-Son dieciocho libras. - Me indicó el taxista cuando, después de lo que me parecieron horas, llegamos al hospital. 

Con manos temblorosas, busqué en mi monedero el dinero y se lo di. En cuanto el hombre cogió los billetes, abrí la puerta del coche y salí de éste. La lluvia apremiaba, y se oían unos lejanos truenos que parecían acercarse a cada segundo que pasaba. 

Sentí que el corazón se me helaba dentro del pecho cuando vi que en la puerta del hospital había una docena de periodistas con sus cámaras preparadas. Estaba claro que estaban ahí por Harry. El primer pensamiento que pasó por mi mente fue: << ¿Cómo pueden tener tan poca vergüenza? >>, pero después pensé: << ¿Y si... y si me reconocen? Yo ya he sido vista con Harry antes.... no puedo correr el riesgo de que me vea, no ahora >>

Entonces, sin pensármelo dos veces, y antes de que alguno de ellos se diese cuenta de mi presencia, retrocedí sobre mis pasos y una idea saltó en mi mente. Yo había ido anteriormente a ese hospital, y recordaba que había... sí, aún tenía que estar.

Di la vuelta al edificio por el lateral izquierdo, caminando junto a la pared, hasta llegar a la parte trasera, y cuando encontré lo que estaba buscando, di un suspiro de alivio, sintiendo que el corazón se me iba a salir por la boca. Por suerte, la ventana del baño de aquella planta estaba abierta, y era lo suficientemente grande como para poder colarme por ella. 

Me quité los zapatos, los agarré con la mano derecha, me giré, quedando de espaldas a la ventana, y alcé la pierna izquierda, después la derecha, e introduje la mitad del cuerpo por el angosto hueco. Cuando mis pies tocaron el suelo, cogí impulso con la mano y caí en el suelo de mármol del baño con un pequeño gemido de dolor. Por suerte, no había nadie allí, así que mi penosa entrada no había sido vista por nadie.

Sin molestarme en ponerme los zapatos, abrí la puerta del baño y salí, siendo recibida por el característico olor a legía y desinfectante de los hospitales. 

Sintiendo que las lágrimas se me acumulaban en la garganta y me impedían respirar con normalidad, fui lo más rápido posible hasta la sala de espera de urgencias. Tenía la sensación de que no iba a llegar nunca.

Cuando por fin entré en la sala, vi que los chicos estaban allí; todos sentados a excepción de Niall, que se movía de un lado a otro nerviosamente. Todos mostraban una expresión apesadumbrada y cansada.

-¡Niall! - Exclamé, y cuando él me vio, el alivio se reflejó en su rostro. 

Prácticamente corrí hasta él y me dejé caer en sus brazos, dejando que me abrazase con fuerza, y olvidando por un momento que no estábamos solos en aquella sala. Sinceramente, en aquel momento me daba igual que hubiese más personas en aquel lugar.

Respirando agitadamente, debido al cúmulo de emociones que hervía en mi interior, dejé caer los zapatos al suelo y agarré su camiseta con mis puños, cerrando los ojos con fuerza, y dejando que el increíble olor de su colonia invadiese mis sentidos y me tranquilizase durante un instante. Niall no dijo nada, simplemente me envolvió con sus brazos.

-Tranquila, Julia. - Susurró en mi oído, al cabo de unos instantes.

Noté cómo mi cuerpo daba una sacudida y dejé que la primera lágrima se desbordase por mi mejilla; en ese momento, mi mente estaba siendo atormentada por horribles imágenes de Harry tras el accidente. Un trémulo sollozo se escapó de mi boca y me mordí el labio inferior con fuerza. No quería volver a pasar por lo mismo que tuve que soportar cuando mi madre fue arrollada por aquel coche y murió.

Cuando sentí que me había tranquilizado lo suficiente, me separé de Niall, pero con sus brazos aún rodeándome por las caderas, y lo miré consecutivamente a él y a los chicos, que nos observaban como si aquel abrazo hubiese sido la cosa más adorable que habían visto nunca.

A chance to be happy | n. h. |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora