Helium | Sia.
Su cabeza descansaba en la curvatura del cuello del menor. Hace más de un año no imaginaron estar precisamente así. Samuel enganchando sus brazos entorno del cuerpo de Guillermo, y este complacido sobre su pecho. Dedicando entre sí suaves palabras al oído, y reviviendo lo que por mucho tiempo les fue imposible compartir.
Podían aún sentir aquel primer beso con el que se despidieron cuando se separaron en el aeropuerto. La mirada que se entristeció por la ruptura de la aventura que habían emprendido al mudarse juntos, y que desde entonces se había convertido en muchos pisos compartidos en distintos lapsos de tiempo y en diferentes lugares del mundo. Había llegado a su final con esta última incursión en la que se prometieron regresar al lado del otro, pero que debido a las circunstancias no fue posible.
Aunque el sentimiento nunca desapareció, tentativamente fue remplazado por relaciones temporales. Sin embargo, por más que intentaban convertir lo evidente en un efímero e inigualable amorío de pocos meses. Siempre el recuerdo les perseguiría, de aquella consolidada amistad, que surgió en pocos meses de conocerse, pero que trascendió más allá de lo que una pantalla podía trasmitir. También estaban conscientes de como la cercanía evaporaría cualquier duda de que por más que lo ocultaran, el sentimiento que los unía era cada vez más grande y crecía con solo estar cerca, podían considerarse más que amigos aunque lo hayan descubierto demasiado tarde.
La situación se complicaría, porque a pesar de que los dos conocían lo que sentían, relativamente no sería suficiente. Porque un impedimento mucho mayor los distanciaría y por el momento no existiría oportunidad que indicara que sus caminos se cruzarían nuevamente. Pero quizás una fuerza mayor o el destino mismo, después de largos años y muchas vueltas, los haría coincidir por última vez. Porque en esta ocasión no permitirían distanciarse nunca más.
