24. Un anochecer agitado

201 19 1
                                    

Cuando regresamos a Sacramento, California, todos estábamos muy exhaustos tanto física como emocionalmente. El viaje hacia Oklahoma estuvo lleno de idas y venidas, además de sorpresas inesperadas. Cazamos varias criaturas, como el supuesto payaso asesino que, en realidad, terminó siendo un cambia pieles, o el jinete que mató a solo Dios sabe cuántos humanos en el café junto a su perro del infierno. Algo en lo más recóndito de mi cerebro me susurró que quizás haya más criaturas para ser cazadas, obviamente sólo y sólo si la criatura en cuestión afecta el día a día de un ser humano.

Además, no estábamos solos: no solo contábamos con la ayuda de Nora y las demás brujas, sino también con los cazadores humanos, lo cual era muy bueno teniendo en cuenta que nuestro objetivo no era para nada tóxico ni dañino, sino que beneficiaba a todos por igual: los lobos cuidaríamos a los humanos de las criaturas, los humanos no matarían a los seres, como las brujas, y las brujas serían de mucha ayuda a la hora de buscar a criaturas que hagan algún mal, y, por supuesto, las cuidaríamos.

Todo estaba en orden. Todo había vuelto a la normalidad. Todo había sido como antes: yo no te molesto si tú no me molestas. Todo estaba bien.


- Damas y caballeros, es un honor tenerlos aquí reunidos para celebrar tan solemne acto.

Aberforth hablaba bien alto en la oficina central del GELA. Se mantenía erguido, y estaba vestido con un traje a rayas azul. A su lado, solemne, se encontraba Nora, que lo miraba con profunda admiración. Todos estábamos sentados a la mesa que se ubicaba en el centro, en la penumbra, y estábamos rodeados de la última tecnología: pantallas y dispositivos, de vez en cuando, emitían varios sonidos casi inaudibles para el ser humano.

- Seguramente se preguntarán por qué están reunidos aquí –dijo, con una sonrisa. Todos asentimos. Su sonrisa se ensanchó. –Pues bien, pues no quería decirles nada hasta que llegase el momento.

Aberforth sacó un pañuelo a juego con su traje y se lo pasó por su frente. Su largo cabello blanco se hallaba hacia atrás, peinado con algo que parecía gel. Sonreí. El viejo Ab y sus ocurrencias...

- Como bien saben, he prestado servicios al GELA desde hace mucho tiempo.

Por las pantallas se podía ver fotos de Aberforth junto con viejos colegas cuando recién fundaron el GELA, otra pescando en un estanque en una fiesta de inauguración, otra, ya de más viejo, en la que se veía a un Aberforth trabajador leyendo parvas de documentos.

- Y es hora de decirles, queridos amigos, que ya estoy viejo para seguir con este trabajo.

Todos lo miramos, en silencio. Él posó su mirada triste en la mía, en Sam, en Jenna, en Darius, en Luke, en Ashley, en Chris, en Kyle, en papá, en León, el novio de Carrie, en Carrie y en el resto de mi familia. Una tos fingida nos sacó de nuestro ensimismamiento.

- Aberforth, mi querido amigo –Darius se había parado y se había puesto en su lado. –No hacía falta hacer esta ceremonia –le dio palmadas afectuosas en la espalda. Aberforth frunció el ceño.

- ¿A qué se refiere, teniente Fletcher?

- ¡A todo esto! –dio una palmada, sonrió. –Sabía que era importante, pero no sabía que lo era todo.

Todos empezamos a murmurar. Algunos de manera curiosa, otros, como yo, enfadados. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Darius, al mando? Lo miré expectante a Aberforth, que se hallaba en silencio, y todos me imitaron.

- Lamento notificarlo, teniente Fletcher, que no pensé en usted para cederle el mando.

- ¿Cómo? –dijo, furioso. -¿Me marché a Oklahoma por mis propios medios y soporté a esta manga de perros sarnosos para nada?

III. Moonlight Shadow: Survive the DarknessWhere stories live. Discover now