Capítulo 8| Te extrañaré; No será nada fácil.

2.8K 281 59
                                    


Inhalo con fuerza para seguido de ello exhalar de forma temblorosa. Paso las manos por mis jeans tratando de secar el sudor.

Debo admitir que Trav es mil veces peor que papá en cuanto a sobreprotección se trata.

Siento una clase de deja vú recordando el momento en que tuve que avisar a mi padre mi expulsión del internado hace años, pero —al contrario de aquella vez— ahora avisaría a mi hermano. No mediante una llamada; esta vez lo haría en persona.

Ya, basta de rodeos.

Giro la llave y con ello la puerta principal se abre. Luego de empujarla asomo primero la cabeza, luego entro por completo.

—¿Travis? ¿Hermano querido de mi corazón?

Ya con más confianza cierro la puerta a mis espaldas. De todas formas ¿qué podrá hacerme ese debilucho? Lo mayor es un sermón de cuatro horas.

¡Ay! ¡Y eso me hace sufrir más que cualquier paliza!

De pronto, siento algo golpearme de frente y caigo de trasero sintiendo un peso sobre mí. O para que se note mejor: caigo sintiendo una sanguijuela apretándome en un abrazo estrangulador.

—¡Hermanita!

Aquel espacio emotivo no duró mucho. O bien, no duraron mucho los buenos sentimientos.

—¡¿Dónde mierda pasaste la noche?!—exclama el chico con complejo de sanguijuela y le brindo una de mis mejores sonrisas.

—¿Noche? ¿Qué noche?—pregunto aún sonriendo, recordando una reacción parecida de Gohan cuando le hablaban de un tal pañuelo en la cabeza, pero se podría decir que Trav estaba de todo menos divertido.

—¡Hablo enserio! ¡Me preocupé y te llamé bastante, pero nada! ¡¡Ninguna señal de vida!!

Y comenzó el sermón. No me quiero ni imaginar cómo se pondrá al enterarse que me iré.

(...)

—¿Lista?—miro al enano y luego a la casa a mis espaldas.

—Lista.

La despedida con Trav no fue nada fácil; en primer lugar porque se volvió paranoico. No quiero recordarlo en realidad, lo que sí es que todo terminó en un abrazo y un "te extrañaré, mierda con piernas" de parte de ambos.

Que amor ¿no?

El camino a casa de Trunks, que por sorpresa ¡se trata de la Corporación Cápsula! Fue algo a lo que le denomino "el viaje más largo de mi vida". El enano me sostenía de las axilas —uff por suerte me eché desodorante antes— y alzó vuelo importándole bien poco que yo sentía que en cualquier momento caería al vacío.

Por poco y me da una taquicardia.

—¡Bienvenida, Lisa!—La llamada Bulma Briefs sonreía amable y le imité. Qué mujer más agradable; no se parece en nada a su marido.

—Gracias por recibirme en casa, señorita Bulma.—Ni idea el porqué, pero su sonrisa se agrandó.

—Te enseñaré tu habitación.

Debo de admitir que sentí algo de pena tras ver todas las comodidades que me facilitaban, tal así que luego de ordenar mis cosas en la habitación designada a mi persona, caminé en dirección al laboratorio de la señorita Bulma, quien arreglaba los que —a simple vista— se podían notar que eran robots.

—¿Para qué los robots?—pregunto acercándome a su persona, y ésta limpia una gota de sudor de su frente para luego centrar su atención en mí.

—Son para la cápsula de gravedad de mi marido.—Tal respuesta tan... vacía no me aclaró nada. En primer lugar ¿El tal Vegeta entrena? ¿Será más fuerte que Trunks? ¿Más fuerte que... Gohan?

—¿Le ayudo?—pregunto, y ésta se niega—. Insisto...

—¿Sabes soldar?

De pronto, una sonrisa me asalta.

—Podría aprender.

Y así, mi día —o lo que quedaba de éste— se basó en ayudar a la señorita Bulma. De hecho, Trunks estaba sumamente insistente para comenzar con el entrenamiento, pero su madre le regañó diciendo que debía dejarme al menos este día para hacer lo que quisiera, así para mañana mismo comenzar mi entrenamiento.
Mi yo de hace una semana se reiría de mí. Imaginarme siendo entrenada por un enano de ocho años igual es extraño, bastante.

¿Qué será de mi querido hermadiota? De seguro ya está de reventón, o aprovechó de llevar a alguna chica a la casa. Espero que eso último no ocurra, porque si una oxigenada llega a al menos pisar mi habitación... Ninguno de los dos vivirá para contarlo.

Miro el techo color celeste con detenimiento; por más que lo intento se me hace imposible conciliar el sueño ¿Qué hora es? De seguro las tres o cuatro de la mañana, pero no sé... Esto de dormir en casa ajena se me hace extraño.
Unos ruidos fuera me alertan, tal así que me coloco de pie con velocidad. Camino a la ventana, y una luz dentro de una especie de nave en el patio se gana toda mi atención. ¿Será la tan nombrada Cápsula de gravedad? Sólo existe una forma de averiguarlo...

Ya decidida camino hacia el exterior de la habitación, bajo las escaleras, y salgo al patio en un acto meticuloso. La cápsula de cerca era más grande de lo que aparentaba desde la ventana, no tardo en caminar en dirección a una ventanilla para mirar hacia el interior; el padre de Trunks expulsaba luces de sus manos en dirección a unos cuantos robots —que de seguro son los que la señorita Bulma ha arreglado—. La nave remecía, y el poder desbordaba a tal punto que una sensación de salir corriendo me inundó pero, después de haber llegado no me echaré hacia atrás.
Con energías renovadas, camino en dirección a la puerta, donde le doy tres golpecitos que fueron suficientes para que todo sonido de ruptura en robots y ataques callara. La puerta no tardó en abrirse y por segunda vez yo volvía a mirar de frente a tal sujeto.

—¿Eras tú, mocosa? ¿Qué quieres?—Abro la boca sin decir nada. ¿Cómo podría pedírselo? Ese hombre da miedo ¿Y si se burla de mí? Es lo más seguro, aunque prefiero aquello a que me mate—. ¿No dirás nada?—pregunta nuevamente sin oír respuesta. Éste se devuelve por donde vino, y allí pude reaccionar.

—¡Espere!—Vegeta se detiene—. He oído que es muy fuerte, Vegeta. Quiero que sea mi maestro durante mi estadía aquí.

—¿Qué no es mi hijo tu maestro?

—Lo sé, pero usted puede entrenarme por las noches a espaldas de Trunks. Sólo quiero ser más fuerte.—Vegeta se gira nuevamente a mi dirección. Esta vez no me congelo tras tener su gélida mirada encima, él sonríe.

—Eres una mocosa muy estúpida, pero tienes agallas.—Sonrío, pero éste continúa—. Agallas que no sirven de nada con tu patético nivel de pelea.

—Por favor, entréneme—me agacho a su dirección quebrantando de pronto el orgullo, pero si en verdad quiero algo, ni la voz en mi cabeza me impedirá lograrlo.

—No será nada fácil—advierte, y sonrío.

¿Eso es un sí?

—Acepto el reto.—Mi ahora segundo maestro se da la vuelta para volver a su Cápsula de entrenamiento. Deja la puerta abierta.

—¿Qué esperas, mocosa?—Éste alza una ceja, haciéndome despavilar.

—¡Ah, sí sí! ¡Voy, maestro!

CICATRICES  ━ Son Gohan. Where stories live. Discover now