Capítulo Tres

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ㅡ¡Mamá, estoy en casa!ㅡFélix gritó en cuánto sus pies pisaron el encerado y reluciente piso de su casa. Estaba todo en orden, como si nadie habitara dentro y todo era gracias a los empleados que se esmeraban en dejar la casa impecable.

El rubio caminó a pasos lentos hacia la sala de estar, sentándose en el sofá más grande la casa no sin antes tomar el control remoto para encender la televisión y recostarse allí intentando dormir algo, desde la muerte de su padre, que no había sido hace más de tres días, había dormido no más de diez horas por lo que ello lo estaba matando por completo.

Analizó el día que había tenido, seguía con el traje con el que fue al funeral y ésos incómodos mocasines que hacían que sus pies dolieran de manera infernal. Sin embargo, no le incomodó si se trataba de dormir. Cerró sus ojos intentando entrar en un pacífico sueño pero el tintineo de su celular interrumpió todo lo que había conseguido lograr. Bufó, pero no tenía pensado siquiera moverse. Era como si estuviera entrando en su estado de hibernación así que no se inmutó.

El tintineo volvió a llenar sus oídos, y ahí ya creyó que quizás podría ser algo importante y no lo debía evitar. Se sentó en su puesto, mientras escuchaba el ruido que emitía la televisión frente a él.

ㅡQuiero pazㅡse quejó.

Tomó su aparato y en el buzón de entrada notaba un número telefónico que no se encontraba registrado en sus contactos, así que sin pensarlo lo abrió.

"¿Llegaste bien a casa? Soy Bin."

Rió por el diminutivo que había utilizado, pues le recordaba a una serie de televisión que había visto anteriormente con Sophia un sábado por la noche cuando sus padres habían salido a algún tipo de cena romántica.

"Sano y Salvo."

Sonrió antes de depositar nuevamente su teléfono en la mesilla y estirarse sobre el cómodo sofá que se encontraba justo bajo su delgado cuerpo. Escuchó como un plato había caído en la cocina, pero no tomó atención puesto que a la cocinera de la casa siempre cometía ése tipo de errores, a ésa altura ya se habría cabreado pero su cabeza estaba en otro mundo en ése instante.

 Escuchó como un plato había caído en la cocina, pero no tomó atención puesto que a la cocinera de la casa siempre cometía ése tipo de errores, a ésa altura ya se habría cabreado pero su cabeza estaba en otro mundo en ése instante

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ㅡFélix, preparé tu cama arribaㅡuna de las empleadas domésticas movió lentamente el hombro del joven, pues sabía cuán cercano era a su padre y cuánto pudo haberle afectado su muerte.

El rubio se removió antes de comenzar a tallar sus ojos y bostezar, la mucama rió bajo antes de ayudarle a levantarse.

ㅡMuchas gracias, Sunheeㅡagradeció. Tomó su teléfono perezosamente y caminó con su chaquetilla llevándola casi a rastras por el suelo.

ㅡ¿Necesitas ayuda, cariño?ㅡle preguntó pero éste en su lugar sólo negó con la cabeza antes de ir escaleras arriba lo más rápido que pudiera.

Sus hermanas posiblemente no estaban en casa ni mucho menos su madre, ellas salían juntas siempre que podían mientras que Félix sólo salía con su padre mayoritariamente. Si salía con sus hermanas éso implicaría todo un día en el centro comercial para acabar comprando nada, y éso a él le aburría como no tenían idea.

Entró a su habitación, estaba tan ordenada que sentía que por alguna vez en su vida debía comenzar a hacer las cosas por sí mismo y no molestar tanto a Sunhee que sólo era una anciana viuda que necesitaba del dinero para vivir el resto que le quedaba.

Dejó sus mocasines junto a sus otros pares de zapatos y se quitó el traje para así llevar un conjunto de ropa mucho más casual. En cuánto acabó, se estiró por sobre su cama intentando dormir otra vez pero para entonces el sueño había abandonado su cuerpo. Escuchó una vez más en el día el sonido del tintineo que hacía su teléfono cada vez que un mensaje se unía a su buzón de entrada.

Tomó su teléfono, y leyó el nombre de Changbin en su pantalla iluminada. Sonrió en cuánto lo notó, ¿pero si respondía en seguida no sería muy desesperado? Éso se lo había dicho una vez Sophia mientras le hablaba de su novio Thomas que seguía habitando en Australia pero que juraba algún día volver por ella.

Mordió su labio inferior mientras la ansiedad se apoderaba de su ser, así que, sin poder resistir más, abrió el mensaje comenzando a leer.

"¿Aceptarías una cita conmigo mañana en L'ville? Ése restaurante que queda justo al lado del centro comercial."

No sabía exactamente qué decir, ¿debía? Era complicado, estaba de duelo pues su padre había muerto. Pero la mejor manera de despejarse de todo ello era salir con buena gente, y para éso Changbin le invitaba. No tenía nada malo aceptar así que silenciosamente comenzó a gritar mordiendo su almohada.

"¿Así que una cita, Binnie?"

Se quedó esperando el mensaje de vuelta como si de una chica adolescente enamorada se tratara. Se recostó sobre su cama con sus piernas cruzadas y su teléfono aún en su mano, como si ése mensaje dependiera de su vida. Si ésta vez fuera así, él no podría dejar que Changbin pagara una vez más por él. Félix también tenía dinero, así que también podría hacerse cargo de la cena alguna vez.

"¡Bien acertado, Lee! ¿A las 7.00? Iré por ti"

Félix no pudo evitar soltar una carcajada mientras se dedicaba a mensajear de vuelta al mayor para confirmarle que sí quería salir con él.

"Con la condición de que yo pague ésta vez."

El mensaje de vuelta llegó de inmediato, casi sorprendiéndolo. Como si Changbin también estuviera tan atento de la conversación como él lo estaba.

"Es el hombre quien paga. No te pases."

Indignación mezclada con diversión inundó su ser, y pensó antes de volver a teclear algo más.

"No saldré contigo, entonces. Gracias por el café."

"¡Bromeo!"

Rió tras ello, y como si fuera una chica donde el amor platónico le habla, comenzó a rodar su cama con sus mejillas rosadas de la timidez. Después de todo, su padre seguía desde algún lado haciéndole feliz.

ONE LOVE AND A FUNERALWhere stories live. Discover now