Ese joven de cabello azabache, piel pálida, labios finos... Lo conocía, estaba seguro. Sus ojos de forma felina parecían un enigma a descifrar y esas emociones al verlo ya las había sentido. Vestía una simple remera blanca, junto a una fina chaqueta de cuero negro y un jean algo desgastado; reposaba su espalda sobre uno de los automóviles, observando el paisaje en soledad, con un cigarro a medio terminar en su mano derecha. Mientras le daba una suave calada, Jimin pudo sentir un dolor punzante en su cabeza, el cual se esparció por toda su extensión hasta llegar incluso a su cuello. Llevó sus manos hacia su rostro, cubriéndose con fuerza e inclinándose un poco hacia adelante por lo insoportable que eso se había vuelto. No iba a gritar ni llorar, algo le parecía familiar y miles de imágenes llegaron a él como destellos, como si sus recuerdos se trataran de un balde de agua helada cayendo sobre su cuerpo. Tragó en seco antes de erguirse otra vez, luchando contra ese dolor que de a poco iba disminuyendo al mismo tiempo en que todo comenzaba a cobrar sentido. Sabía que no tenía que huir ahora, que estaba a salvo en ese lugar. Y sabía muy bien la identidad de la persona frente a él.

Se acercó lo suficiente como para poder decir algo y ser escuchado. Pero antes de dar siquiera otro paso, unos ruidos se hicieron oír desde lejos, seguramente de aquellos que lo perseguían, los cuales ahora reconocía como Mark, Taehyung, Seokjin y dos personas más que nunca había visto. También recordó que ese chico con el cual se estrelló era Jungkook. Dichos sonidos provocaron lo inevitable, lo que no quería que pasara, porque sabía muy bien que, si llegaba a ver a Yoongi a los ojos, conocería algo malo y muy bien guardado en su interior.

En cuanto sus miradas se cruzaron, todo pareció volverse insignificante, su mente quedó en blanco y sus pensamientos se vieron distorsionados por miles de sentimientos opuestos entre sí que llegaron en un solo segundo. Sin embargo, su vista comenzó a nublarse por el llanto al ver la expresión de sorpresa de aquel joven de cabello azabache. Su preciosa mirada se notaba cansada, se veía abatido, rendido. Era algo que jamás querría volver a ver. No sentía nada más que tristeza.

—¿Jimin...? —preguntó, atónito por verlo allí.

Su voz se oía bien nítida, la cercanía era la suficiente como para poder escucharlo. Claro que Yoongi no esperaba que él se escapara del lugar y mucho menos esperaba encontrárselo ahí. Sus felinos ojos negros lo observaban con asombro y desconfianza, pero, en cuanto posó su vista sobre los labios de Jimin y pudo leer lo que estos decían sin escuchar su voz, toda esa carga detestable, horrible y desesperante que lo apresaba desapareció. Se sintió libre después de mucho tiempo, arrugó un poco su nariz al sentir un punzante dolor allí que le indicaba inminente llanto y presionó su labio inferior con el superior durante unos segundos para luego comenzar a morderlos con nerviosismo. Ya para ese entonces, su cigarro se hallaba en el suelo, consumiéndose en su propio calor. "Hyung...", decían sus labios. Al parecer susurraba, como si no pudiera creerlo o no entendiera bien todavía. Jimin llevó sus manos a sus ojos para restregar con fuerza los mismos, tratando de detener el incesante llanto mientras que tenía leves espasmos y sorbía su nariz, mordiendo su labio. Una ternura extraña y que en esos últimos días parecía tan lejana, comenzó a recorrer el pecho de Suga. Era como ver al precioso joven de cabello rosa pastel, tan sensible y cariñoso, parecía la escena de aquella vez cuando de sus labios salió el primer "te quiero". Un amor que se sentía tan puro e indestructible.

A lo lejos se veían a varias personas acercándose, pero no podía prestarles mucha atención cuando tenía a Jimin en frente suyo. No sabía qué hacer.

Estuvo a punto de decir algo, estuvo a punto de dar un paso para acercarse a él, cuando clamó en voz alta y sin quitar sus manos de sus ojos: "¡Creí que lo había lastimado!", echándose a correr hacia él, ignorando el frío y cualquier otra cosa sin importancia. Suga no pudo reaccionar, simplemente mantuvo en su mente esa pequeña, pero tan importante frase... ¿Creyó? ¿Creyó que lo había lastimado? ¿Eso era lo que le preocupaba y lo que le hacía llorar? Soltó un amplio quejido mientras que esos brazos que tanto había extrañado volvían a rodear su cuerpo con necesidad y aferrarse a él. No quería seguir derramando una lágrima más de tristeza, pero esto ya no era tristeza... Era como volver a nacer, sentir su alma otra vez, aquella que le había entregado a Jimin, a quien le había permitido decidir su destino. Sentía su calor, la frente ajena acurrucándose en la curvatura de su cuello, y al fin correspondió al abrazo. La mano derecha de Suga rodeaba la cintura ajena, mientras que la izquierda le sostenía la cabeza y entrelazaba sus dedos en las hebras rosadas de su cabello.

Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora