—Tienes un puto desastre de pelo aún usando mis cosas, Seori.

Chasqueé la lengua y le di un cintarazo en la cabeza con la toalla que me había prestado, provocándole una de esas sonrisas grandes y pegajosas (me atrevía a decir que bonitas). Puse los ojos en blanco y continué secándome el cabello con el paño afelpado, sentándome en el borde de la cama mientras lo veía ajustar cosas en alguna de las tantas canciones que preparábamos para el evento de hip hop. Se giró un segundo en la silla y casi inmediatamente arrugó la nariz en una mueca de asco.

—¿Qué? —solté casi agresiva, considerando pararme para volver a zumbarle la cabeza de ser necesario.

—Estás con la misma ropa, qué puto asco.

—Ya, ¿y quieres que saque ropa nueva de un puto portal en el suelo o qué? Para empezar si no me he ido a mi casa es porque tenemos que trabajar en todo lo que dejamos atrasado por el chistecito de la fiesta. Gracias por eso, Min Idiota Gi.

Vi sus hombros moverse de arriba a abajo muy ligeramente, señal de que estaba riéndose en silencio. Volvió a girar la silla y se levantó en dirección a su armario. No buscó por mucho para dar unos joggers oscuros y una sudadera blanca. Los sacó lento, casi con devoción, acercándose hasta quedar parado frente a mí, con una ceja alzada y media sonrisa de diversión tatuada en la cara.

—Toma. Pero que no se te haga costumbre robarte mis cosas, Seori.

Le miré desde abajo aún sentada y torcí los labios en una especie de puchero. Tenía muchas ganas de mandarlo a él y a su ropa a la mierda, pero me sentía realmente incómoda con el olor a María y cigarrillo impregnado en la mía por lo que rechazarlo no estaba del todo dentro de las opciones. Me levanté de mi lugar y fingí una media sonrisa apretada, dispuesta a arrebatarle las prendas de las manos, pero de inmediato él las alejó alzando el brazo lo más arriba que pudo para impedirme agarrarlas. Y no es que Yoongi fuese realmente alto pero sí alcanzaba a sacarme por lo menos media cabeza, diría yo que unos quince centímetros o poco más.

—Dame —gruñí intentando alcanzarle la mano—. No estoy para juegos, joder.

Empecé a dar pequeños brinquitos, sosteniéndome de su pecho mientras con la otra mano intentaba jalar alguna de las prendas pero me era imposible. Él me miraba y sonreía, riendo de vez en cuando y haciéndose hacia atrás para dificultarme la tarea.

—¡Yoongi! —gimoteé en frustración sin dejar de brincar con el ceño bien fruncido, ganándome una corta carcajada de su parte en respuesta.

—Bésame —soltó como si nada, sin dejar de sonreír ni bajar la mano.

Me quedé congelada en mi lugar por un segundo. ¿Qué? ¿Yoongi me estaba pidiendo eso en serio? Abrí los labios para reclamar y una idea fugaz surcó mi mente. Sonreí casi con malicia y llevé mis manos a sus costados, buscando presionar la unión de sus piernas con la cadera; el infalible hueso de la risa. De inmediato soltó un sonido gutural parecido a una risa ahogada y se arqueó hacia adelante, bajando ambos brazos para cubrirse. Aproveché para arrebatarle la ropa de la mano, que por la sensación de cosquilleo supuse había relajado al punto de dejar de hacer puños. Éxito.

Sonreí victoriosa, alzando las cejas mientras me daba la vuelta dirigiéndome hacia el baño, pero rápidamente me tomó por la muñeca y me volvió a girar hacia él atorando su otra mano tras mi nuca para atraerme a sus labios.

Me besó, y contrario a lo que hubiese imaginado, no me alejé. Me quedé quieta; me permití fundirme en sus labios y justo ahí me di cuenta cómo los había extrañado tan estúpidamente en las pocas horas que llevaba sin saborearlos. Soltó la mano con la que sostenía mi muñeca y la irguió hasta acunar mi mejilla. Alcancé a percibir que sus labios se sentían mucho más suaves que el día anterior, incluso distinguí un sabor azucarado en ellos. Inconscientemente sonreí ante el pensamiento, provocando que él también dejara salir el atisbo de una risa que me pareció dulce como el gusto de su boca.

staged » bts; myg.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum