Hace unos días atrás leyó su expediente y la verdad había quedado algo sorprendido, pues le describían en él como un alumno muy esforzado y aplicado.
En todos sus ramos, exceptuando matemáticas y un poco en ciencias tenía notas excelentes y no es como si no se esforzara, pues tenía muchas anotaciones positivas de los profesores acerca de él.

¿Y qué decir de Izuku en el taller? Siempre prestando mucha atención, anotando hasta lo innecesario y llegando mucho antes de la hora indicada con entusiasmo.
Pero ahora parecía como si todo le siguiese dando igual y eso no estaba bien. Para nada bien.

El sonido de la campana lo sacó de manera abrupta de sus pensamientos y notó que quién tenía mayor prisa en retirarse era precisamente el chihuahua.

Iba llegando a la salida del aula hasta que le tocaron el hombro con firmeza, interrumpiendo así su apresurado paso.

—Oye, —escuchó a sus espaldas una voz completamente autoritaria sobre él. —no quiero más ausencias en mis clases, ¿oíste? —habló amenazante el oji carmín, notando como el ojeroso peliverde se semi giraba para verle.

—Sí. —dijo sin más, intentando soltarse del agarre de su profesor.

—Bien, te espero mañana en el taller. —agregó soltando el agarre, hasta que notó los ojos dudosos de Izuku mirar al suelo. — ¿Hah? —gruñó, dándole vuelta con rudeza, para así observarle bien la cara. —Tú no pensarás huir de mi taller, ¿no? —agregó nuevamente, acercando su rostro al de pecas quien continuaba con esa mirada dudosa.

Lo vio balbucear y desviar la vista rápida y dudosamente. —Yo, tengo cosas que hacer así que... No lo creo, Bakugou-sensei. —dijo, prácticamente huyendo, dejando a un rubio cenizo confundido y muy molesto.

¿Cómo se atrevía a dejarlo hablando solo?

¿Cómo se atrevía a mirarle sin nerviosismo?

¿¡Y cómo putas, se atrevía a huir sabiendo que él, el mismísimo Katsuki Bakugou había sido quien había iniciado la conversación!?
Quien debía terminar la conversación debía ser él, no ese mocoso.

No pudo evitar soltar un gruñido y patear el bote de basura con furia.

Notó entonces dos siluetas curiosas observarle a sus espaldas, una comiendo papas y otro masticando chicle con la boca abierta.

— ¿¡Qué mierda me ven, par de inútiles!? —gritoneó a Kirishima y Kaminari, quienes seguían observando con curiosidad la actitud colérica del rubio, que apenas escucharon los gritos hacia ellos huyeron del salón sin pensarlo dos veces.

—Y me voy a la mierda, no tengo porqué estar preocupado de mocosos inútiles que ni siquiera saben defenderse solos. —bramó saliendo del aula.

...

Ya era la hora de la salida, Izuku hizo lo posible para evitar a sus compañeros y huir hasta su casa, estaba cansado, agotadísimo mentalmente. Si hubiese sabido que sería tan difícil enfrentar a Bakugou-sensei no se hubiera molestado en venir.

Suspiraba con pesadez mirando el suelo, apretando firmemente las correas de su mochila, con desgano.
Sintió entonces una leve gota recorrer por entre medio de sus cejas.

—Ah, va a llover y yo sin paraguas. —Se lamentaba, mientras caminaba hacia la estación de trenes, o bueno... eso intentó.

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Where stories live. Discover now