra señora, esta no era mayor como lo era la señora Weber, hasta podría decir que su edad es contemporánea a la de mi madre.

– Buenas tardes– dije logrando llamar la atención de ambas mujeres.

– Alice, hija, que bueno que llegaste – mamá se limpiaba las lágrimas de tanto reír.

Esto era algo nuevo para mí, ya que jamás había visto a mi madre reír hasta las lágrimas con otra persona que no sea mi padre.

– Buenas tardes – dice la ahora nueva amiga de mi madre mientras que también se limpia las lágrimas.

Posa sus ojos sobre mí y esboza una bonita sonrisa.

Sus ojos me resultaban familiares, muy conocidos.

– Alice, ella es la señora Wood, la madre de Elliot.

La madre de Elliot...

Amor en GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora