Capítulo 3: La Morgue.

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«Si tu corazón valiese oro, muchos te hubieran abierto en canal»

El varón perdió su mirada en las flores obsequiadas por la muchacha.

—Me pintas mejor de lo que soy. Crees en mi inocencia por el mero hecho de haberte ayudado como psiquiatra. Si nunca me hubieras conocido, me juzgarías como el resto de personas —murmuró, entristecido.

—No diga eso. Usted siempre ha sido muy gentil incluso con la gente desconocida. Sé que sólo soy una paciente más, pero creo en su inocencia señor Krood.

—Gracias.

—Me apena que haya perdido la memoria. Se le ve tan indefenso... Incluso su personalidad no es la misma.

Aquel peculiar comentario levantó su curiosidad y no pudo evitar indagar en ello.

—¿Cómo dices?

—Tengo que irme. Ponga las flores en un bonito jarrón con agua. No deje que se sequen —La joven le dedicó una simpática sonrisa—. ¡Hasta luego! Cuídese.

Y tan pronto como llegó, se marchó.

El joven dejó las flores en su mesa de escritorio. Las palabras de Katrina resonaban en su mente. Si su personalidad había cambiado, se preguntaba cómo era antes.

«¿De verdad era tan gentil como decía?», se preguntó así mismo.

Ni siquiera estaba seguro hasta dónde llegaban sus limites de moralidad. Nadie le creía, nadie se había puesto a su favor, salvo aquella joven, que lo miró como si fuera la mejor persona de la Tierra.

Sintió mucha curiosidad de saber el expediente de la joven. Debía de tener alguna carpeta con sus fases de mejoría, junto a su depresiva historia. Toda persona se le hacía sospechosa, mucho más al no recordarlos. Podían mentirle a la cara y el varón no pecartarse de ello por la maldita amnesia. 

Buscó con ahínco por los cajones archivados de la habitación y encontró el nombre de ella.

«Katrina Voclain», leyó para sí mismo.

Examinó su carpeta con detenimiento. Shaddy se posicionó a su lado para leer lo que el joven agarraba.

"Katrina Voclain sufre de Trastorno limite de la personalidad. (TLP) Acudió a Hellincult tras estar varios años sin tratarse ni recibir ayuda de ningún tipo. Cuenta que ha intentado quitarse la vida en numerosas ocasiones, siendo fallidas por el impedimento de las personas que apreciaban sus actos. Confiesa que no es capaz de suicidarse, sino que buscaba la muerte en acciones cotidianas de la vida diaria. Fue obligada a venir al centro mental por un familiar que no ha querido mencionar.

La psicoterapia le está yendo muy bien y ha mejorado mucho. Se le ha ido recetando una serie de pastillas (antidepresivos) para disminuir su elevado estado emocinal, como la depresión, impulsividad y la agresividad."

—¡Mira como escribes, Vincent! Eres un buen psiquiatra —habló Shaddy con diversión.

—Ni siquiera recuerdo haberlo escrito.

—Agradece que la chica no te haya mentido. Dado las malas vibraciones que en Villa Lamentos albergan, cualquiera podría lastimarte.

Él se sentó en el sofá, frotándose su frente con fatiga. Le era tan frustrante no recordar a sus pacientes, tan irritante no conocer a nadie que lo miraba. Sentia unas profundas ganas de darse golpes en la cabeza para que de una vez algo de lucidez y recuerdos caminasen por su mente. Estaba perdido, abandonado en un pueblo que creció en el.

Sus ojos marinos estudiaron la figura monstruosa de Shaddy, que se divertía tocando los lápices y bolígrafos. Sus cuernos en forma de espiral resultaban gigantescos en aquel cráneo de carnero. Su conjunto elegante le hizo preguntar la razón del por qué vestía formal.

Shaddy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora