🌹 Pétalo 1 🌹

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N a r r a d o r a:

            Como era de costumbre, la albina se encontraba en los rosales de esa gran mansión, apreciando la belleza de las rosas, levantó la cámara que se encontraba entre sus delgadas manos y comenzó a fotografiar absolutamente todo.

Cuando tomamos una foto inmortalizamos un momento que ni el tiempo mismo podrá borrar

Por esa misma razón la fémina amaba tomar fotografías, porque el día que abandone este mundo sus fotos quedarán y el recuerdo permanecerá.

Y a lo lejos pudo ver al menor de los vampiros, el cual, también estaba apreciando las rosas manchadas con la sangre seca e impura de la chica.

"Yo no tengo la culpa de padecer esa enfermedad"

La bella chica se entristeció al recordar las palabras que el albino le dijo el día que supieron de su letal enfermedad.

—Usaré tu sangre impura para marchitar estas rosas que tanto detesto.

Aún no sabía que la mataría primero, si la leucemia o el profundo amor que le tiene al albino. De su nariz comenzó a salir ese líquido rojo tan sagrado que se había echado a perder por completo. Inmediatamente llevó su mano a su nariz limpiando la sangre que de esta salía, prefirió irse de aquel lugar antes de que el olor llamara la atención del menor.

Demasiado tarde.

Antes de poder marcharse el vampiro apareció a su lado jalándola con brusquedad de su muñeca provocando que la chica tirara su cámara al suelo. Sus miradas se cruzaron, la tristeza reflejada en los ojos de la joven hicieron al vampiro enfurecerse más sin motivo alguno. Con su hermosa daga corto la palma de la chica arrancándole un quejido de dolor y provocando el derramamiento de su sangre sobre las rosas blancas.

—D-duele. —gimió la chica al sentir el ardor del corte.

El vampiro sin prestarle mucha atención a los quejidos de la chica siguió pasando la mano de esta por todas las rosas manchándolas. Al cabo de un rato de quejas y llantos el albino al fin se apiado un poco de la humana soltando la mano de ésta para así poder marcharse.

La joven muchacha limpió sus lágrimas con el dorso de su mano, recogió su cámara y comenzó a caminar hacia la mansión aun sollozando. Al llegar a su recamara se sentó en un la única ventana que la dejaba mirar la luna, llorando en silencio apreciando aquella obra de arte tan bella que la naturaleza había creado; se había hecho costumbre en ella.

La luna me recuerda a ti...

Alice siempre decía que cada estrella que salía a relucir era un alma que había abandonado la tierra y que algún día ella estaría en el cielo junto con las demás estrellas siendo feliz. Qué fácil sería abrir la ventana y tirarse al vacío, total, a nadie le importaba si vivía o moriera.

A nadie le importa la vida de una inservible como ella.

Con cuidado abrió la ventana y miró hacia abajo, si se llegara a aventar una muerte segura tendría. Justo cuando iba a subir un pie alguien tocó la puerta haciendo que Alice cerrara con rapidez la ventana.

—Alice, podrías venir a mi laboratorio por favor. —la voz de Reiji resonó por toda su recamara.

—¡Claro!, Dame un segundo.

La albina abrió uno de los cajones de su mesa de noche y saco una venda de ésta, se tapó el corte que me menor hizo el cual ya había dejado de sangrar, caminó hacia la puerta y la abrió, Reiji ya no se encontraba por los alrededores así que la albina comenzó a caminar al laboratorio del vampiro.

Toc, toc.

—Pasa por favor —la chica abrió la puerta entrando a la habitación —. Siéntate —obedeció al mayor y se sentó en uno de los sofás que estaban enfrente al azabache.

—Para que me necesitas Reiji-san.

—Necesito hablar contigo sobre tu enfermedad. —Alice pasó saliva con dificultad al escuchar lo que el vampiro le dijo.

—¿Q-qué pasa con ella? —preguntó nerviosa.

—Como sabrás tu labor aquí era alimentarnos, pero como ya no puedes vendrá otra novia para cumplir esa labor.

—¿Y qué pasara conmigo?, ¿Me echaran? —el vampiro negó —. Entonces me matarán...

—Nada de eso, esa persona por alguna razón decidió adoptarte, por lo tanto, a partir de hoy serás una Sakamaki. —la chica se sorprendió a más no poder.

—¿Los demás lo saben?

—No, hoy en la cena mensual se los diré.

—Entonces legalmente eres mi hermano. —afirmó emocionada.

—Que a partir de ahora seamos hermanos no quita el hecho de que te dejare de castigar, —la chica borró la expresión de felicidad de su rostro —, al contrario, al ser una Sakamaki no permitiré de que ensucies nuestro apellido.

—Ah, descuida, de todos modos no creo que nadie se de cuenta de que existo. —se encogió de hombros.

—Igual, nada de falta de modales ¿Entendido? —Alice asintió —. Bien, puedes retirarte. —la chica se levantó con una sonrisa en sus labios.

—Adiós, Reiji-san. —se despidió del azabache y salió de aquella habitación.

No la desecharían, ¡No la matarían!, al contrario, ahora si que tenía una familia, pero, al ser hermana de ellos eso significaba que...

—Ya no podré tener nada con él...

Rosas manchadas || Subaru Sakamaki ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora