3. "Tú eres la excepción."

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De mala gana, toco la puerta de su habitación con mi mano libre porque en la otra, en mi antebrazo llevo las toallas y en mi mano la bandeja bocadillos. Trago grueso, porque me inquieta el hecho de estar con él en su habitación.

Artemis abre la puerta y cuando lo veo, aprieto la bandeja en mi mano, su camisa esta desabotonada hasta casi su ombligo, revelando un pecho definido. Aparto la mirada y le ofrezco lo que tengo que en mi mano, —Sus toallas y bocadillos, señor.

Odio tener que llamarlo así. Cuando no pasa nada, lo miro de nuevo y él ha caminado dentro de la habitación, —Pon las toallas sobre la cama y los bocadillos en la mesa de noche.

No quiero entrar ahí pero obedezco, lo primero que escucho cuando entro es la ducha, mis ojos se entrecierran y entonces escucho la voz de una mujer gritar desde el baño, —Artemis, espero por tí.

Oh, la mujer esta aquí, con él, en su habitación.

Un inevitable recuerdo viene a mi mente, de él y yo hace años sentados en el suelo frente a su cama, jugando monopolio. 

Yo había mirado a mi alrededor, —Deberías arreglar tu cuarto, he oído que puede espantar a las chicas. 

—Ninguna chica estará en mi habitación.— Artemis había dicho con determinación. 

Arqueé una ceja, —¿Y yo que soy?

—Tú eres la excepción. 

Supongo que ya no lo soy, ¿Eh?

Una sensación desagradable se asienta en mi estomago pero me niego a reconocerla porque esto no me importa o por lo menos no debería importarme. Artemis esta parado al otro lado de la cama sus brazos cruzados sobre su pecho. Él me observa, sus ojos buscando los míos pero los aparto, poniendo las cosas rápidamente donde van para poder salir de ahí.

Estoy tan enfocada en doblar bien las toallas sobre la cama que cuando me giro para irme, me congelo al ver que Artemis se ha movido para quedar bloqueando la puerta de la habitación, ¿Qué esta haciendo?

Determinada, me dirijo a la puerta pero él no se mueve, —Permiso, señor.

Él no dice nada.

Solo se escucha el sonido de la ducha entre nosotros, y me paralizo al verlo desabotonar el resto de la camisa, los músculos de sus hombros se contraen cuando desliza la camisa por los mismos quitándosela por completo. Enfoco mis ojos en la pared, odiando el sonrojo que cubre mis mejillas,¿Qué carajos esta haciendo?

Escucho sus pasos acercándose a mí, y me atrevo a mirarlo de nuevo, —Señor...

Él se inclina sobre mi y las alertas se activan, estoy a punto de empujarlo cuando él susurra en mi oído, —Lavala, es una de mis favoritas.— pone la camisa en mis manos y se dirige al baño, —Cierra la puerta con seguro al salir.

Me toma un segundo salir de ahí en un apuro.

Camino tan rápido en el pasillo que no notó a Apolo hasta que me estrello contra él, —Ey, ¿Por qué tan apurada?

Él esta en sus pijamas, su cabello desordenado, se ve muy tierno, le sonrío, —Nada, solo estoy cansada.

Sus ojos viajan a la puerta de Artemis antes de volver a caer sobre mi, —¿Esta todo bien?

—Si, todo bien.

Él toma mi mano, —¿Quieres... venir a mi habitación?

Su sonrojo lo delata, Apolo y yo nos hemos acercado mucho en los últimos meses, aunque al principio lo tomé como algo fraternal, como un hermano menor, he comenzado a notar sus gestos, sus miradas, sus palabras. Creo que él esta confundiendo las cosas y quiere algo más, o tal vez yo solo me este imaginando todo.

A Través De Ti [Hidalgos#2] ✔️ [En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora