Capítulo catorce.

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Esa noche, mientras conciliaba el sueño, pensaba en ese tío solitario, que día a día se dejaba morir y que lloraba por su anhelado ángel; ya no comía, ya no dormía, solo su mirada se enlazaba a la nada y en ocasiones de mayor soledad creaba obras de arte que definitivamente llevaban su amado rostro.
La mujer deseaba poder ayudarlo, ya que la muerte de su hijo por la misma enfermedad la había llevado a ese lugar. La expresión de su rostro, su mirada y su inocencia le hacían recordar a la de su amado hijo.

A la mañana siguiente se decidió, iría a buscar al ángel de su amigo. Conocía completamente esa institución ya que de ahí había regresado de su carrera de enfermería. Al llegar al lugar miro a cada chico que le pasara frente a sus ojos mientras se dirigía a la oficina principal del edificio, al llegar se dirigió inmediatamente con su amiga, la secretaria del lugar.

-Hola, Anita -saluda amistosamente.
-¡Oh, por dios! ¡Esther! -se levanta para recibir entusiasmada a su visita.
-¿Cómo estáis?
-Bien. Mírate, te vez de maravilla.
-Tú también. ¡Me alegra verte!

Y terminaron por entablar una larga conversación sobre su encuentro, de lo que había sido de sus vidas y otros acontecimientos.
Cuando al fin recordó el motivo que la llevo a ese lugar se centro y con cara seria comenzó a expresar ese motivo.

-Sabéis, Anita, venía porque deseo encontrar a un muchacho... El estudia aquí...
-¿Y cuál es su nombre?
-¡Frank Iero! ¿Sabéis algo de ese chico?
-Bueno… ese chico hace un mes que no se presenta a clases. ¿Eres familiar de él?
-No...
-¿De dónde le conocéis?
-No lo conozco. Quiero encontrarlo porque debo hablar de algo importante con él.
-Bueno, Esther, aquí, como sabéis, no nos permiten dar información sobre los estudiantes. Podrían despedirme...
-Lo se, Anita -se desanima.
-Pero… te ayudare.
-¿En serio, Anita?
-¡Sí! Pero debéis contarme por qué tanto apuro de encontrar a este chico.
-Muy bien -no cabía de gusto.

La mujer que correspondía al nombre de Esther le contó todo a la otra, ambas terminaron hechas lágrimas pero sin perder la discreción.
Ana había quedado tan cautivada que no dudo, ni un segundo, en darle la dirección pedida anteriormente.

-¡La buscaré de inmediato, Esther! -se dirige al archivero- Veamos -busca hasta en el ultimo rincón-. Aquí esta. Te anotaré la dirección.
-¡Gracias, Ana! ¡Te lo agradezco mucho!

Ambas mujeres se abrazaron y se despidieron después de un rato. Esther sin perder tiempo se dirigió a directamente a buscar la dirección obtenida.
Su reloj marcaba las trece cuando al fin dió con el domicilio, tenia algo de prisa ya que entraba a trabajar dos horas más tarde. Estaciono su automóvil a las afueras de la casa y se dirigió a la puerta principal. Toco repetidamente hasta que Ray se digno a abrirle.

-¿Puedo ayudarla? -lucia desconfiado y con un rostro frió.
-Disculpa, busco a Frank Iero. ¿Vive aquí?
-¿Quién es usted?
-Mi nombre es Esther Martínez. Enfermera de la clínica psiquiátrica “Hope", me encargo de cuidar y administrar los medicamentos del joven Gerard Way. ¿Lo conocéis? –lo mira suavemente mientras le muestra su identificación.

La expresión de Ray cambio en un segundo y la recibió amablemente.

-Disculpe mi manera de recibirla... Mi nombre es Ray Toro, mi amigo, Frank, está dentro. ¿Gusta pasar?
-¡Muchas gracias!

Entró a la casa y fue invitada a sentarse en la sala.
El chico de cabellos despeinados corrió a la habitación de su amigo para decirle lo que acontecía.

-¡Frank, tenéis que venir a la sala! -entra haciendo un escándalo.
-¿Qué pasa Ray? ¿Por qué tan contento?
-Hay alguien que conoce el estado de Gerard. Quiere hablar contigo.
-¿En serio? -se levanta como rayo de la cama y se lastima su herida.
-Tranquilo, Frankie. Debéis controlar tus emociones. Venid, te ayudo a llegar a la sala.

Frank se apoyo en los hombros de Ray, ya que aún se hallaba lastimado. Bajaron las escaleras y se encontraron con Esther.

-¡Buenas tardes! -Frank la recibe amablemente- Soy Frank Iero. Me dijo mi amigo que estaba buscándome.
-Sí -lo mira fijo un momento-. Sois igual como él te pinta. Mi nombre es Esther -le extiende la mano.
-Entonces, ¿usted sabe de mi angelito? Por favor dígame cómo esta -no perdió tiempo.
-Bueno… -entrelazo sus manos- te diría que está bien, pero te estaría mintiendo. Por eso vine a buscarte, se está dejando morir. No come, no duerme, solo mira a la nada y permanece acostado en la cama. Lo único que hace en ocasiones es crear dibujos y luego regresa a posición anterior... Ha tenido sin fin de crisis que lo han llevado a varios tratamientos, pero parece no funcionar ninguno.
-¡Fue mi culpa! -Frank se desmorona al escuchar esas desgarradoras noticias.
-Frankie, debéis calmarte. Recuerda tu herida. Ya te he dicho que no debéis culparte por lo que paso.

Lo que el chico sentía en ese momento era una enorme culpabilidad por lo que sucedido. La mujer solo se limito a observar las reacciones de ambos muchachos.

-Yo… tenia un hijo con la misma enfermedad -su voz se quebró, pero logro hacer que no se notara-. Yo no pude ayudarlo -se desmorono-. Gerard me recuerda mucho a él.
-Pero, ¿por qué dice que no pudo ayudarlo? -Frank se apresura a preguntar.
-Lo atendía a todas horas, estaba pendiente de su alimentación, aseo, medicamento, tal como una madre lo haría. Pero nunca lo escuche, no hubo comprensión de mi parte... Repetía constantemente que no era presa de la locura mientras se desvanecía producto de las crisis. Lo lleve a múltiples clínicas, psicólogos, en fin, nadie pudo ayudarlo.
-¿Y qué paso con él? -Ray se unió a la conversación.
-T-termino suicidándose.
-¿Suicidándose? -Frank sintió un escalofrió acompañado de miedo.
-Sí. Meses después de su muerte entre a trabajar a la clínica psiquiátrica y conocí a varios chicos y chicas con esta enfermedad; fue hasta ese momento que comprendí todo. Me sentí culpable durante años...
-Lo siento mucho -Ray solo se limito a decir eso.
-Vine porque sentí que debía ayudar a Gerard. Él me dijo que podía sentir tu presencia, que estabas vivo, Frank. Te extraña mucho.
-Mi amigo Frank no ha tenido tranquilidad desde que salio del hospital...
-Por favor, Esther, usted que puede hablar con él dígale que lo quiero mucho y que buscaré la manera para verlo de nuevo -había insistencia en su mirada.
-Mejor te daré la dirección de la clínica para que vayas a hablar con el director.
-¡Frank tiene una cita hoy!
-¿Sabían la dirección? -se sorprende.
-Sí. Ayer, de casualidad, me encontré con el director de la clínica y logré que me diera la dirección.
-Oh, ya veo...
-Estaba feliz porque al fin iba a saber sobre mi angelito, pero es posible que no me dejen verlo...
-Mmmm, yo haré que podáis verlo. ¿A qué horas es tu cita con el doctor?
-A las diecisiete. ¿En serio me dejará verlo? -lucia emocionado.
-Sí. Mira tengo un plan…

~Continuará~

*

Y, finalmente, quiero decirle a @ClauWay: si estás leyendo esto, actualiza "Una sola exhalación" pronto. Por favor.

Esquizofrenia // «Frerard».Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon