Tú | Especial San Valentín

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| Llegas tú-Jencarlos Canela | Dibujo: Créditos Twitter marialmeria_93

Willy se sentía a gusto con las miradas que cada tanto Vegetta le dedicaba y no era para menos la sensación de cercanía que le propinaba. Que absolutamente con nadie más había llegado a sentir. Con sonrisas fáciles, ninguno de los dos hacía el intento de ocultar, como ocurría a menudo cuando estaban solos en la intimidad de la casa o del auto que compartían o solamente cuando estaban juntos.

Nunca se había parado a cuestionar lo que a penas parecía meses, de hecho se habían convertido en años.

Años en los que el mundo se convirtió en un expectante de su vida, de sus descubrimientos, madurez y logros. También debía aceptar la sobrecogedora sensación de encontrarse atento a lo que ocurría en su entorno.

Durante un lapso de tiempo. Fue una época de transición, de descubrimiento de sí mismo. Donde descubrió lo que significaba la lejanía, al vivir en Los Ángeles y de abandonar la calidez de su hogar junto a su familia. Lo que no resulto tan fácil, a decir verdad fue un cambio paulatino de costumbres nuevas lejos de España.

También durante esa época cambiaría la forma de ver su vida. Y ocurrió de forma lenta y sin prisa pero sin pausa, como toda gran historia debería ser contada.

Sintiendo un revoltijo en su estomago. De las ansias, el miedo o el nerviosismo. Todavía no estaba seguro cual era la razón de su malestar, pero sin duda lo descubriría antes de comprenderlo.

Llevaba un par de meses conviviendo junto con un amigo en la alborotada ciudad de Los Ángeles. Quería salir abandonar ese piso. Aunque sea por un rato no pedía mucho más, porque aun no se sentía cómodo al estar por mucho tiempo encerrado.

Muchas veces se pregunto el significado de lo correcto y el del indebido. Pero en ese preciso momento perdió la noción de la diferencia que existía, y solo se dejo llevar. Por un castaño de ojos verdes, que lo devoraba de manera depredadora. El chico de cuerpo moldeado, y de centímetros de más a su lado, tenía un sabor a correcto en sus labios abultados y jugosos, que no se borraría con facilidad. Y en cierto sentido también tenía un gusto a primera vez, que con nadie más había llegado a sentir. Fue el primero que siquiera describiría como un beso.

A la mañana siguiente despertó solo y vacío dentro de los cobertores de una cama. La de su habitación. Y más perdido que nunca.

Al inicio se propuso redescubrir, indagar en su interior junto a todos eso momentos en los que creyó que estaba en lo correcto acatando obligatoriamente lo impuesto por una sociedad repleta de prejuicios.

Mientras todo lo que conocía se iba lentamente a la mierda, pensaba que no podía ser tan malo. Y comprendió hasta ahí, que estaba en lo correcto...

Los meses trascurrieron, y no volvió a saber del paradero del responsable de su primer beso, ni tampoco fue su prioridad visitar el local en donde lo conoció. Ahora su prioridad era conocerse a sí mismo, con su renovado y verdadero ser.

Comenzó a mirar con claridad lo que nunca quiso aceptar anteriormente. Lo aceptaba ahora y con orgullo...Pero aquel reecuentro inesperado con su verdadero interior, aquella repentina liberación de sinceridad, aun no estaba completada.

Era Vegetta y su modo en el que nunca había notado lo mucho que le hacía feliz. Con sus sonrisas desprevenidas, en conjunto con miradas que pretendían seriedad y aquella manía maniática de ser simétrico. Era el modo en que lo tocaba, cuando ponía la mano sobre su cintura casualmente y como al quitarla le quedaba una sensación de quemazón que vibraba. Era su modo de susurrarle en el oído, y de las palabras cariñosas que le dedicaba. Todo eso y mucho más fue lo que hizo que se alejara, levantando una línea imaginaria entre ellos que no debía propasar.

Drabbles | WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora