Capítulo 7: Baby Doe.

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"Y es que cuando uno sacude el cajón de los recuerdos, son los recuerdos los que terminan sacudiéndolo a uno

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"Y es que cuando uno sacude el cajón de los recuerdos, son los recuerdos los que terminan sacudiéndolo a uno."

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Vincent se quedó absorto ante la fotografía que tenía en sus manos. La observaba con aflicción y cierto desconcierto. Ivy posaba sonriente junto a su extraña amiga, la pequeña que aún se desconocía su nombre. No lograba comprender qué hizo su novia mientras estuvo con vida ni a qué se dedicó. El varón empezó a creer que quizá trabajó al cuidado de los niños internos que allí dentro albergaban.

El baúl de los recuerdos que guardaba la infante se podía ver todo tipo de cosas, entre ellas se distinguían pulseras echas a mano y fotografías junto a la muchacha. Había tantas que no sabía cual de todas mirar.

Shaddy continuaba mirándole en aquella habitación poseída de juguetes infantiles y muñecas sin cabezas. El monstruo era tan alto que tuvo que alzar la mirada para apreciarlo. Al estar de cuclillas parecía más siniestro de lo habitual. El varón esperó a que éste le dijera algo, pero se mantuvo callado observando la situación.

—¿Le ocurre algo, señor? —indagó la niña con extrañeza.

—¿Puedo quedarme esta fotografía?

—Pero, es mi fotografía. No puedo dársela.

—Tienes muchas más, pequeña. ¿No sabes quién soy?

La pequeña se mantuvo callada durante algunos segundos. Lo estudió con la mirada y dijo:

—Mi psiquiatra, señor.

—También fui el novio de la mujer que sale en tus fotos.

—¿De verdad? ¡Qué bonito!

Vincent esbozó una sonrisa. Le resultó extraño que la pequeña no dijera nada de la muerte de su amiga, ni que tampoco preguntase por ella. Se figuró que al ser una simple niña, los del personal no le habían informado aún de la muerte de Ivy por no saber cómo manejar la situación. Era difícil explicar a un infante que la mujer que la visitaba todos los días jamás volvería a disponer de su encantadora presencia. No era un tema que se pudiera digerir.

Al final, la niña terminó accediendo en darle la fotografía. No quería ser egoísta con sus obsequios y tampoco se la estaba dando a un desconocido, conocía a Vincent y sabía que su psiquiatra cuidaría la imagen como si de oro se tratase. Le comentó que la pusiera en un marco bonito, para que cuando acudiera a su consulta pudiera apreciarla con gusto. A parte, la infante también posaba en ella. Se sentía superior a sus compañeros si veían que su adorable psiquiatra tenía una fotografía de ella en su despacho, como si ésta fuera su propia hija.

—¿Cómo te llamas? —Le preguntó él con curiosidad.

—Aquí me llaman «Baby Doe».

Se asignaba el nombre de Baby Doe cuando se desconocía la verdadera identidad de un infante o un bebé. Aquel hecho hizo que el hombre alzara sus cejas con asombro.

Shaddy ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora