—No toques ese jugo —la voz de Yoongi interrumpió la escena luego de que escuchara la puerta del baño abrirse—. Es mío.

Me giré a mirarlo, alzando las cejas al percatarme de que sólo traía puestos sus joggers Puma y andaba con el torso desnudo. Mis ojos danzaron por un momento entre su piel lechosa y una sensación conocida floreció en la parte baja de mi estómago, pero pretendí ignorarla arrugando la nariz y volviendo a mirar a Taehyung, incluso sentándome en el taburete libre al lado de él.

—Joder, Yoongi. Ponte algo encima que no vine para ver tus miserias —bufé, fingiendo poner atención a lo que Tae estaba mirando en su celular—. Y espero que no estés pensando en matarme de hambre. No he desayunado.

Lo escuché soltar el atisbo de una risa corta, casi ahogada, y sentí su mirada sobre mí hasta que desapareció por el pasillo rumbo a su habitación. Me relamí los labios haciendo como que me acomodaba la coleta cuando Taehyung me miró de soslayo, llevándose otro bocado de cereal a la boca.

—Te queda bien el cabello así —comentó, volviendo los ojos a la pantalla de su móvil. Fue hasta entonces que me enteré que miraba un gameplay de su juego online favorito, ese que lo mantenía entretenido hasta las tantas de la madrugada y por el cual, repetidas veces, los vecinos iban a tocarle la puerta para que dejara de gritar tan noche.

—Era esto o tajármelo más o menos a la misma altura que el tuyo. Muero de calor —bromeé, viéndolo sonreír sin mirarme—. Gracias, Tae.

Se levantó dando un sorbo largo al bol hasta terminarse toda la leche y lo fue a dejar al fregador, parándose a mirarme desde el otro lado de la barra. Supuse que por respeto a mí se había quedado con ganas de eructar porque se dio un par de golpes en el pecho, abriendo más sus ya de por sí grandes ojos, y luego sacudió la cabeza alborotándose otro tanto más su bonito cabello color chocolate.

—¿Qué vas a querer para desayunar? —pasó uno de sus largos dedos por su frente, quitándose los mechones que le estorbaban en los ojos.

—Lo dije por joder a Yoongi —me balanceé hacia adelante con una sonrisita en los labios—. No tienes que prepararme nada.

—No me molesta, Seori.

Evité morderme el labio. A pesar de llevar dos años conociéndolo nunca lograba acostumbrarme a su voz profunda diciendo mi nombre.

Secundé la sonrisa que se formó en sus labios hasta que escuchamos los pasos de Yoongi volver a la cocina. Pasó de largo al refrigerador y sacó su preciado jugo, dándole un sorbo directo al empaque de cartón mientras se acercaba a mí y hacía un gesto con la cabeza señalando su habitación. Tenía unos mechones pálidos pegados a la frente y las puntas de su cabello todavía goteaban, mojando sutilmente los hombros de su playera gris.

—Pediremos algo para desayunar —cortó, volviendo a beber jugo—. Deja a Taehyung en paz.

—Por lo menos deberías aprenderle a Tae los modales, Yoongi. A lo mejor y así me harías odiarte un poquito menos.

Me levanté del asiento esbozando una sonrisa cómplice para Taehyung. Él me la respondió en silencio y nos siguió con la mirada hasta que nos perdimos tras la puerta de la habitación de su compañero de piso. 

- • -  

—Te gustaría odiarme, Woo —soltó con burla y su insufrible sonrisa de medio lado, cerrando la puerta tras él.

Se lanzó sobre su amada silla negra con ruedas provocando un chirrido apenas agudo y movió el ratón de la computadora para sacarla del modo suspendido. Yo rodé los ojos, echándome boca abajo en su cama mientras agarraba uno de los tantos cojines para abrazarlo entre mis manos y recargar mi mentón. Siempre había pensado que Yoongi parecía más una maldita princesa que un rapero rudo al dormir entre tantos almohadones.

—Te encantaría que te odiara menos, Min —le reté también usando su apellido, chasqueando la lengua en el proceso—. Espero que de menos valga la pena que mi odio por ti haya subido varios puntos anoche. Estaba descansando de puta madre.

—Te va a explotar la cabeza —murmuró orgulloso, moviendo unas pocas cosas en el programa que usábamos para componer—. ¿Lista?

Asentí rodando los ojos ante uno de sus típicos ataques de narcisismo y él puso play.

Un beat grave comenzó a retumbar en las bocinas. Poco a poco se le fueron uniendo más instrumentos que le daban un aire casi nostálgico y jazzy, pero sin perder la simpleza y a la vez la potencia que se había planteado desde el primer segundo de canción. Entreabrí los labios y pasé la lengua por ellos en un gesto de concentración, viendo el techo sin realmente observarlo. Yoongi me miró callado, expectante a mi reacción.

Cuando la música finalizó sonreí amplio y me paré de la cama, estirando los músculos mientras me acercaba a él para palmearle el hombro con poco cuidado.

—Pide el desayuno y de paso la comida, Min. No vamos a salir en todo el día de aquí.

staged » bts; myg.Where stories live. Discover now