Y lo nuestro no fue ninguna ley perdida del universo, solo éramos dos chicos gays enamorados que vivían bajo la insistencia constante de focos, una presión que ni la gravedad ejerce.

Aún me resulta jocoso cuando nos dicen que lo tenemos todo, cuando la realidad es que nos lo han quitado lo poco que ya teníamos...

¿Y qué tenía yo? ¿Qué tenía Kim Taehyung antes de ser un miembro de BTS? Bueno, tenía sueños. Pero no me malinterpretes, los sigo teniendo.

Pero lejos de mis sueños, te tenía a ti. Tú no eras un sueño, Jungkook. Eras tan real como tus gestos indiscretos. Cariñoso hasta la saciedad, más conmigo que con los otros. Tenías dieciséis años, no estabas jugando.
Yo tampoco.

Tus abrazos después de un día duro de ensayo eran acogedores, me sentía en un hogar. Protegido. Todos empezabais a formar lo que actualmente es mi segunda familia, poco a poco, juntos construimos desde los cimientos un mundo solo para nosotros, en el que la norma básica era querernos y protegernos —por igual, que somos celosos.

Pero contigo era diferente y ambos lo sabíamos. Nunca nos faltaba un momento para estar a solas, no sé cómo nos las apañábamos para que en un apartamento con siete chicos siempre tuviésemos un momento para ti y para mí.

Primero fue para ti y para mí; un qué día más duro hemos tenido y un daremos lo mejor que tenemos. Luego fue para nosotros; me siento seguro en tus brazos y no quiero dormir lejos de ti.

No nos causó pudor admitir que nuestra inclinación se orientaba más hacia un hombre, y entre los demás no fue una gran conmoción, aunque se enteraron mucho más tarde que tú y que yo.

Dejé de ver tu sobreactuada admiración y empecé a ver amor.
Amor, amor, amor.
Te amaba y quería decírtelo.

Pero no podía, me dan vergüenza esas cosas, Jungkookie, y tú lo sabes mejor que nadie. Por eso prefería demostrártelo.

Esos roces inocentes entre nuestras manos me ayudaban a camuflar que bajo mi sereno semblante existía un adolescente con las hormonas revueltas.

Un roce con el pulgar sobre el dorso de tu mano. Amistad.
Un abrazo un segundo más largo que el de los otros. Amistad.
Un beso rápido en la mejilla, y luego hacer como que la cosa no iba conmigo. Amistad.

¿Te di pie? Eso quiero creer, porque aún no me explico la fuerza, pasión, ímpetu o lo que sea que desbordaras cuando me besaste.
En los labios.

Me gustas, TaeTae, me gustas.

Gracias a Dios que eres el más atrevido de los dos, quizá todavía estaría dándote besitos discretos en la mejilla.

Y luego de saborear tus labios una vez pude hacerlo todas las que se me antojaron.
Tres, cuatro, doscientas.

Debí darte más besos, debí darte más besos.

Desde los dieciséis a los diecisiete tuvimos un noviazgo normal, secreto. Pero estábamos preparados para que los chicos lo descubrieran. Quizá queríamos que nos descubrieran, así sería más fácil darte un beso delante de todos o ponerme celoso y tener justificación.

Vamos, no tardaron en darse cuenta. Y eso que al principio pensaban que te tenía más cariño porque eras el único maknae que tenía. Pero no, no era eso.

Qué bien se respiraba, ¿recuerdas? Cuando estábamos los siete y podía tomarte entre mis brazos y todos nos miraban con ternura. Mira a los tórtolos. No nos importaba, qué bien se vive enamorado.

Podía darte un beso por las mañanas cuando nos reuníamos. Y todos se quedaban embobados admirando la comodidad en la que nos desenvolvíamos estando juntos.
Qué bonito.
Qué bonito fue amarte, Jungkook.

No me digas que me quieres ー vkookWhere stories live. Discover now