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Me quedé pensando qué podía hacer, si seguirle o si hacer como si nada hubiese pasado. Todavía tenía su sabor en los labios y ese beso aunque intenso, me supo a poco.
Escuché cómo cerraba la puerta de la biblioteca con llave e inmediatamente después, las luces se apagaron dejándome envuelta en una penumbra débilmente iluminada por las luces de emergencia. Me puse en pie sin saber si debía irme o permanecer allí. Pensaba si ese beso fue espontáneo y rectificó a tiempo o era el preámbulo de algo más intenso.
Volvió a mi encuentro con paso decidido, mi corazón se desbocó al comprender que aquello que estaba provocando como un juego iba a resolverse en ese lugar y momento. Había ido demasiado lejos pero no podía ni quería echarme atrás. Así que cuando me volvió a besar de un modo que parecía que la vida le iba en ello, yo respondí de igual modo.
Agarró mis muñecas con firmeza manteniéndolas a la altura de mis hombros y sus besos descendieron por mi cuello, hombro hasta llegar al pecho. Me agarró un seno y mordisqueó el pezón con cuidado. Aquello hizo que brotase del fondo de mi garganta un gemido que silencié apretando los labios. Nunca nadie me había besado así, nunca nadie me había acariciado de ese modo y nunca antes había llegado tan lejos con nadie.

Continuara...

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