Theo Raeken

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Recelos

—Diablos—dijo el beta sorprendido, mirando al cuerpo inerte en el suelo—, mataste a Theo.

Liam y Hayden habían decidido que era una buena idea traer de regreso al chico quimera que tantos problemas les había traído, para poder tener algo de ayuda en eso de recordar a un tal "Stiles". Contra toda lógica, tomaron la espada de Kira y... Bueno, he aquí el resultado. Ellos no contaban con que la muchacha estaría presente y que, a pesar de que la tomara por sorpresa las acciones de los más jóvenes, no dudo en atacar al enemigo.

Ella había crecido en una familia donde controlar o erradicar el peligro era una idea bastante sensata, a final de cuentas se ahorraban mucho tiempo y sangre derramada. Aún tenía problemas para controlar sus viejas costumbres debido a que quería pertenecer a la manada de Scott y se atenía a las nuevas reglas, pero eso no impidió que pusiera en paz al ahora desmayado Theo.

Y no se arrepentía, el antes mencionado se había ganado la mala fama que la manada le daba, a final de cuentas mató y lastimó a unos tantos, por lo que fue placentero estrellar sus nudillos contra su bonita sonrisa torcida.

—Tranquilo, mocoso, solo le dí un buen golpe. Con suerte le rompí la naríz y le dejé un ojo morado por unos cuantos minutos. Sanará.

Theo se removió en el piso al responder a un estimulo doloroso. Dicho estimulo doloroso fue el puntapié que la mayor dirigió hasta sus costillas.

Había sido una tortura completa tener que volver a recurrir al chico quimera por ayuda, pero parecía ser el único en recordar al que se supone, era su amigo, y en saber un poco más sobre lo que los jinetes estaban haciendo con Beacon Hills, por lo que se tragó todo el coraje y dejó que la manada llevará a cabo la situación, limitándose a observar de cerca al joven, para que no se le ocurriera alguna estupidez como las que ya había hecho en su pasado.

No pasaba por alto las recelosas miradas que el otro también le lanzaba, pero nunca fue una persona discreta ni que buscara discreción, por lo que aquello no le pudo importar menos.

A final de cuentas, el mismo Theo se había enfrentado junto con ellos al enemigo en la batalla final para poner en paz una vez más la situación, pero al momento de volver a la normalidad, la joven se pasó por alto la cadena de comandos y su posición actual, para dejar bien en claro que ella no le daría una calurosa bienvenida ni un poco de perdón.

Y no le costó mucho que los demás lo aceptarán, Scott, aún siendo un emisor de paz, probablemente no podría olvidar la época en la que, bueno, había sido asesinado por el mismo joven que ahora buscaba asilo.

Así fue como lo vieron irse lejos y pensó que sería libre de no verlo nunca más. Estaba tranquila solo un poco, puesto que no le agradaba mucho la idea de que Theo siguiera con vida, pisando la misma tierra que ella, pero cedió al trato común de la manada.

🌕

—¿Qué hace este imbécil aquí?—gruñó casi gritando, indignada de que, ni siquiera Malia estuviera furiosa por la presencia de aquel muchacho.

—Se lo que piensas, pero necesitamos toda la ayuda posible—explicó Scott lo más rápido que pudo—. Solo piénsalo, hace poco contactamos con Deucalion, esto esta volviéndose una amenaza contra los seres sobre...

No pudo finalizar su oración cuando vio a la beta sacar sus garras a la defensiva y dar un par de pasos amenazantes, interponiendose a máxima velocidad en su camino, junto con Lydia.

Todos en la habitación menos la nueva presencia habían notado el cambio de actitud en Theo, que aunque fue mínimo, era fundamental, por lo que confiaban en que fuera prudente ante tal delicada situación, pero con un rastro de orgullo o la necesidad de molestar a la joven, sonrío sardónicamente, tentado a sacarle la lengua.

—No vine hasta aqui por nada—se quejó—. Se que no detendremos a Monroe, no hoy. Déjame matarlo y hacer que valga el haber venido aquí.

El sheriff Stilinski entro a la escena y de repente la habitación se llenó de un caos entre los que intentaban asesinar a Theo, los que lo defendían y los que querían hacer la paz. Se sorprendió de notar que algunos aún resentían al joven y lo consideraban un peligro, pero algo dentro de ella le decía que ya había tenido suficiente tiempo de planear una venganza que nunca les había llegado.

Y a pesar de esa lógica se negaba a tomarlo como una buena persona, aquello significaría que ese odioso joven cambió incluso más de lo que ella había hecho, quizás significando que era una mejor persona.

Estaban tan ensimismados en su debate que por poco pasaron por alto la granada que les habían echado encima. No supo de dónde había venido, pero se imaginaba quien era responsable.

Había estado tan aferrada en cuidarse de Theo que olvidó que el actual peligro era incluso peor que los monstruos y la fantasía: el miedo humano a lo desconocido, a lo que no pueden controlar.

Y, maldita sea, era una mujer lobo con una buena capacidad de reacción ante el peligro, pero se quedó inerte viendo como todo sucedía tan rápido.

—¡Cuidado!—avisaron y cada persona se escondió como pudo. Gracias a los poderes divinos de un dios en los cielos en lo profundo de la tierra, alguien notó su estado de shock y reaccionó rápido a cubrirla de la inminente muerte, empujándola lejos de la zona de explosión.

Solo pudo atinar a apretar fuerte sus párpados y aferrarse al cuerpo cálido que la sostenía con delicadeza.

Silencio. No habían comentarios, solo las respiraciones agitadas de sus amigos y alguno que otro se encontraba tosiendo.

Un poco avergonzada de si misma, decidió que no tenía otra opción más que confrontar a aquel que la había salvado, siendo nada más y nada menos que el mismísimo Theo, quién a pesar de la incómoda cercanía y la vergüenza que abrazaba a ambos, aún le sonreía con esa bonita sonrisa en su cara. Idiota, pensó.

—¿Qué crees que haces?—se regañó internamente al sentir como, ante la acción de hablar, los labios ajenos apenas rozaban los suyos, sintiendo un escalofrío de vergüenza y de algo más.

A Theo pareció no molestarle aquel suceso, por el contrario, lucía aun más divertido que antes. Quizás porque estaban a punto de besarse o tal vez porque se encontraba avergonzando a la joven, pero cualquiera de las dos enfureció a la muchacha.

Un brillo malicioso destelló en sus ojos y balanceó su rostro un par de veces más para repetir la acción impertinentemente, logrando que las mejillas contrarias se pusieran rojas.

Y ella no podía dejarle saber ni a él ni a nadie que aquello le había gustado, por lo que reaccionó de la única forma en la que sabía: violentamente. Con la velocidad de una persona avergonzada, elevó su rodilla hasta la entrepierna de Theo lo más duro que pudo y lo vio arrugar su rostro en un gesto de dolor. Con un fuerte empujón se lo quitó de encima y lo vio quejarse en el suelo sosteniendo el área afectada.

—¡Te estaba salvando, idiota!

Rápidamente recupero la compostura y se dedicó a ver el estado en el que sus amigos se encontraban después de la explosión, preparada para el plan de acción que tendrían con la situación actual y, quizás, para mantenerse lo más alejada posible que podría de Theo.

ONE SHOTS (TEEN WOLF)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora