Capítulo XV. «Ventaja»

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—Estoy segura de que Amaris no juega cuando se trata de esto—devolvió Piperina, fulminando a Nathan con la mirada. Luego se giró hacia su hermana, para decir—: Confía en tus capacidades, Amaris.

Esta última frase iluminó la mente de la mencionada. Fue como si un click de hubiera hecho en su cabeza haciéndole recordar la apariencia del Erys de su visión, sus ojos verdes y cabellos idénticos a los de Piperina, algo poco común, los ojos verdes casi nunca se veían en Erydas. Tal vez ella tenía una conexión con los Erys, o incluso era uno de ellos. El ser "hijos de Erydas" no podía sólo significar haber sido creados por él, sino, también, ser llamados por su planeta natal.

—Tú... —murmuró, meditando aquella idea—. Ahora todo tiene sentido. Creo que en aquel lugar, en el que Naín murió, podrás llamar al Erys.

🌙🌙🌙

—Bien, estamos aquí —dijo Nathan, que era a el que más conocía aquella isla y sus ubicaciones—. Hagan lo que vayan a hacer pronto, casi llega la hora de irnos.

Mientras Amaris le confesaba a Piperina sus deducciones, Connor se derrumbó frente aquel lugar, entristecido. Sus sentidos le confirmaron los hechos sucedidos ahí, el olor y esencia de su hermano estaban por todas partes, incluyendo el de su sangre.

—El luchó —dijo, a sabiendas—. Luchó en sus últimos minutos de vida contra alguien aun más fuerte que él.

—Averiguaremos lo que sucedió —prometió Piperina, no dudando de las palabras de su hermana—. ¿Qué es lo que ustedes hacen cuando llaman a sus habilidades? ¿Cómo se siente?

—Concéntrate en lo que quieres, olvida todo lo demás —explicó Zedric—. Cuando me concentro puedo sentir a otros llamados por el Sol, su energía. Si es verdad que eres un Erys, podrás distinguir a los tuyos.

—Esa es la cuestión, no sé si realmente soy un Erys —respondió, apretando los labios—. Pero vale la pena intentar.

Dicho esto, estiró sus manos, tragando hondo y cerrando los ojos. Se concentró en lo que quería, encontrar a un Erys, centró todo de ella en eso.

Aunque no lo pareciera, Piperina estaba muy motivada en cuanto a averiguar lo que sucedía en el reino. Tenía un mal presentimiento que la había abrumado desde que supo que Zedric había sido atacado por un lobo, y a menudo que avanzaban más en su investigación esta comenzaba a interesarle más y más.

Su espíritu era valiente, creía en la paz, el apoyo a la bondad y el gran poder de la magia. Cualquier atisbo de oscuridad debía ser combatido, ella se aseguraría de que fuera así.

Se concentró en la naturaleza, en lo conectada que estaba con ella. Oyendo todo a su alrededor, aumentando sus sentidos.

Esto hizo que, de improviso, sintiera un cosquilleo en su oído. Era algo, más bien alguien, llamándole.

«Aquí estoy, ven a mí, hermana —oyó—. Sabes dónde estoy»

Piperina abrió sus ojos de golpe, sorprendida. Esto hizo que perdiera la concentración, pero no hizo que olvidara lo que había sentido. Aquel lugar, aquel árbol.

Estiro su mano, yendo directamente hacia él. Una vez la hubo posado, dijo:

—Te siento, hermano —llamando la atención de todos a su alrededor. Una brillante luz rodeó aquel árbol, Piperina volvió en sus propios pasos al ritmo de esta.

Una vez está luz se desvaneció, todos pudieron verlo. Se trataba del Erys, un joven alto, delgado, de ojos y cabellos idénticos a los de Piperina.

—Bienvenidos a la isla Erys Uqius —los saludó, su tono de voz era tan relajante que Amaris tuvo que parpadear varias veces buscando concentrarse—. Mi nombre es Valentín Oldrige, y soy el guardián de esta zona —se giró hacia Piperina, para decirle directamente—: Debo suponer que estas aquí, hermana, porque deseas saber que es lo que le ha sucedido a tú amigo, Naín Ramgaze.

Cantos de Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora