Lo escuché bufar muy fuerte, deteniéndose al lado mío. Se revolvió el cabello y soltando un gruñido abrió la puerta para bajarse, tomándome por los hombros nada más pisó la acera. Aunque hice intento de retirarme él aferró el agarre, negando apenas con la cabeza.

—Lo siento, ¿ya? Entra y hablemos en el auto. Está muy frío y en serio es jodido que te vayas sola.

—Nunca te ha importado que me vaya sola a estas horas, no me jodas.

—Seori, con un coño, deja de hacerte la difícil y sube —pausó, mirándome a los ojos—. Por favor.

Mi orgullo era muy grande y absurdo. Tanto como el suyo. Por esa razón me di cuenta de lo jodido que habría sido para él decir que lo sentía además de pedir las cosas por favor. Un Yoongi en su estado natural se hubiese bajado del coche para volverse a subir y a azotar la puerta en la cara de quien quiera que estuviese jodiendo respecto al tema.

Por eso —sólo por eso— bufé y luego de un gruñido rodeé el auto para subirme al asiento del copiloto, aún con los brazos cruzados y la boca apretada. Podía ser una maldita testaruda, pero nunca llegaría a catalogarme como una inmadura hija de puta.

Yoongi encendió el auto y empezó a conducir en dirección a mi casa. A pesar de que no era tan tarde las calles estaban desoladas, colaborando con la atmósfera incómoda y vacía que se había aglomerado entre nosotros.

—Entiendo si estás molesto. No lo comparto, pero lo entiendo —empecé a hablar con voz ronca y la vista clavada en la ventana, viendo las luces distorsionadas a través de la misma—. Como sea, eso no te da derecho a comportarte como un bruto conmigo. Sabes que me jode un montón que me falten al respeto.

Se quedó callado un buen rato, pero le escuché despegar los labios e inhalar aire como si quisiera hablar por lo menos un par de veces. Sorprendentemente, para lo fuertes y similares que eran nuestras personalidades, habíamos peleado muy poco a lo largo de los tres años conociéndonos. Que claro, había pasado (e incluso una vez nos peleamos tan fuerte que casi mandamos todo el proyecto a la mierda), pero las discusiones reales no eran parte de nuestro día a día. Siempre encontrábamos ese punto medio de "respétame y te respeto" muy cómodo y fácil de mantener.

—Es una estupidez —murmuró ronco, chasqueando la lengua—. Ni siquiera quería azotar la puta puerta.

—Ya. El tema no es que la azotes sino que lo hagas en mi cara mientras te hablo. El que estés enojado...

—Para con el tema de lo enojado, Seori —me interrumpió, pasándose la mano por el pelo—. Eso también es una maldita estupidez.

Sabía bien a lo que se refería. Dejé de mirar a la ventana para clavar mis ojos en él; en su perfil rígido. Manejaba sólo con la mano derecha mientras recargaba el brazo izquierdo sobre el marco de la ventana y descansaba la cabeza sobre su puño cerrado; parecía tenso, molesto por el montón de cosas que pasaban por su cabeza. Me relamí los labios y encogí los hombros, bajando la mirada hacia mis piernas antes de volver a hablar.

—Me pareció jodido que no hubiera salido de su habitación en todo el día —farfullé con un extraño sentimiento en el estómago porque, contra todos mis principios, estaba explicándome—. Quise ver si estaba bien.

—Ya lo sé. También sé que no tengo que ponerme así —se acomodó en su lugar luego de dar vuelta de la avenida principal hacia las callejuelas que dirigían al barrio donde vivía—. Vi cosas solamente, pero eso es tema mío.

—¿Cosas? —fruncí el ceño inquieta. Me giré en el asiento para mirarlo completamente de frente, captando su mirada de soslayo— ¿Qué cosas?

staged » bts; myg.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora