Capítulo tres.

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Ray detuvo el auto a la orilla del parque donde anteriormente había estado, se acomodó en el asiento buscando más comodidad, sacó su cartera y de ella una foto.

Esta mostraba a alguien de cabello claro, ojos amielados que eran acompañados de unas gafas, era un chico muy lindo.

  —El nombre de este chico... era Mikey Way, hermano de Gerard. —En ese momento lo recordé, había visto la foto de dos niños en la casa de Gerard, pero nunca me atreví a preguntar quiénes eran.
  —Y... ¿qué paso con él?
  —¡Él murió, Frank! Gerard y Mikey fueron muy apegados desde que eran pequeños, tenían los mismos amigos, jugaban juntos y se ayudaban entre sí. Eran una preciosidad de hermanos. Mikey se acababa de graduar cuando enfermó...
  —¿De qué enfermó?
  —Leucemia. Buscaron un donador de médula, o sea, por todo el país, pero no lo consiguieron a tiempo.
  —Así que murió...
  —Sí. Gerard estuvo ahí cuando él murió, no lloró, no mostró emoción alguna; todos fuimos a su funeral, apoyamos a la familia, pero Gerard parecía muerto en vida. Dejó de ir a la Universidad por una semana y fui a visitarlo, no hablaba con nadie, tenía la mirada perdida y se negaba a comer, tanto que tuvieron que alimentarlo a la fuerza. Volvió a la Universidad pero siempre parecía distraído, como dije, no hablaba con nadie, ni siquiera con los profesores, no entregaba tareas ni trabajos que nos encargaban, siempre estaba solo y mirando a la nada...
  —¿Dejó de hablar por cuánto tiempo?
  —No estoy seguro, pero déjame seguirte contando.
  —Okay...
  —Así duró... seis meses, y un día salió del salón y se dirigió al baño, nadie lo extrañó por un rato y siguieron la clase, pero luego de un rato el grito de un chico alertó a nuestro profesor y este corrió al baño de chicos. Cuando llegó vio a Gerard desangrándose a causa de unos cortes en sus brazos, llamaron a la ambulancia y por suerte llegaron a tiempo para salvarle la vida.
  —¿Trató de suicidarse? —Ya estaba llorando en mi interior.
  —Sí. Después de eso el psicólogo de la U lo trató y lo envió con un psiquiatra, el cual después de dos meses dedujo que era esquizofrenia. Enviaron a Gerard a la clínica psiquiátrica por tres meses, después de esto él volvió a la y todo parecía ir bien, ya hablaba y comenzaba a comer poco a poco, pero constantemente decía ver y escuchar cosas que nosotros no. Su madre por recomendación del psiquiatra lo saco de la escuela y hasta ahora cuida de él. Hace seis meses volvieron a introducirlo a la clínica, pero no supe si mejoró o no.
  —Es tan triste...
  —Lo sé, amigo.
  —Él sigue cortándose.
  —¿Qué?
  —Me mostró sus brazos y había varias cicatrices en ellos.
  —Frankie, te recomiendo que no te involucres con Gerard, tú volverás a New York y no lo verás más. Le haces más daño estando cerca de él. Él es un enfermo mental y no puedes hacer nada.

Esas palabras me parecían crueles, pero estaban llenas de razón, qué sería de Gee cuándo yo me fuera, creería que su ángel lo ha abandonado y yo pensaría en él día a día. Tal vez debía seguir el consejo de Ray y no verlo más, pero la idea de no verlo me parecía desgarradora, cruel y me sentía incoherente, sólo lo había visto dos veces y ya me había robado el corazón. Algo debía poder hacerse por él.

  —¿Por qué te quedaste tan serio? —Menciona Ray para sacarme de mis pensamientos.
  —Lo siento. ¡Sólo pensaba!
  —¿Y qué? —Ray es tan persistente.
  —En cosas. Tengo que irme, amigo. Te llevo a tu casa y luego me voy.
  —Pero, ¿por qué? ¿No íbamos a divertirnos tú y yo?
  —Sí, pero podemos dejarlo para mañana, es que me siento algo mal. —Me mira algo incrédulo.
  —Está bien.
Al final, condujo hasta a su casa y me despedí de él.
Al llegar a mi casa me conecté a Internet en busca de información sobre la "esquizofrenia", todo lo que pudiese encontrar era importante, tratamientos y formas de curarla. Me decepcioné un poco al saber que no tenía cura, me desesperé pero sin rendirme seguí buscando. Al fin debo decir, encontré un comentario en un foro donde recomendaban un buen libro que hablaba sobre esto.
Tomé las llaves del coche y el último dinero que aún me quedaba. Condujé un largo rato y llegué a la librería.

  —Hola, buenas noches. Disculpe, ¿tiene el libro llamado "diario de una esquizofrénica"?
  —Sí, joven, permítame. —Se fue a un pasillo y volvió con el libro—. Aquí tiene.
  —¿Cuánto cuesta, señorita?
  —Doce dólares.
  —Aquí tiene...
  —Muchas gracias por su compra y que tenga un buen día.
  —Ajá. Gracias.
Conduje de regreso y llegué a mi casa. Me senté a cenar en compañía de mi familia y al terminar sólo me encerré en mi habitación a leer el libro. Toda la noche me pasé leyendo y fue hasta que terminé de leerlo que tomé una siesta.

*

Al despertar me di una ducha y comí un poco. Después llamé a Ray.
  —Qué onda, enano, ¿ya te sientes mejor?
  —Sí, ya. ¿Cómo estás?
  —Bien, gracias. Y qué, ¿ahora si quieres que nos divirtamos? —Como es insistente este chico.
  —Sí, claro, amigo. ¿Paso por ti?
  —Claro. Aquí te espero.
  —Vale —Cuelgo.
Tomé mi chaqueta y las llaves del automóvil y salí de casa.

Al llegar a la casa de mi despeinado amigo, toqué la puerta y me abrió ya listo para irnos, nos subimos al auto y condujimos hacia un restaurante-bar. Entramos, pedimos unas cervezas y nos sentamos en una mesa.
  —¿Por qué estas tan serio, amigo? —Ray nota mi seriedad.
  —Ah, pues, estaba pensando...
  —¿En qué? ¿Ó en quién?
  —En...
  —Tardas mucho para decirlo, así que tiene que ser en alguien. Anda, dime, ¿en quién piensas? ¿Una chica tal vez? ¿O un chico?
  —Qué gracioso, Ray... Pienso en la enfermedad de Gerard.
  —Amigo, ¿aún sigues con eso? Sabes, ayer cuando te vi con él llegué a pensar que te gusta. ¡Lo tratabas con tanta ternura y amor!
  —¡¿Cómo crees?! Creo que algo te afecto el cerebro. ¡¿Gee y yo?! ¡¿Gustarme?! —Me pongo nervioso.
  —Okay... No era necesario que lo negaras tanto... Oye, dime, ¿cómo te la pasas en New York?
  —Oh, muy bien, los maestros son geniales, mis compañeros amigables y el lugar algo ruidoso. Extraño mucho estar aquí.
  —Pues, yo me iré a estudiar el próximo semestre para allá, acabo de graduarme y haré mi especialidad allá. Sólo que debo juntar algo de dinero para eso del departamento y comida, ya que más o menos son tres años mas de estudio.
  —¡Que bien, amigo! Nos veremos a diario. A mí aún me faltan cinco años de carrera.
  —Sí, pronto serás un doctor, enano.
  —Sí...
Y así continué el día platicando con Ray, se hizo tarde y decidimos irnos a casa, lo llevé a la suya y yo me fui a la mía.
Esa noche mientras el sueño me invadía ideé un plan para ayudar a Gee, sentía que no podía dejarlo solo, también pensé en que tal vez ya había perdido mi cordura y me estaba volviendo loco, pero después de leer ese libro una esperanza había nacido en mí y luego pensé en él, un amigo mío que vivía en New York y que había terminado su carrera como psicólogo, si alguien podía ayudar a Gerard, era él, su nombre era Jared Leto, y tenía veinticinco años.
*
Al día siguiente llamé muy temprano a Jared.
  —Hola, Frank, ¿cómo estas?
  —Bien, ¿y tú?
  —Bien, gracias. ¿Y a qué debo el honor de tu llamada?
  —Verás, Jared, como tú eres el mejor psicólogo de todos, quería preguntarte si ustedes, los psicólogos, tratan a las personas que padecen de esquizofrenia.
  —¡Qué halagador! Y sí, tratamos a los esquizofrénicos, aunque es una enfermedad que se lleva mucho tiempo, ya que esta enfermedad se basa en signos y símbolos que nosotros debemos de interpretar. Además, hay que deducir que tipo de esquizofrenia tiene la persona y ver qué método es el más conveniente.
  —Oh, ya veo... Es que tengo un amigo que tiene esa enfermedad y, pues leí un libro muy interesante sobre esto, y me hizo querer llamarte y preguntarte.
  —Yo podría tratarlo si quieres.
  —¿En serio, Jared?
  —Sí. Por nuestra amistad lo haría.
  —¡Gracias, Jared! Pero, dime, ¿cuánto me cobrarías por sesión?
  —Te haré un descuento, eso tenlo por seguro.
  —Eres genial, ¿lo sabías?
  —Sí, ya lo sabía. Bueno, tú me avisas cuando quieres que empecemos, ¿okay?
  —Okay, amigo. ¡Cuídate! Ten un buen día.
Colgó.

Había aceptado, bueno, no podía esperar menos de Jared, él era muy buena onda. En fin, ya con eso resuelto decidí poner mi plan en acción...

Esquizofrenia // «Frerard».Where stories live. Discover now