- Hoseok ha sido el que los ha colectado; Joon sigue ocupado -la respuesta me la esperaba, pero aún así una mueca insatisfecha acogió mi boca antes de chasquear mi lengua y tomar un profundo respiro antes de alcanzar la puerta que nos conectaba con el bar. Nuestro bar.

- Todos estamos ocupados -murmuré.

Ante mi contestación, me imagino, Yoongi resopló una suave risa por lo bajo, tan amarga como cierta porque aunque lo decía de chiste, para nosotros era una realidad que pesaba. Un peso incierto pero abrumador, sin saber cómo detenerlo pero dejándolo volverse tedioso.

Jung Hoseok giró el cuerpo hacia nosotros con una sonrisa que era habitual, las esquinas de sus ojos se achinaba haciendo descubrirse unas pequeñas arrugas y su dentadura se mostraba reluciente, tan alineada que podría considerarse perfecta.

Me preguntaba, a veces en silencio, qué causaba en el tanta fruición que no podría aguantarla dentro suyo, que siempre decidía vestirla. Sin embargo, mientras me acercaba a su posición y esta iba disminuyendo, comprendía que la felicidad genuina que había en el gesto no le llegaba a los ojos, vacíos. Como los míos.

- Hyung, creo que ya empezamos a tener suerte -cuando me dejé caer en el taburete frente al suyo, y Yoongi tomó el otro detrás, celebró, mientras elevaba su barbilla hacia la mesa extendida en forma de óvalo frente a nosotros.

No obstante, mentiría si dijese que lo primero que mis ojos percibieron fue la pila de, no más, seis folios teñidos de un tono azulado, cuando fue la botella de litro y medio de ron a un lado de estos lo que acaparó mi atención. Totalmente.

- Con tres que elijamos de estas, podremos arrancar por fin -la voz de Yoongi sonó soporífera y un poco burlesca cuando habló, pero interés en mí, para él, no había.

Esto quedó claro cuando, sin darle mucha vuelta, tomé el gran envase y, destapándolo, lo vertí en el old-fashioned frente a mí. Hoseok se rió de manera suave ante mis movimientos, pero antes de mirarlo, preferí darle un trago largo a la bebida, sintiendo la piel erizárseme cuando éste bajó quemando de manera agradable mi garganta.

- El alcohol cambia a la gente -se rió Yoongi, mientras deslizaba la botella a su encuentro, sacudiendo la cabeza levemente mientras continuaba murmurando-. Pero es mejor eso que no cambiar nunca.

Aunque la oración no tenía ninguna intención de gracia (esto lo supe por cómo la comisuras de sus labios se hundieron), Hoseok resopló una pequeña risa antes de abrir el primer portafolio, cuya carátula hizo un ruido sordo contra la mesa, como si le hubiesen preguntado.

Yoongi me miró por encima de su vaso mientras daba un trago corto y siseaba, pero antes de leer lo que sea que estuviese diciéndome con la mirada, desvié mi pupilas a la primera página, en la que los datos de una tal muchacha se encontraban esparcidos junto a su foto, un tanto borrosa por la luz del techo, que contrastaba con el color.

Ladeé la cabeza cuando el dedo índice de Hoseok se paseó por la casilla que pedía las experiencias de la mujer, dos veces, señalando con un atisbo de ímpetu que nos enfocáramos en lo que estaba escrito en ésta.

- No es la primera vez que hace esto -explicó, haciéndome llevar la mirada hacia la suya, cuyos ojos reflejaban cierta emoción que no era más que por lo atractiva que la pelirroja era-. Además, ha hecho de bartender.

ALCOHOL | KIM SEOK JIN.Where stories live. Discover now