CAPITULO 2 - Charla de Medianoche

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            Habían pasado días desde aquel viaje. Tan pronto papá volvió tuvo que salir por el trabajo otra vez y mamá estaba triste. Trata de sonreír cada vez que me acercaba a ella, pero sabía que esta triste y que lo extrañaba, la escuche llorar en las noches que no estuvo. Tío Jae es lo único que nos alegra a ambas, es tan divertido jugar con él. Como cuando era pequeña, papá llegaba del trabajo y jugaba conmigo mientras mamá preparaba la cena. También lo extraño, pero ahora solo trabaja. Ya ni siquiera me arropa en las noches antes de dormir, solo promete hacerlo y no lo cumple y yo tampoco espero que cumpla sus promesas, para no sentirme triste.

— Mamá... — Me acerque con lentitud a ella.

— ¿Qué ocurre mi angelito? — Pregunto al ver mi mirada triste.

— ¿Cuándo regresara papá? — Quería verlo, decirle que mama estaba triste, porque ella jamás se lo diría.

— Tal vez el domingo si todo está bien hijita — Mamá me cargo en sus brazos y me abrazo.

— Lo extraño... — Dije apoyando mi cabeza en su hombro — ¿puede venir tío Jae hoy? — él era nuestro único consuelo.

            Mamá no contesto a mi pregunta, sonó el teléfono y ella me dejo sobre el mesón de la cocina para ir a responder. Espere a que volviera unos minutos y al llegar me beso en la mejilla y me bajo del mesón.

— Ve a darte un baño para que vengas a comer después — Asentí con una sonrisa y obedecí a su pedido.

            Me di un baño con calma, a veces escuchaba a mamá caminando en la cocina o en el pasillo. Seguro fue a la habitación para dejarme ropa limpia sobre la cama y así había sido, al salir encontré la ropa tibia en la cama. De pronto escuche a mamá reír.

— Haeri vístete rápido, la comida esta lista — Dijo desde el pasillo. Se escuchaba alegre. Seguro papá le dio una sorpresa llegando antes. Me apresure para ir a saludarlo. Iba a pedirle que me arropara esta noche.

            Salí de la habitación y corrí por el pasillo sonriendo, solo para encontrar a mamá jugando con tío Jae en la cocina. Me detuve tan bruscamente que me golpee con el marco de la puerta haciendo que ellos me vieran. Entonces mamá se acercó a mí para ver si estaba bien.

 

— Hijita, ¿te lastimaste? — Dijo observándome cuidadosamente.

— No — Respondí con voz suave y finita desviando la vista hacia el tío Jae y luego hacia el piso.

— ¿Qué pasa pequeña? — Pregunto él acercándose — ¿no te alegra verme?

 

            Mire a mamá buscando que ella respondiera por mí pero no paso, en lugar de eso me dio esa mirada un poco intimidante con la que me obliga a portarme bien.

 

— Si me alegra — Dije abrazándolo y sonriendo. En realidad a quien esperaba ver era a papá pero no podía decir eso.

 

            Mamá noto esa expresión en mi rostro. Era la decepción de no ver a papá otra vez. Tomo mi mano con ternura, me beso en la frente y me llevo a la mesa para comer. Tío Jae nos contó algunas historias que me hicieron reír. Luego de la cena mamá fue a la cocina y nos dejó solos en la mesa.

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