Capítulo 2: Fortalezas y debilidades.

3.8K 222 13
                                    

Elena

Hace tiempo leí algo, en algún sitio, sobre cómo el tiempo es relativo. Un minuto puede ser un segundo o una eternidad completa, depende de quién lo esté viviendo. No creía que fuera posible, un minuto era un minuto y sólo eso, pero sentada frente al féretro, con la mirada perdida y mi mente atrofiada por el dolor, podría jurar que el tiempo se había detenido o, que al menos, todo a mi alrededor se movía en cámara lenta.

Es difícil explicar lo que se siente cuando alguien tan importante se va, nunca piensas que la última vez será la última vez. Creí que habría más abrazos, más besos, más peleas por cosas sinsentido, más oportunidades de comportarme como una malcriada adolescente, más momentos bochornosos, más, simplemente eso, más. Y luego desperté y me dijeron que no sería así, que realmente, no volvería a refugiarme entre sus brazos ni a escuchar sus consejos amorosos y torpes sobre cómo conquistar al chico de mis sueños. 

La muerte era parte de mi vida, fatalidad, lo sabía y la aceptaba como parte del paquete pero no por eso dejaba de doler como el demonio cada vez que me alcanzaba. El frío creció y creció durante toda la noche que pase en vela, sólo viendo al vacío, voces llegaban a mis oídos y se iban sin transmitirme absolutamente nada. Ni siquiera podía decir a ciencia cierta cómo o con quién había llegado a dónde estaba, lo único que ocupada mi vista era el ataúd donde yacía la persona más importante en toda mi vida, o lo que quedaba de ella.

Me sentía pesada, mi cabeza quería dejarse caer en cualquier superficie mientras me formaba un ovillo con el resto de mi cuerpo para intentar recobrar algo de calor porque parecía como si estuviera a un millón de grados bajo cero, ni siquiera podía llorar porque las lágrimas se habían convertido en finas esquirlas de nieve atoradas detrás de mis párpados. El dolor era tan grande, tan monumental, que ni mi cuerpo ni mi alma eran capaces de procesarlo y por eso estaba congelada.

Había experimentado la pérdida hacía dos años pero ni siquiera ese dolor podía compararse al que experimentaba en ese momento. Hace dos años había perdido a las persona que más había amado pero ahora había perdido a la persona que más me había amado y me sentía sola, más que sola, me sentía vacía y, por primera vez, me sentía débil, como si el más leve resoplido o cambio en el ambiente pudiera hacerme pedazos.

Y pasó, un simple movimiento imprevisto me rompió. Los brazos de mi casi olvidada media hermana terminaron de abrir la herida más profunda que jamás había experimentado y liberaron el veneno que me estaba carcomiendo por dentro. 

  —Elena, lo siento tanto, yo...

Desprecié su abrazo y la lancé lejos de mí, con tanta fuerza que casi quiebra uno de los muros. 

—No quiero que te acerques a mí, no necesito tu hipocresía ni tus falsas  poses de dolor. 

Los ojos de Bella se abrieron de par en par aunque no podía decir si realmente le dolía o no lo que pasaba, su perfecto rostro de vampiro no era lo mejor para mostrar emociones. 

  —¿Disculpa? También era mi madre, no necesito fingir nada.

Me levanté de mi asiento y la encaré.

—Y te importó tanto que no pensaste dos veces antes de abandonarla o de involucrarte con tus amados Cullen. Esto debe ser algo bueno para ti, entre más pronto mueran todos los que te conocieron antes mejor te adaptarás a tu nueva vida ¿no es cierto?

La confusión encontró lugar en Bella, no entendía que yo conocía perfectamente su secreto, lo supe desde que asistí a su boda con el vampiro. Fui sólo porque mamá estuvo horas convenciéndome de lo mucho que la haría feliz verme ahí, Bella y yo nunca fuimos buenas hermanas, ella siempre fue demasiado cerrada en cuanto a todo, yo quería un ejemplo a seguir, una amiga pero ella disfrutaba su soledad, nunca me hablaba o se acercaba a mí para nada que no fuera estrictamente necesario. Por más que mamá trataba de que nos uniéramos, con ella simplemente era imposible. Lo peor fue cuando tomamos ballet juntas, ella siempre torpe por naturaleza y yo todo lo opuesto. Gané cada trofeo y su envidia fue tal que en el camino de regreso a casa, después de las nacionales, se rió de mí por no conocer a mi padre, esa crueldad me hizo ver que ella no era para mí más que una desconocida con quien había tenido la desgracia de crecer.

 Unas semanas después ingresé al Campamento Mestizo y jamás volví a hablar con ella más allá de un "hola" o un "adiós". Con excepción de las semanas que pasé tratando de enmendar lo que ella había roto en nuestra relación, justo después de haber perdido a... bueno de haberlo perdido a él, mamá me contó que su novio Edward la había abandonado y que, según Charlie, ella se encontraba en una especie de shock post rompimiento. Fui a Forks, la escuché, estuve ahí con ella, Jacob y yo nos unimos para levantarla y días después de haberme ido supe que había vuelto con Cullen. ¿En serio se puede ser tan imbécil? Sobra decir que tuvimos una pelea gigantesca por eso y que di fin al intento por reconciliarnos.

  —No sé de qué estás hablando pero esto es muy doloroso para ambas, sé que nunca hemos sido las mejores hermanas y que ha sido mi culpa pero, créeme, en verdad lo siento y...

  —Cierra la boca, no puedes venir después de todos estos años, pedir una ridícula disculpa y esperar que te acepte con los brazos abiertos, en especial no hoy, no este día.

  —Lo sé, pero estás sufriendo, ambas estamos sufriendo por el mismo motivo. Déjame hacer algo bien por una vez, déjame estar aquí para ti.

Se acercó pero yo me alejé, de todas las personas en mi vida, no necesitaba a Isabella Cullen.

  —Es tarde para eso, jamás te necesite y mucho menos ahora que la única persona que nos unía está muerta. Sigue con tu vida y yo haré lo mismo, espero nunca tener que volver a verte.

  —¡Elena!

Esa voz, giré a mi izquierda y vi a Charlie. Él había sido punto y aparte, a pesar de saber que no era su hija, siempre se comportó como mi padre, fue tierno, bondadoso y una gran figura paterna. Todas mis defensas se cayeron en cuanto se acercó a mí y me abrazó. Las esquirlas se derritieron y me solté a llorar entre sus fuertes brazos.

  —Perdón, Charlie, no quise decir eso, yo... es que... duele tanto...

Me costaba encontrar el aliento para hablar en medio de las lágrimas que no dejaban de caer por mi rostro.

  —Shh shh, está bien, todo estará bien, tranquila.

Me llevó hasta uno de los sofás y estuvo conmigo, consolándome, hasta que me tranquilicé.

  —No recuerdo la última vez que lloraste, siempre has sido la más fuerte de todos nosotros.

Era cierto, jamás lloraba, si algo dolía simplemente lo ignoraba y seguía adelante. Traté de hacerlo, me enderecé en mi lugar y forcé una media sonrisa. Charlie negó con la cabeza.

  —No, Elena, lo que quiero decir es que está bien llorar. Desahógate ahora que puedes, ya tendrás el resto de tu vida para ser fuerte.

Lágrimas silenciosas volvieron a caer  pero respiré profundo y logré controlarme, tenía razón, debía llorar, gritar y sacar lo que sentía pero ese no era el lugar para hacerlo o probablemente terminaría asesinando a alguien. 

  —Gracias, Charlie. Ahora vuelvo.

Me paré de un salto y casi corrí a la salida. De pasada, sentí las miradas de la familia de Bella sobre mí pero los ignoré por completo. Llegué a un gran claro de bosque, estábamos en Forks, no me sorprendía, miré al cielo y dejé salir todo lo que tenía dentro. Los rayos cubrieron todo el paisaje, una gran tormenta se formó a mi alrededor, grité con todas mis fuerzas y dejé que mi poder destruyera todo a su paso, árboles, rocas, cualquier cosa que se atravesara. Deseaba que apareciera algún monstruo, el que fuera, pero no llegó. Pronto sentí el precio de lo que acababa de hacer, caí al suelo completamente agotada y miré alrededor, todo estaba devastado, como si un enorme huracán hubiera aparecido, un enorme huracán con mi nombre. Me acosté en la removida tierra y pude ver en el cielo el rostro triste de mi padre.

  —Estaré bien, no puedo estar peor.

Un cálido viento me rodeo, era él, cerré los ojos y me dejé llevar, sólo quería dormir por mil años o, por lo menos, por una hora completa.


Amanecer: Una semidiosa en la familia.Where stories live. Discover now