Capítulo 27

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Iraíla, la artesana de milagros que los medios y los fanáticos se encargaron de popularizar, vivía en el pequeño país de Holanda, y sus actos milagrosos, lo habían convertido en el más enorme que pudiera existir en el planeta, sin que tuviera que expandir su geografía.

Los católicos romanos, pronto comenzaron a ganar adeptos de la mayor parte de la gente no religiosa, que habitaba en el norte y el oeste del país. Iraíla estaba por convertirse en la única imagen de carne y hueso que relevaba en importancia a todos los santos existentes y líderes religiosos vivos y no vivos, incluyendo al Papa.

El suceso creó revuelo en el mundo con las opiniones de las distintas religiones: musulmanes, hindúes, protestantes, budistas, confucianos, ortodoxos, judíos, etcétera. No se sentían a gusto. Con las evidencias, que dejaban de ser circunstanciales, el cristianismo católico les llevaba la delantera.

La creencia religiosa es una verdad difícil de mantener oculta cuando se libera del hermetismo, y lo peor, es que se vuelve volátil con el aire.

El temor de una pandemia religiosa ruborizó al mundo.

Era la primera vez en la historia, que un suceso religioso demandaba toda la importancia. Cada país debatió sobre el tema al interior de su gobierno. El gobierno de Holanda, debió implantar medidas de seguridad, al visionar que el país sería engullido sin escrúpulos por los fanáticos religiosos, como abejas en una colonia. Las migraciones masivas comenzaron a darse.

Iraíla estaba en peligro.

Siendo el cerebro humano tan brillante como pervertido, no era difícil, imaginar un secuestro para una venta de milagros.

Las compañías discográficas vieron una grande oportunidad de negocio. Los milagros de Iraíla, eran el producto inimaginable para la nueva tendencia del mercado... Un CD musical a la venta de música lírica, original, de los temas cantados por ella, para: reconfortar y purificar el alma, acrecentar la fe, sanar las heridas emocionales, liberarse de los pecados, perderle el miedo a la muerte, curar cualquier enfermedad crónica o terminal, limpiar las suciedades del espíritu, recuperar la vista, volver a caminar, perder peso, vivir en armonía, volver a sonreír, prolongar los años de vida, y como si fuera poco, lograría un considerable ahorro en la economía familiar.

¿Quién no lo querría?

El poder religioso, el poder político y el poder económico, se mostraban como la trinidad de una era moderna. Iraíla estaba en el medio de los tres poderes sin que se lo hubieran consultado. Lo vivido por Abraham, por Moisés, por Noé o por cualquier otro de los personajes bíblicos, como lo vivido por Juan Pablo II, la madre Teresa de Calcuta, el Dalai Lama o por cualquier otro de los personajes espirituales de los últimos tiempos, era incomparable con lo que se estaba viviendo. Era de esperarse una respuesta de la iglesia.

El ocaso de un milagroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora