Jeon Jungkook

14.4K 725 118
                                    


La vida de Haneul era tremendamente desgraciada a sus diecinueve años. Miraba a su alrededor y veía a sus compañeros disfrutar de una serie de cosas que ella no poseía, y no eran precisamente cosas materiales las que anhelaba.

Era hija única nacida de padre Coreano y madre Americana, ya mayores, pues su madre rozaba los cuarenta y cinco años cuando la tuvo, y después de una serie interminable de abortos y esfuerzos por conseguir un hijo, se habían volcado en ella como si la vida fuera a arrebatársela en cualquier momento.

Mientras fue una niña, se sintió mimada, y muy querida pero a medida que iba creciendo y entraba en la adolescencia, su vida se iba convirtiendo en un infierno cada vez mayor.

Sus padres tenían miedo de todo y no le permitían hacer nada de lo que hacían los demás chicos y chicas de su edad, por lo que se fue quedando sin amigos a fuerza de no poder acompañarles en excursiones, conciertos, discotecas y demás diversiones que se salían de lo habitual y del estricto horario que sus padres le imponían. Haneul tenía la impresión de que se acercaban más a los abuelos de sus amigos que a los padres de estos. Cómo si se hubiera saltado una generación, y por mucho que lo intentaba, no conseguía que cambiaran.

A medida que fue creciendo, la situación se complicaba más porque ella deseaba hacer cosas que sus padres no comprendían y por supuesto no aceptaban. Su mente se había quedado anclada en su juventud.

La habían educado para el matrimonio, solo y exclusivamente para eso, y Haneul se desesperaba tratando de luchar en vano contra ello.

Últimamente las cosas se habían puesto peor, habían llegado a una autentica paranoia. Si se retrasaba porque hubiese perdido un autobús al salir de clase, se los encontraba tremendamente angustiados e incluso una vez que el autobús había sufrido una avería y había tenido que terminar el recorrido a pie, habían llamado a los hospitales y a la policía. Haneul vivía un auténtico drama cada vez que regresaba a su casa.

Ella dibuja muy bien, era una habilidad que poseía desde que era muy pequeña, y su mayor ilusión era estudiar en Juilliard. Por supuesto, sus padres se negaban a ello, querían que hiciera secretariado o magisterio, ya que era lo único apropiado para una mujer, porque la vida de los artistas no era decente ni adecuada para una señorita.
A pesar de ello, Haneul se había preparado para el examen de ingreso en esta facultad, pero en las dos ocasiones en que se presentó al mismo, lo había suspendido. Y temía que su padre tuviera algo que ver, porque era un médico de renombre e influyente en la ciudad.

Y después de un infarto que éste había sufrido seis meses atrás, se empeñaron en que se casara y asegurara su porvenir.

De nada le servía decirles que solo tenía diecinueve años, y que era muy joven; su madre se había casado a los dieciocho y no comprendía que eran otros tiempos y que la mujer tenía ahora otras oportunidades, y que Haneul quería aprovecharlas. No le interesaba en absoluto el matrimonio, ni ahora ni más adelante. No quería pasar de una dominación a otra. Con lo único que soñaba era con ser su propia dueña, y vivir su vida libre de imposiciones y de agobios.

Como no consiguieron que se dedicara en cuerpo y alma a encontrar marido, le propusieron que se casara con el hijo de un amigo coreano de su padre, ya fallecido, y probara fortuna allí. Si estaba casada, no importaba que estudiara pintura, solo sería un hobby y no una profesión con la que ganarse la vida y en Corea habías muchas posibilidades para ser artista. Su madre insistía en que ellos estaban ya viejos y querían morirse sabiendo que estaba segura y protegida con un marido.

Esposos sin Derechos | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora