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POV: NARRADOR
Hana se quedó quieta por unos segundos, Hyungwon la apretó en sus brazos antes de que su cabeza cayera sobre sus hombros. Ella se echó un poco hacia atrás y se apartó el pelo de los ojos para ver que se había quedado dormido una vez más, así que se movió para alejarse pero notó como el chico se había aferrado fuertemente a su chaqueta, así que para no despertarlo, se la quitó y dejo que siguiera sujetándola para así ella poder separarse.
Él siguió durmiendo pacíficamente después de aquello. Hana miraba a sus alrededores y se preguntaba por qué no había marcos de fotos como normalmente había en los hogares, hasta que su vista se topó otra vez con el chico dormido frente a ella. Sus labios recuperaban su color rosa melocotón natural, lo cual significaba que estaba recomponiéndose. Se dio cuenta de que cuando el chico la había abrazado, lo había hecho con una fuerza algo sorprendente, lo cual la confundió ya que si poseía esa fuerza ¿por que se veía tan débil y por que no pudo mantenerse de pie?.
La cabeza de Hana estaba llenándose de más y más preguntas, ¿por qué parecía que estaba solo? ¿Por qué había hablado con ese hombre por teléfono antes y por que era el único contacto que había almacenado? Seguramente tenía familia, amigos y tal vez incluso una novia, ¿verdad? Así que después de pensar en ello, el seguir mirándolo mientras dormía la hizo sentir extraña, así que se puso de pie y fue a la cocina para servirse un trago. Se quedó ahí observando su entorno con mucho cuidado, sentía que en cualquier momento Hyungwon se levantaría y le gritaría cosas como "¡¿Quién eres?!" O "¡¿Que haces fisgoneando en mi cocina?!" De una forma muy amenazante, pero no podía dar esas cosas por hecho ya que no tenía idea de cómo era su personalidad y mucho menos como reaccionaria ante ella estando en su casa.
Después de beber agua, regresó a la sala de estar, pero en el camino, vio algo que la fascinó. Mientras pasaba por el pasillo, a su izquierda pudo observar una gran ventana que se encontraba en una habitación, tenía una vista tan preciosa que se sintió atraída y no pudo evitar entrar. Hana soltó un suspiro mientras miraba a su alrededor, la vista completa de su hermosa ciudad frente a sus ojos. Ella no tenía la oportunidad de ver algo como esto desde su departamento de al lado ya que allá no tenía esa gran ventana o algo similar. Pero para empezar, no se quejaba al respecto porque al final de cuentas, aquel departamento no era suyo, no era su hogar, simplemente vivía en él porque su dueño le había pedido que se hospedara ahí para que el lugar no estuviera solo mientras él estaba de viaje. Él, siendo su hermanastro, había comprado el lugar para su madre (quién era madrastra de Hana) y como ella no había tenido la decencia de presentarse, le había pedido a la joven que lo usara hasta que regresara. Hana con mucho gusto aceptó la oferta, principalmente porque en ese momento estaba desempleada y no tenía los recursos suficientes para comprar su propia comida, y mucho menos alquilar un lugar para dormir.
