CAPITULO 19: La llegada.

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OS JURO QUE FLIPO.

FLIPO.
FLIPO.
Y.
FLIPO.

GRACIAS CHICOS, OS QUIERO.

El hombre es el padre de Scott. Lleva la misma pistola, la misma ropa.

Se acerca a mí, aunque más que a mí, a Scott.

Apunta a su pecho. Coloca el dedo en el gatillo.

Miro a toda la gente a mi alrededor. Es como si no pasara nada; ni siquiera Scott parece percatarse de que está a punto de morir. Tiene la mirada perdida en alguna parte.

Yo intento gritar, pero es como si el aire de mis pulmones se hubiese esfumado.

Y aprieta el gatillo.

Me despierto soltando un grito.

Una azafata se acerca a mí para ver si necesito algo, pero niego.

Scott me obliga a levantarme y me lleva al baño.

Nos mete dentro y cierra la puerta.

-¿Que ha pasado?-Pregunta preocupado apoyando sus manos en mis hombros.

-Tu padre.-Él asiente sin perder su expresión seria.-Una pregunta. El otro día tu hermano te disparó, pero la bala no te hizo nada. ¿Por qué lo hizo si sabía que no te iba a matar?

-Sinceramente no lo sé. Solo hay un tipo de balas que nos pueden matar. No se fabrican en... bueno... en la tierra.

-Ah.-Asiento y me giro hacia el lavabo. Me miro en el pequeño espejo que hay en la pared y suspiro.-¿Por qué sueño con tu padre?

-No lo sé.-Nos quedamos un rato callados, hasta que una voz nasal nos interrumpe.

-Atención, abróchense los cinturones, estamos a punto de aterrizar en Roma, Italia.

Salimos del baño y volvemos a nuestros asientos.

***

Nada más bajar del avión vamos a por nuestras maletas.

Cada uno coge la suya cuando llega por la cinta, y la única que falta es la de Scott.

-¿El hotel tiene piscina?-Le pregunto a Amanda.

-Y spa.-Añade sonriendo.

-Mmm... tarde de relaxing cap of café con leche.-Dice Bri cerrando los ojos con placer.

Todos reímos ante su chiste, tanto, que Scott no ve la maleta cuando pasa por su lado.

-¡Tu maleta!-Le grito.

Él gira la cabeza y se abalanza sobre ella, haciendo que alguna gente se apate asustada.

Cuando por fin la coge, vuelve resoplando por el esfuerzo.

Todos reímos.

-Me has matado.-Dice Nazan fingiendo que se seca una lágrima.

***

Cuando bajamos del taxi, me encuentro con un hotel enorme de color ocre claro. Como es de noche, hay muy poca gente por la entrada.

Pasamos al gran vestíbulo, que tiene la barra de recepcióna la izquierda, y unas anchas escaleras que bajan y otras que suben. De frente hay un gran ventanal que da a una gran piscina iluminada por unas luces interiores.

Scott y Amanda se dirigen a la recepción a pedir su reserva, y a los cinco minutos vuelven.

-Ya tenemos las llaves de las habitaciones. Bri y Dani, habitación 286. Sam, Nazan y Scott, 284. Becca y yo, 288.

Todos asentimos.

-Ahora, cada uno a su habitación a arreglarse, que vamos a cenar. Os quiero en el comedor en media hora.

***

-¿Que tal estoy?-Le pregunto a Bri sin dejar de mirarme al espejo.

Llevo puesto un vestido que me llega por la mitad del muslo, color azul turquesa. Mi pelo está sujeto en una treza con algunos mechones ondulados sueltos. En los pies llevo unas sandalias romanas marrones.

-Preciosa.-Dice sin apenas mirarme.-¿Y yo?

Lleva también un vestido, pero este le llega hasta los tobillos y es de un color rosa oscuro. En los pies lleva unas cuñas negras, y en el pelo lleva una especie de diadema de flores.

-Increíble.-Le lanzo un beso. Ella se gira y me sonríe.

-En serio, Dani, estás muy guapa.-Me sonríe.

Entrelazo nuestros brazos y tiro de ella para salir por la puerta. Echo un último vistazo a la habitación: una cama de matrimonio con una pinta muy cómoda, un escritorio y un par de cómodas. También tiene un baño, y al fondo hay una terraza que da hacia la izquierda con la de los chicos y a la derecha con la de las mamis.

Guau. Es la primera vez en cuatro años que llamo "madre" a Amanda. Fue sin querer. Pero nunca lo había hecho. Me parece un gran paso.

Salimos de la habitación y cerramos la puerta. Al final del pasillo nos encontramos con los chicos, mirándonos de arriba abajo con una expresión sorprendida.

Nunca me imaginé que fuera a estar con mi novio en Italia.

Voy corriendo hacia él y le abrazo. Scott me levanta en el aire y me da una vuelta.

-Estás preciosa.-Me susurra al oído.

-Bah, eso no es novedad.-Digo en broma. Él ríe y me besa por un segundo.

Me baja de sus brazos y todos bajamos hasta el comedor.

***

-Esto está demasiado rico.-Digo saboreando mi postre.

-Pero si es una bola de helado con tres quilos de nata.-Dice Sam riendo.

-Es lo malo de que pongan bufet libre.-Hago un puchero y sigo comiendo.

-Vale, niños. Mañana pasaremos el día en el hotel, para descansar. Nos levantaremos todos a las nueve para ir a desayunar y luego estaremos en la piscina.-Dice Becca.

Largo un suspiro y sonrío.

-Que ganas.-Me recuesto en la silla y bostezo.-Tengo sueño.

-Y yo.-Dice Amanda.

-Yo también.-Añaden los chicos al mismo tiempo.

-Vamos a dormir, anda.-Digo.

Todos nos levantamos y salimos del comedor, dirigiéndonos cada uno a su respectiva habitación.

-Buenas noches.-Dicen las madres justo antes de cerrar la puerta de su habitación.

-Buenas noches.-Respondemos todos.

-Chicos, pasad.-Susurra Bri. Ellos obedecen y entran.

Cerramos la puerta y nos sentamos en algún sitio de la habitación. Yo, Nazan y Sam nos sentamos en la cama, mientras que Bri y Scott se sientan en las butacas.

-¿Hacemos llamadas telefónicas? Tengo llamadas ilimitadas desde otro país.-Dice Bri levantando su móvil.

-¡Si!¡Llamemos a Mindy!-Exclamo.-Hagamos sufrir a esa zorra que quería tirarse a MI novio.-Digo mirándolo con un puchero.

Él suelta una carcajada y niega con la cabeza para sí mismo.

-De acuerdo.

Marcamos su número y, tras tres tonos, responde.

-¿Sí?-Dice.

-Mindy.-Digo yo poniendo voz masculina y provocativa.-Que ganas tenía de oir tu voz.

-¿Quién eres?

-Soy tuyo. Siempre lo seré.

-¡¿Quién leches eres?!

-Oh, nena, tu peor pesadilla. Te voy a hacer todo lo que me pidas.

-Pues quiero que te vayas a la mierda.

-Lo siento, pero estás muy lejos.-Suelto, y cuelgo.

Todos estallamos en una sonora carcajada.

Los ángeles son una tentación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora