Malia Tate

6K 285 2
                                    

Creo en ti

—Entonces, si utilizamos la fórmula general, ¿Cuál es la ecuación que debemos elegir?—se encontraba echada boca arriba en la cama de Stiles, un poco cansada de repetir los mismos problemas una y otra vez, pero jamás enfadada de ayudar a su amiga—. Vamos, Mals, tú puedes.

—Es solo que yo no puedo acumular conocimientos de diez años en un semestre—gruñó con los puños cerrados y los ojos apretados, probablemente aún intentando recordar la solución a la problemática planteada, a pesar de sus claras señales de querer rendirse—. No soy inteligente como Lydia... o como tú. Eres mas joven que yo y sabes más.

La menor se levantó por fin y se encaminó hacia la muchacha, sosteniéndo la nerviosa mirada que Malia le daba. La castaña aún aferraba con dureza el gis entre sus dedos, pero al verla tragar saliva dedujo que el motivo era muy distinto a la inicial frustración que las matemáticas le causaban.

A la menor de los Stilinski le gustaba causarle esos nervios a Malia, porque parecía ser que era imperturbable con todos menos con ella. Sabía que no se sentía incómoda de estar desnuda incluso frente a los chicos, pero con una mirada o un par de palabras, Malia se ponía en modo coyote aterrado.

—Yo creo en ti, Malia—dijo una vez estando frente a frente—. Y también creo que es muy acertado lo que dices ¡Mi hermano y sus amigos! Son muy... Muy bravucones por todo esto.

Aquello lo había dicho con verdadera frustración. Ella más que nadie entendía cuando Malia decía que aquello se le hacía bastante difícil, había pasado noches escuchándola llorar por el trauma que había pasado al haber vivido como un animal la mitad de su vida, para después ser forzada a actuar como una humana y aprender diez años de escuela y costumbres en tan poco tiempo. Así que sin consultarle, la abrazo con fuerza, dejando a la más alta completamente quieta.

Después de unos momentos de sorpresa, le devolvió el abrazo.

Duraron un tiempo en silencio donde Malia sentía aquella cálida sensación en el pecho, se separaron por fin, volviendo la vista al frente mientras la pelinegra iba a sentarse a la cama para repasar sus apuntes. Pero había algo insistente, chocando contra los oídos de la chica coyote que de verdad quería pasar por alto, más no podía, porque de verdad le preocupaba el bienestar de aquella joven; el latir del corazón de la menor la inquietaba.

Y tanta fue su concentración en no soltar algo que no debía, que la menor de los Stilinski lo notó, porque la castaña ni siquiera escuchó cuando le habían hablado.

—¿Eh?—preguntó hasta la tercera vez en que había pronunciado su nombre.

—Dije "¿Te sucede algo?"

—No, no. Es solo...

—¿Qué?

Malia se mandó a callar a si misma internamente al ver qué iba a hablar de más.

—Na-nada.

—¿Qué pasó?—escuchó como se volvía a levantar de la cama y sacudía sus pantalones antes de acercarse a su lado. Se puso nerviosa—, ¿Hay algo que no entiendas?

Su mirada amable se posó sobre ella.

—No, no.

—Ah.

Se quedaron calladas más de un minuto, viendo al frente, como, si las dos estuvieran completamente enteradas de lo qué iba el problema matemático, como si estuvieran analizando un cuestión no antes descubierta.

—De hecho, si hay algo.

—Oh y, ¿qué es?

—No sé si deba...

La amabilidad en los ojos de su amiga le derritió algo dentro de su pecho, pero no sabía qué era esa sensación, sin embargo le agrado que la mirara así.

—¿Por qué tu corazón se aceleró cuando me abrazaste?—soltó cuan sincera era.

Malia notó en el rostro contrario sorpresa y algo de terror, como si la hubiera descubierto haciendo algo indebido. La más baja cambió su expresión a una de total vergüenza, deduciendo que era lógico ser descubierta tan pronto como los super sentidos de su amiga la detectaran. Su amiga. Eso dolió.

—Pu-pues por que... eh... bueno, no sé. Tú me...

Se cortó en medio de su tartamudeo, y miró a otro lado, como intentando pensar qué contestar. Malia, por otro lado, empezó a desilucionarse de que Lucy no sintiera lo mismo.

Abrió la boca para hablar, tal vez para pedir perdón, tal vez para decir algo sobre la ecuación. Pero antes de hablar, la volvió a cerrar. Miró insistente a la menor.

Y de repente, para sorpresa de ambas, la interrogada arrojó todo por la borda y, en vez de explicar con palabras, se lanzó a los labios ajenos para dar una respuesta a la curiosidad de Malia, temiendo a qué la mujer coyote ni siquiera sintiera atracción por personas de su mismo género.

No entendió que pasaba hasta que la suave sensación chocó con sus labios. Ella la había besado ¡besado! Sin pensarlo le correspondió, porque estaba queriendo eso desde hace mucho, y sospechó que la otra también lo hacía.

Estaban tan sumergidas en lo suyo que, cuando alguien carraspeó en la entrada del cuarto, saltaron asustadas.

Stiles las veía burlesco, mientras que el Sheriff tenía la boca abierta mientras sostenía una taza en su mano, atónito.

—¿Tenían que besarse en mi cuarto?—se burló.

ONE SHOTS (TEEN WOLF)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora