—Primero —habló Jimin, acercándose más—, respetas a mi madre, ella no es ninguna puta. Segundo, sí, yo accedí, así que si no cierras la boca será peor. Y tercero... —sonrió hasta que sus ojos se cerraron—, no eres quién para hablar de lo que me hizo mi padre, maldito hipócrita. ¿Es que acaso fuiste un padre ejemplar? ¿U olvidaste los golpes que le dabas a...? —Dejó de hablar al darse cuenta de lo que estuvo a punto de decir.

La fuerza que se ejercía sobre el cuerpo del señor Min desapareció en un instante, lo que le permitió ponerse de pie con dificultad y comenzar a dirigirse hacia el escritorio en el que Jihyun estaba. Al principio pensó que Jimin lo atacaría tomándolo por sorpresa, pero notó que él se quedó en el mismo lugar y en la misma posición, petrificado. Al llegar, se apoyó un poco sobre la mesa para mantener el equilibrio y observó al joven de cabello negro y puntas rojas, quien se veía muy despreocupado.

—Quiero a mi hijo en una semana, si no, diré todo —le habló con un tono autoritario.

—Muy bien, señor Min —le respondió, sonriéndole de forma sarcástica—. Puede retirarse.

El hombre se quedó unos segundos allí, estudiando sus palabras y la manera en la que las había dicho. Chasqueó su lengua e inmediatamente se dispuso a caminar otra vez, alejándose de allí para pasar por la puerta principal. El joven Jihyun se mantuvo atento a sus movimientos hasta que él desapareció de su vista, por lo que se dispuso a hurgar en su bolsillo para sacar su caja de cigarros y luego tomar otro de allí, encendiéndolo. Cerró sus ojos y dio la primera calada con lentitud, tratando de relajarse un poco, posó su vista sobre su hermano mayor, quien se había quedado en el mismo lugar durante todo ese rato, y frunció el ceño con furia. Arrojó muchos de los papeles del escritorio con fuerza, haciendo un ruido bastante llamativo para cualquiera, sin embargo, Jimin no se movió, no le dio importancia. Sabía que eso iba a suceder. Dio otra calada a su cigarro y le hizo una señal a Yuna, indicándole que se aproximara hacia su oído.

—Síguelo, Yuna —le susurró—. Jimin no parece estar consciente de lo que está pasando ahora, así que él no puede hacer nada, ¿bien?

Ella asintió.

—Entendido, pero si Min se da cuenta...

—No lo mates, será un problema si el líder de los Min muere.

La jovencita de coletas tiernas se retiró de esa gran sala dando algunos saltos. Jihyun rodó los ojos con fastidio, a veces su hermana se comportaba de una manera un poquito infantil. Se puso de pie y se estiró un poco, ignorando todos los papeles que había tirado, y yendo hacia la gran ventana que daba al paisaje descampado en plena noche. Dejó el cigarro en su boca para abrir los cristales muy gruesos y permitir el paso de aire fresco. Apoyó sus brazos sobre el borde y se dispuso a seguir fumando en silencio, ignorando el hecho de que Jimin seguía allí, en el mismo lugar en el que había estado. Sabía que no serviría de nada intentar que reaccione, porque ya había sucedido varias veces antes y el resultado siempre era el mismo. Solo tenía que esperar.

—Te ves exhausto.

Jihyun se sorprendió al oír la voz de su hermano, pero no se movió de su lugar. Al instante notó una silueta a su lado, apoyándose en el borde de la ventana tal y como él, por lo que sonrió un poco, quitando el cigarro de su boca para exhalar el humo.

—No encuentro ni siquiera una pista del lugar en el que se esconden esos malditos hijos de puta, hermano —dijo—. Y estoy seguro de que Min Yoongi está con ellos.

—Ya vas a encontrarlo.

—¿Tú estás bien? —Le observó con curiosidad.

Soltó una efímera risita.

Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora