Capítulo 3

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Cuando llegamos al tren de alta velocidad, empiezo a sentirme realmente nerviosa, porque la realidad me golpea con fuerza.

No estoy aquí para disfrutar de abundante comida y camas grandes, estoy aquí para llegar a mi muerte.

Digo que no me apetece cenar y me voy a mi compartimento. La puerta se abre automáticamente y me muestra mi habitación. Es el doble de grande que la de mi propia casa. Tiene una colcha verde y sedosa, con dos almohadas coronándola.

En el suelo hay una brillante alfombra granate que rebosa elegancia.

Realmente no sé por qué se molestan tanto en hacer cosas tan bien decoradas y provistas de todo, total, en unos cuantos días estaremos muertos y nuestro cadáver estará enterrándose.

Me recuesto entre las sábanas frescas y hago lo único que se me ocurre para distraerme y evitar echarme a llorar: ver la televisión.

Voy cambiando de canal, y mientras tanto se van alternando distintos tipos de programación: desde telenovelas pastelosas y románticas que en secreto me gustan, hasta noticias de actualidad, como la apertura de una nueva mina en el Distrito 12 o cómo de verdes y resplandecientes están los campos en el 11 en esta época del año.

Cuando estoy a punto de apagar el aparato, un hombre llamado Caesar Flickerman empieza a hablar sobre la Cosecha. Mi madre me habló sobre ese presentador, dijo que lleva presentando los anuncios importantes desde siempre, y al parecer, la guerra no terminó con él, porque sigue frente a las cámaras, solo que su pelo no es tan azul ni tan morado como ella decía; ahora es naranja, pero de un color chillón, como lo llevaría alguien del Capitolio, sino más clarito, como el de un atardecer. Eso me parece extraño.

Subo el volumen.

- Un año más, nuestros Juegos traen nuevos e interesantes tributos. Pasamos a retransmitir las ceremonias - dice en un tono, no entusiasmado, sino un poco más silencioso, como si le diera pena.

Me siento tonta al darme cuenta de que he tardado en deducir que Caesar tuvo que ver por todo lo que pasaron Peeta y Katniss, y que, aunque él esté acostumbrado a ver a la gente morir en este espectáculo, puede sentir... ¿remordimientos?

En el 1 salen dos tributos con grandes músculos y cuerpos esculturales. La chica tiene el pelo muy corto, y él es prácticamente calvo: son un dueto que me asusta nada más verles, pues parecen totalmente letales.

En los demás distritos no hay nadie que llame mi atención. Obviamente, me fijo bien en cómo me comporto cuando llaman mi nombre en el 4. Mis pasos temblorosos hacia el escenario. Mi compañero tampoco se siente bien, es más, en las grabaciones parece que fuera a vomitar.

De pronto, aparece en mi cuarto la mujer que leyó los nombres en la Cosecha: me dice que están viendo la retransmisión de lo ocurrido hoy en la sala principal, y que si quiero unirme a ellos.

Fuerzo una leve sonrisa y me levanto de mi cama para estar con el resto de mi "equipo".

Pasa la Cosecha del 5, 6 y 7.

Para cuando llegan a la del 8, me quedo sin aire, y creo que a los que me rodean les pasa igual, porque no percibo un solo movimiento.

Un chico de 17 años, según dice el presentador, de piel aceitunada y ojos grises sube al estrado. Enfocan a una mujer llorando, y a un hombre, deduzco que es su padre, gritando groserías.

A continuación, hace el saludo de los 3 dedos, y el resto del Distrito le imita.

Nosotros también lo hacemos. Porque es el hijo de Gale Hawthrone.

Los Juegos de Mags Odair (The Hunger Games FanFiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora