¿Me odias? [Jikook]

[03] 1° año

―Mamá, ¿me das una moneda? ―La señora Park mira a su hijo mayor con curiosidad antes de finalmente abrir su monedero, sin poder negarse a su petición. ―¡Gracias!

Ve al pequeño correr lejos, en la misma dirección que ha tomado en los últimos minutos, y se pregunta seriamente qué juego ha viciado a su pequeño como para que éste ya haya repetido la acción seis veces consecutivas. Suspira, girándose hacia su hijo menor que está entretenido en un avioncito mecánico que se mece al ritmo de una melodía infantil, y se sobresalta cuando un minuto más tarde unas manitas tiran de su pantalón, exigiendo su atención una vez más; Jimin estaba ahí de nuevo.

―Mamá, ¿me das otra moneda? ―Pregunta, haciendo su mejor sonrisa angelical.

―Jiminie, dentro de poco nos iremos, ¿lo sabes? ―Le recuerda, dándole otra moneda, y el niño asiente eufórico antes de salir corriendo nuevamente.

La señora Park gira hacia su otro hijo, tomándolo en brazos para ayudarlo a bajarse cuando la máquina se detiene y sostiene su mano para dirigirlo al encuentro de su hermano mayor.

―Mami, ¿por qué hyung te ha pedido tantas monedas?

―No lo sé, cariño, probablemente tu hermano encontró un juego que le ha gustado muchísimo ―Sonríe dulcemente en su dirección, alzando su vista para buscar a Jimin. ―Oh...

No es difícil encontrar a Jimin, sin embargo, le sorprende encontrarlo junto a las máquinas de regalos sorpresas, pues por lo general el niño suele pasar de ellas. Camina hasta él, deteniéndose a su lado, y la ternura la invade cuando su hijo abre el huevo que ha obtenido recientemente y hace un puchero, inconforme con el contenido.

―Jimin ―Llama, obteniendo su atención. ―¿Qué buscas, hijo? —Pregunta al comprobar el resto de sorpresas abandonas a su suerte en el piso.

―Un anillo ―Ella lo mira sin comprender. ―Una niña ha echado una moneda aquí y de uno de los huevos ha salido un anillo, ¡un anillo, mamá! ―Exclama, abriendo sus ojos mientras hace énfasis en sus palabras. ―¡Pero yo no consigo ningún anillo! ―Refunfuña, viendo como su hermano pequeño suelta la mano de su madre para comprobar los regalos que ha obtenido, siendo la mayoría figuritas de plásticos.

―Hyung, ¿me los puedo quedar? ―Jimin asiente desganado, extendiéndole el último huevo comprado, y la señora Park lo mira con empatía ante su evidente pena.

―Si te doy una moneda más y no lo obtienes, ¿prometes que no insistirás y nos iremos a casa? Tengo que preparar la cena, hijo

―¡Lo prometo! ―Su rostro se ilumina por completo cuando otra moneda más llega a sus manos.
Jimin gira hacia la máquina, su mirada tornándose seria. Junta sus manos y hace una pequeña oración esperando que al menos una divinidad o un superheroe tengan piedad de él y pongan el mundo a su favor. Inhala, colocando finalmente la moneda en la ranura, y sigue conteniendo el aliento mientras toma el huevo obtenido.

―Si no es un anillo, ¿me lo puedo quedar? ―Escucha la voz de su hermanito, pero la ignora por completo para verificar el contenido.

Exhala. Sus ojos se iluminan una vez más y un pequeño grito lleno de júbilo escapa de su boca. Un anillo, ¡él había ganado un anillo!

Su madre quiere preguntar el porqué de su deseo por obtener ese anillo, pero lo ve tan feliz en su propio mundo, que se dice a sí misma que luego ya tendría tiempo para averiguarlo.

***

Jungkook se asoma por la puerta de su aula, comprobando que Park Jimin aún no ha llegado. Suspira aliviado y camina hasta su escritorio mientras intenta mantener un perfil bajo. Desde que ingresó a la escuela, aquel extraño niño no había dejado de seguirle y él simplemente estaba harto de ser el centro de atención. Como si fuera poco, debido a que siempre tenía que estar escondiéndose del molesto acosador, aún no había sido capaz de hacer amigos. Su timidez ya era suficiente desventaja para él, ¿así que por qué Dios le había mandado también un compañero tan extraño como Jimin? A su corta edad Jungkook no estaba seguro de poder sobrevivir a su vida estudiantil.