Capítulo 14: Miedo.

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Era media noche y Matsuri se encontraba acostada mientras Gaara la abrazaba por la espalda. Sabía que tenía que dormir porque durante el día tendría sueño y traería unas ojeras enormes, pero últimamente el insomnio se había sumado a "la lista de cosas que debía sufrir por estar embarazada", aunque no era que le molestase, pero cada vez se sentía más inquieta por que se acercaba la fecha de su parto, ya tenía ocho meses y medio por lo que su bebé podría querer salir en cualquier momento. Inclusive estuvo sintiendo contracciones leves, pero el médico le había asegurado que si no se presentaban con una frecuencia superior a cinco por hora y no eran fuertes, no habría de que preocuparse.

-Matsuri, duérmete- dijo el pelirrojo con sus labios pegados a su oreja y la voz grave por la hora.

-¿Cómo sabías que....- iba a continuar pero un fuerte dolor se extendió por su vientre haciéndola olvidar lo que iba a decir.

-Sólo lo sabía, ahora duerme, necesitas descansar- añadió el Kazekage afianzando el agarre a su cintura.

-Es que no tengo sue...- otra vez ahí estaba, pareciese una réplica de la primera pero un poco más aguda, inmediatamente se preocupó, pues esos dolores eran más frecuentes y poderosos que los que había sentido ayer.

-¿Por qué no terminas lo que di..- ahora el interrumpido fue el pelirrojo, por un grito de la chica que se encogió sobre sí. Rápidamente se levantó y la ayudó a sentarse en la cama- Matsuri ¿Qué tienes? ¿Te sientes mal?

-Creo- respiró profundamente para calmarse y sonreír un poco- creo que ya va a nacer.

Gaara la miró como si no creyese en sus palabras y regresó a la realidad con otro gritito por parte de la chica. La tomó en brazos y utilizó su arena para llevarlos ágilmente al hospital.

En un dos por tres la castaña ya se encontraba en una cama esperando que el médico le indicara que comenzará pujar. Sus gritos se hacían más frecuentes al igual que sus contracciones, sus lágrimas no se hicieron esperar, gotas de agua que eran una mezcla de frustración, miedo, coraje y felicidad.

-Gaara, tengo miedo- susurró en un sollozo la chica viendo a su esposo a los ojos, precisamente aquellos ojos aguamarina que habían sido su perdición por mucho tiempo y ahora, en ese momento tan difícil, parecían ser su única salvación.

El pelirrojo se pasmó ante aquellas palabras que tanto se había empeñado en evitar pronunciar, pues él también tenía miedo: miedo que le pasará algo a su hijo, miedo que le pasará algo su esposa, miedo de que su hijo creciese sin una madre a su lado al igual que él y miedo de ser un mal padre. Estaba indiscutiblemente aterrado, pero no era el momento para infundir más miedo en la chica.

-Todo estará bien- dijo lo más sereno que pudo, a pesar de que los nervios se lo comían vivo.

-Muy bien señorita, necesito que puje cuando sienta la necesidad ¿de acuerdo?- expresó el doctor, inmediatamente al ver que tenía luz verde la chica comenzó a hacer su mayor esfuerzo por dar a luz a su hijo, pero en el intento se percató que era un trabajo demasiado difícil, así que lo estuvo intentando tanto tiempo que perdió la noción del mismo sin aparente resultado.

-Ya no puedo, no puedo- comentó con la voz estrangulada. Al Kazekage le partió el corazón verla así: sus cabellos se pegaban a su frente y sus ojos se veían desorbitados, respiraba agitadamente y con cada grito pareciese que le arrancasen un pedazo del alma. Y por un momento el miedo de que su peor temor se hiciese realidad lo volvió a embargar.

-Vamos, sé lo fuerte que eres, tú puedes hacer esto Matsuri- añadió el muchacho sin dejar de sostener su mano en ningún momento.

Esas palabras parecieron animarla un poco cuando otro dolor le invadió la zona pélvica y la hizo gritar audiblemente, era como si la fuesen a partir en dos, casi insoportable.

Empujó acompañada de un grito desgarrador y seguidamente por el llanto de un bebé.

-Eso es, lo has hecho, ya está aquí nuestro hijo, es un niño- señaló el Sabaku No con alegría.

-Quiero verlo- balbuceó la castaña, sentía la boca seca del esfuerzo y el cuerpo le daba pequeños espasmos, pero al ver al pequeño bebé que colocaron a su lado en la cama, supo que todo valió la pena. Lo acunó con ambas manos sin moverlo de su lugar inicial y lloró de felicidad.

-Es tan pequeño- susurró- yo siempre te voy a querer- dijo firmemente al tiempo que todo se volvió negro y escuchó como Gaara llamaba a la enfermera, en ese momento se desplomó y no supo más de sí.

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Por una noche... [GAAMATSU]Where stories live. Discover now