Me valía de todos modos.

Llegamos casi hasta el fondo en donde había una barra en forma de "u". El centro de la barra tenía una enorme y pulcra plancha para cocinar, y había instrumentos de cocina e ingredientes.

Eché un vistazo a los lados y descubrí que era la única entre todas las mesas comunes.

Era exclusiva. Baia baia.

Aegan y Adrik tomaron asiento en los taburetes y Artie y yo hicimos lo mismo. Ellos uno al lado del otro y nosotras igual, porque lo cierto era que de parejitas no teníamos nada.

De inmediato, un hombre con uniforme de chef y rasgos japoneses se acercó a la mesa. Se inclinó en modo de saludo y comenzó a encender la plancha.

Iba a cocinar ahí para nosotros.

Vaale.

—Lo de siempre —ordenó Aegan.

Esperé que nos dieran una cartilla o nos preguntaran qué íbamos a elegir, pero no sucedió. De nuevo, el mandato de Aegan se había hecho cumplir. Ni a Adrik ni a Artie pareció molestarles, pero a mí sí.

—¿Qué es lo de siempre? —pregunté.

Aegan lo enunció sin apartar la vista de mí:

—Fideos, rollos de salmón y cangrejo.

Joder. Sí que quería eso. Así que me metí mi reproche por el bolsillo.

—Genial —me limité a asentir.

—Ah, yo soy alérgica al salmón —habló Artie de repente. Su voz sonó extraña, afectada.

Aegan frunció ligeramente el ceño, como si no lo entendiera. Pensé que le diría al chef que ya no preparara el salmón porque no queríamos ver a Artie inflarse hasta explotar, pero él solo la observó sin más.

—Escoge algo más —intervino Adrik con simpleza.

—No importa, los fideos y el cangrejo estarán bien —asintió ella en un tono más bajo.

Artie desvió la mirada y a mí me costó comprender por qué no lucía muy animada. Tan solo unas horas atrás estaba preocupada por la ropa con la que la vería Adrik, y ahora parecía querer meterse debajo del subsuelo, con un aire afligido.

Entonces entendí que Aegan había sido descortés, y que su silencio podía interpretarse como un: pues no comas nada entonces. Entendí que a él no le preocupó en lo absoluto que ella fuera alérgica.

—Espera, ¿era cangrejo? —dije, falsamente confundida. El chef y todos me observaron—. Creo que escuché mal. Soy alérgica al cangrejo. Me da una hemorragia estomacal horrible. Mejor escogeré algo distinto.

Me pareció atisbar tensión en la mandíbula de Aegan. No se lo creía. O le molestó. ¿Qué? ¿Acaso también debía controlar el menú? Qué lástima.

El chef se inclinó hacia un lado, cogió una cartilla y me la ofreció.

—Artie, por favor, ayúdame a escoger —le pedí, sonriendo, y su carita se iluminó.

El chef tomó otra cartilla y se la entregó.

Ja. Ese imbécil no nos iba a decir qué comer, así que con ganas me tardé tratando de elegir. No sabía mucho de comida japonesa, pero al final Artie y yo nos decidimos por unos fideos con pollo teriyaki, y eso fue justo lo que el chef comenzó a prepararnos.

De pronto, alguien llegó hasta nuestra mesa.

Era Aleixandre y venía agitado, como si hubiera salido muy apurado de algún sitio. Llevaba el cabello peinado hacia atrás con tan solo un par de mechones cayéndole sobre la frente; un jean y una camisa deportiva sin mangas.

Perfectos Mentirosos © [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora