Capítulo Tres

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Capítulo tres.

"Reencuentros de todo tipo"

Cuando bajé por las escaleras escuchando la cuenta regresiva de Samuels, busqué con la mirada a Clara. No la encontré, así que tenía pase libre para el primer piso para hacer lo que me plazca.

-¡Tres, dos, uno! ¡El que no se escondió, se embromó!

Abrí los ojos grandes cuando escuché que había terminado, y reí en silencio cuando lo escuché decir eso. Ahí mismo, me aseguré que él tuvo una infancia feliz, porque parecía un nene de ocho jugando en el patio de la escuela en el recreo con sus mejores amigos de tan emocionado que se le escuchó al gritar desde el segundo piso.

Lo primero que se me vino a la cabeza fue ir abajo de la mesa. Después lo descarté, por simple obviedad porque iba a ser el primer lugar en el que buscara. Seguí mirando la casa, en el pie de las escaleras hasta que escuché como pasos se acercaban.

Acelerada y desesperada por encontrar un lugar, me escondí en el primer lugar al cuál se me ocurrió.

Atrás de las cortinas.

Ríanse todo lo que quieran, pero había una pequeña posibilidad de que la tela de las cortinas, que era gruesa y pesada, me ayudara con mi escondite. Calmé mi respiración tratando de hacer el menor ruido posible.

Samuels no tendría visión, pero su sentido del olfato y del oído estaban más que desarrollados. El otro día, cuando vine a traer unas partituras a la hora de comer, él, desde el tercer piso -donde, me enteré, es su habitación-, adivinó lo que Clara estaba cocinando para él con el olor de la comida que subía por las escaleras.

Me pareció gracioso porque era como un juego que tenían ellos dos. Pero toda la diversión se esfumó cuando escuché pasos cerca, muy cerca de mi.

-Sos un desastre para esconderte, Gala.

Un pequeño chillido se escapó de mi boca cuando puso sus manos en mi cadera. Empezamos a reír, pero aún así, a través de la cortina y la remera, podía sentir un pequeño cosquilleo de sus manos a mi piel.

Saqué la cortina que nos separaba y, con una sonrisa, acepté mi derrota.

Toda la gracia de su cara se esfumó de un momento hacia otro. Lo miré bien y parecía como si quisiera decirme algo. No soportaba estos casos así, entonces decidí ser yo la que rompiera el hielo, totalmente exasperada.

-¿Qué pasa?

Se lo pensó un buen rato, y, cuando lo estaba por largar, se arrepintió en el último momento cerrando la boca. Rodé los ojos y suspiré haciéndole saber que no se haga el interesante con esas pausas teatrales.

-Dale, no me dejes con la intriga.

Tomó aire.

-No quiero que te lo malpienses.

Wow, ¿Samuels expectante del qué dirán? Esto es nuevo.

-Si no me lo decís ahora, te juro que...

-Quiero tocarte.

Me atraganté con mi saliva.

-¿Perdón?

Frustrado, se dio la vuelta, decidido en subir las escaleras bufando. En un escalón, no pisó bien y la rodilla se le dobló. Menos mal que estaba en el segundo peldaño y la caída no fue grave.

Corrí lo más rápido que pude hacia donde él estaba y me arrodillé a su lado. Por la forma de espaldas en la que había caído, le faltaba un poco el aire.

Par De Opuestos -EN PROCESO-Where stories live. Discover now