Maldito calcetín

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-Buenos días mamá ¿hay pan?

-Buenos días Carla, si que hay pan, he bajado esta mañana a por pan calentito para que desayunes. Te iba a despertar a las ocho pero me he dado cuenta de que hoy no tenías que ir a clase por la huelga ¿vas a hacer algo? ¿tienes que estudiar?

-Sí mamá, ¿hay nocilla?...ahh aqui está.  Quiero ponerme con un trabajo de Historia que tenemos que entregar la semana que viene y aunque lo hacemos en grupo, quiero aprovechar hoy para preparar mi parte. Además, cómo no tengo ningún examen esta semana, estoy más tranquila.

-Carla, llevo un rato buscando y no encuentro el calcetín derecho de tu hermana. Los calcetines esos rojos mullidos que utiliza ahora que hace frío para estar por casa. Los estoy buscando y creo que se te debieron caer ayer cuando recogiste la ropa de la azotea. Hazme el favor y ve a buscarlo. Como no encuentre el calcetín, tu hermana...parece que la estoy escuchando... hazme el favor que no quiero subir hasta la azotea anda.

-Vaaaale... me termino la tostada y el café y subo, pero no me visto eh, voy a subir en pijama.

Es extraño como los días que no tengo clase, aunque el tiempo real es el mismo, la actitud es de tanta felicidad que instintivamente hago cosas mejores. En lugar de la aburrida tostada con mantequilla, hunto nutella o nocilla. En lugar de colacao me tomo un café aprovechando el que ha hecho mi madre para ella esta mañana. No  me pongo ropa de calle hasta que no sea absolutamente necesario y no me importa subir a la azotea en pijama, aunque me pondré zapatillas deportivas, supongo que estará húmeda la azotea. 

El ascensor sigue en mantenimiento. Ahora entiendo porqué mi madre ha esperado a verme despierta para sacar lo del maldito calcetín de mi hermana. Lo peor, es que creo que tiene razón. Ayer salí corriendo con tanto miedo que seguro que se me calló del cesto y no me dí ni cuenta. Pero bueno, subo por escaleras y en un segundo lo recojo.

-Buenos días Ángel. -Buenos días Carla, ¿hoy no va a clase? - No, que va, tenemos huelga de estudiantes y voy a aprovechar para quedarme en casa vagueando un poquito.- No entieno qué huelga es esa entonces jajaja. Ten cuidado si subes a la azotea, creo que está el suelo bastante húmedo no te vayas a resbalar. - Gracias Antonio.

Nunca he sabido cuál es el trabajo de Antonio, supongo que como conserje, tendrá que velar porque el bloque esté  bien cuidado, pero no tenemos ni plantas ni jardín...Lo que sí que tenemos es algunos vecinos muy quejicas. Supongo que no hay mayor mantenimiento que ese. Veinte escalones más, azotea, calcetín y televisor.

Jajajajaja, qué ridícula tuve que estar ayer por la noche corriendo por esta pequeñísima terraza. Será como tres veces mi habitación, en forma de ele, la puerta que da a a las escaleras, por la que se entra, es enorme. Desde la azotea puedes ver casi toda la ciudad, la ciudad de las azoteas. Realmente desde aquí puedes controlar lo que hacen los vecinos, y ¡madre mía! ¡qué de gente tiene piscina!

Además de los doce cordeles que tenemos para tender hay una pequeña habitación con puerta y dos ventanas. Creo haber escuchando a mi madre alguna vez que antiguamente el conserje vivía aquí con su esposa, mucho antes de que naciésemos nosotros. Cuando ella era pequeña. Asi que supongo qué viviría aquí. Sin embargo, Antonio vive en un pueblo cercano, ahora la usará para guardar trastos, pero...

Efectivamente, el calcetín está en la esquina más lejana. No sé como ha llegado allí porque la ropa estaba tendida más cerca, y no recuerdo ir tan lejos. Maldito calcetín, creo que habrá que lavarlo de nuevo. 

Otra vez esa caricia de frío en el cuello, como si fuese un escalofrío. Como si fuesen dedos, cálidos en el centro pero dejando una sensación de frío al pasar. Pero aquí no hay nadie, ni siquiera corre el aire. Quizás sea que la ventana de la casita del conserje está abierta y se crea una corriente de viento.Mejor la cierro.

Pero... es tan antigua que está oxidada,  voy a intentar abrir la puerta. Es una puerta de madera mugrienta por la lluvia pero aún con escamas de pintura verde que se deshace en la mano al empujar. No, por muy fuerte que empuje está cerrada con un candado, solo puedo entrever por el pequeño espacio  que abre la puerta por el candado.Dentro parece que hay muebles muy antiguos con mucho polvo, veo la ventana y un haz de luz cargado de partículas de polvo, pero... hay algo raro en el ambiente, huele distinto, como a azufre, huele a pasado. Y...no veo bien, pero juraría que las partículas de luz no se mueven, ¡están suspendidas!¡están paralizadas!

-¡Carla! 

-¡Antonio! Buff ¡Qué susto me ha dado!

-¿Qué buscas ahí dentro?

-Nada, pensé que la ventana estaba abierta y me daba frío.

-¿Pero que dices chiquilla? Si tú estabas en la azotea. Si tienes frío será que necesitas abrigarte más, ¿para qué quieres cerrar la ventana?

-No sé... se me ocurrió eso. Antonio, una pregunta ¿usted vivía aquí?

-Jajaja, no que va, yo vivo en Chapina, un pueblo a unos 20 kilometros de aquí, vengo a diario.

-Ah, eso suponía, pero entonces ¿quién vive aquí?

-Nadie, pero no hagas tantas preguntas Carla. Recoge lo que necesites de la azotea que voy a cerrar.

(¿A cerrar tan temprano?)-Bueno... Hasta luego.

Jamás había visto a Antonio con una cara seria, jamás le he visto sin una sonrisa complaciente. ¿Qué hay en esa habitacion?

En la AzoteaWhere stories live. Discover now