CARTA AL AMOR DE MI VIDA N.3

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Te quise un día, y desde entonces todos los días son ayer. Todos los días, de repente, me recuerdan a aquel beso de bienvenida y tu cabello interponiéndose en un juego que, desde nuestro punto de vista, se llevaba a cabo en mitad de un tablero que resultó ser el de nuestro destino. Qué bonito, ya te digo, eso de saber que podemos ralentizar el tiempo con una mirada y un abrazo que parece portar toda la magia del mundo dentro.

Encerrarnos ahí, vivir, sentirnos libres mientras más fuerte apretemos al otro, como si no quisiéramos que se nos vaya nunca. Ese viaje que somos capaces de dar estando en un mismo sitio.
Te quise un día, como quiere el cielo a la tierra, que hace que llueva; como el sol, que llega temprano para verla.

Te quise, y hablo en pasado. Hablo de nosotros como el recuerdo más bonito que alguien pudiera tener sobre el amor. Si todavía hay quien cree que los sueños no pueden realizarse, es porque no ha oído mi versión de los hechos, de nuestra historia encaminándose por un sendero tramado de promesas e ilusiones tan fuertes como la misma tierra.

Te quise así, pisando el terreno más peligroso del mundo. Te quise, y hoy sólo me queda recordarte, y recordar que en algún momento fuimos, y que éso, aunque vengan otras personas, aunque pasen otras cosas, no nos lo quita nadie, cariño. Nadie. 

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