12. Investigaciones

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Capítulo 12: Investigaciones.

Una mujer de cabello marrón oscuro y ojos del color del chocolate tarareaba una canción muy contenta mientras terminaba de trazar en el suelo las líneas que conformaban las reliquias de la muerte.

Conforme con su trabajo asintió, orgullosa. Con su varita encendió las mechas de las tres velas blancas, las tres velas rojas y las tres velas negras que se encontraban en las tres esquinas del triángulo.

Dorothy Mónaco era una bruja sangre pura, aún recuerda orgullosamente el día que su señor le encomendó aquella tarea tan importante, solo a ella.

Por que sí, Dorothy era una mortífaga infiltrada. También recuerda con anhelo y cariño esos días de gloria donde torturaba y masacraba a esos asquerosos sangre sucia y traidores de la sangre.

Pero esos días habían terminado, aunque no faltaría mucho tiempo para que volvieran...Todo dependía de lo bien que le saliera su plan, claro.

Observó a todos esos mocosos inconscientes en el suelo y sonrió, su plan maléfico iba a la perfección.

Levantó la varita y murmuró, con voz cantarina:

— Tar éis draíocht mianaigh, agus a thaispeáint dom cé acu a bhfuil an fuinneamh aige*.

Cuando el hechizo dio resultado, la punta de su varita se iluminó con una luz dorada y con ella apuntó hacia el frente, donde se encontraban todos esos mocosos.

Sin embargo la luz nunca cambió a celeste, por lo que bufó molesta. La criatura no se encontraba entre esos alumnos, por lo que se le hacía más difícil su misión, aunque no imposible. Este era solo un pequeño contratiempo.

Rápidamente eligió a seis de aquellos estudiantes (tres chicas, dos chicos y uno sin identificar debido a que iba disfrazado de pies a cabeza como El Yeti), a los seis que más se movían, luchando contra su embrujo. Esos eran los de la energía mágica más fuerte.

Entonces los hizo levitar, encantando sus disfraces con un simple Wingardium Leviosa para que flotaran hacia donde ella quisiera. Hizo que con sus cuerpos formaran el triángulo de las reliquias de la muerte, dejándolos caer de forma prolija sobre las líneas que había dibujado con anterioridad.

Se separó un momento para ver su plan tomar forma, tanto tiempo...Tanta espera había válido la pena.

Sacó la daga (con mango de oro y hoja de obsidiana encantada) que guardaba en su túnica y lo colocó a la altura de su antebrazo, era hora de comenzar. Se arremangó la parte de la túnica de su brazo izquierdo hasta que pudo ver su Marca Tenebrosa, aquélla que aún le picaba, y levanto en alto la daga, sonrió cuando comenzó a bajarla en dirección a su marca.

Realmente no llegó a nada, y eso era aún más decepcionante, por que en ese momento la voz de Albus Dumbledore se escuchó.

— ¡Expulso! —exclamó el anciano, mandando a volar a Dorothy que cayó sobre unos alumnos.

Se levantó, furiosa, observando a los culpables de que su plan haya salido mal. A aquellos dos tontos alumnos que se le habían escapado, nunca iba a olvidarse de sus caras, ni de ese brillante cabello naranja.

Intento localizar su daga o su varita, pero la daga estaba en el otro lado de la habitación fuera de su alcance y su varita...

— ¡Accio varita de Dorothy Mónaco! —exclamó la voz de Severus Snape, sin titubear ningún momento.

Gruño. Maldito traidor. Ella siempre lo había sabido y su señor nunca le creyó, tonta de ella por no haberlo matado cuando tuvo oportunidad.

— ¡Eres una vergüenza, Severus! —exclamó, intentando tirarse encima de él. Tan cegada por la furia estaba que ni cuenta se dio de que había sido inmovilizada con magia—. Eres un traidor, si —sonrió—, eso es lo que eres.

Las Crónicas de Maggie Snape I: Visiones (Fred Weasley)Where stories live. Discover now