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Jeon Jungkook siempre fue un muchacho alegre y lleno de amigos, después de todo tenía todo lo que un chico querría. Sus padres le amaban y sí quería algo, solamente debía levantar la voz y de esa forma, al día siguiente, iba a tener todo lo que pidió.

Era un muchacho mimado y lo sabía. Pero no importaba, para nada. Siempre fue feliz de esa forma, siendo ignorante de las maldades que el mundo les daba a muchas personas, personas que no tenían tantos recursos como la familia Jeon. Incluso en la escuela, aún con tener unos ocho años, era lo bastante popular como para que siempre estuviera entretenido con cosas nuevas. Y cuando se refería a cosas, estaba hablando de personas. Ciertamente jamás le dio importancia a la gente que le rodeaba o hacer sentir mal a alguien, pensó que siempre iban a volver. Algunos lo hacían, otros simplemente se alejaban al ver que Jungkook solamente era un buen amigo cuando le convenía. 

Jeon Sook es la persona más importante en la vida de Jungkook. Ella es hermosa, siempre escuchó al más pequeño de los Jeon y todo lo demás. Esa chica sin duda era su mundo, siempre que estaba con su hermana, todo se iluminaba. Cuando se sentía triste, no necesitaba decir nada, ya que su hermana mayor venía a él, según ella, ambos compartían un enlace de hermanos donde se sabía el cómo estaba el otro.  

Sook a veces le sacaba a pasear, diciéndole que a veces ella sentía que paseaba a un perro. Eso claramente ofendía al pequeño pero luego se colocaba a reír junto a su hermana. Siempre halló la felicidad donde ella estaba. Aún cuando su hermana tuviera quince años y que debiera de salir con sus amigas o cosas por el estilo, ella prefería hacer feliz a su hermano menor. A veces peleaban pero no era de una manera constante. Sus padres se amaban y amaban a sus hijos, todos los fines de semana salían para ir a la playa, o buscaban otro lugar donde ir, pero siempre eran ellos cuatro. 

El pequeño Kook, donde su mundo era perfecto, fue destrozado un tiempo después. No fue mucho tiempo de su cumpleaños, la verdad es que fue un día antes de que cumpliera sus nueve. 

Salía temprano de la escuela y sinceramente no deseaba hacer ninguna tarea, así que solamente se había quedado viendo la televisión en casa, bastante tranquilo y tarareando los comerciales que rebobinaban una y otra vez al cortar el show de manera temporal. También estaba esperando a su hermana mayor, quería jugar un poco con ella. Cuando la puerta de entrada fue abierta, se levantó lo más rápido que pudo y corrió donde se suponía que había llegado la mayor. 

Con una sonrisa y dando unos saltos, vio como ella abría la puerta y dejaba asomar toda aquella calidez que provocaba. 

Pero no fue así. La chica había llegado con su labio roto y una mejilla hinchada, además de que todo su cabello estaba hecho una ruina gigantesca. Sook se le quedó mirando un rato, y ahí el menor se dio cuenta que había estado llorando. Preocupado se trató de acercar para darle un abrazo. Cuando él estaba llorando, su hermana llegaba para abrazarle y así se tranquilizaba. Y cuando había intentado el tranquilizarla, solamente fue apartado de un fuerte manotazo. 

No lo entendía en ese momento. Claro que no. 

—Hoy no quiero jugar, Kook —susurró con dificultad. Empujando un poco a su pequeño hermano otra vez, entró a la casa por completo. Su rostro lucía tan demacrado y caminaba apenas. 

—Pe... pero —corrió para quedar cerca de ella y tomar su mano, de esa forma podría llamar aunque sea un poco de su atención—. Sookie... prometiste que íbamos a jugar.    

—¡Pero ya no quiero hacerlo! —gritó con fuerza, haciendo retumbar las paredes con la rabia de su voz y asustando un poco a su pequeño hermano—. Maldición, deja de ser tan mimado —gruñía y ni siquiera se molestaba en mirarle. 

EX'S @kookmin.fanfic.Where stories live. Discover now