Capítulo 7

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Simulé un choque accidental con ella, ofreciendo rápidamente mis disculpas mientras deslizaba mi mano derecha sobre su antebrazo, implantando sigilosamente una diminuta esfera bajo su piel. Mi acción fue ejecutada con tal rapidez y discreción que ni siquiera notó una sensación fuera de lo común. "Perdona, no te había visto", le dije con una sonrisa conciliadora, situándome estratégicamente frente a la clínica para disimular mi rostro.

"No te preocupes, voy con un poco de prisa", me replicó con cortesía antes de subirse a su coche y despedirse con una sonrisa.

Le devolví el saludo con un gesto y continué mi camino como si nada hubiera pasado, consciente de que el rastreador ya estaba en su lugar. Al doblar la esquina, hice una pausa para informar a Barbara: "Todo listo, ahora podemos mantenernos al margen mientras la seguimos."

"¿Cómo has hecho eso?", preguntó asombrada.

"Resulta que soy una de las pocas almas con ciertos dones, por decirlo de alguna manera", dije ya más distendida al evocar habilidades de mi pasado en el planeta de fuego.

"Intrigante, ¿qué tipo de don?", inquirió, visualizando mentalmente mis experiencias anteriores.

"Soy una rastreadora. En mi mundo anterior, mi misión era buscar almas que se habían extraviado o estaban atrapadas."

"Veo que es algo que mantienes en reserva, ¿verdad?"

"Pues sí. Si nuestra rival descubriese que soy una alma élite del planeta de Fuego, y que puedo localizar a Wanderer sin esforzarme demasiado, estaríamos en problemas."

Barbara mostró entendimiento y, antes de que pudiésemos discutir más, el sonido lejano del coche nos recordó la importancia de nuestra misión.

Regresamos a la moto, desde donde preparé mi seguimiento. Tras veinte minutos, arranqué hacia el norte, en dirección al desierto. Fuera de los límites urbanos, la noche ofrecía solo una compañía de silencio y obscuridad absoluta. Tras avanzar durante un breve tramo, Barbara se impacientó: "¿Ves? La perdimos por esperar. No debimos demorarnos tanto."

"Calma, pronto entenderás cómo actúa el rastreador", le aseguré y, apartando la moto a un lado del camino, cerré mis ojos y me concentré.

Sintiendo un leve zumbido en mi palma, la abrí para liberar un enjambre de hilos luminosos que se retorcían anárquicamente antes de alinearse en una única madeja brillante que pendía sobre nosotros.

"Es... impresionante", logró decir Barbara, maravillada ante el fenómeno.

"Es parte del encanto", respondí con una sonrisa orgullosa, arrancando la motocicleta para seguir el luminoso indicador a través de las arenas del desierto.

Finalmente, tras un largo trayecto, llegamos ante una cueva. Detuve la moto y avancé con cuidado, descubriendo el auto oculto, pero sin rastro de Wanderer. Frustrada, pateé la rueda del coche.

"¿Frustrada?", bromeó Barbara ante mi visible disgusto.

"Furiosa, para ser exacta", confesé saliendo de la gruta. Entonces, Barbara señaló huellas de neumáticos que se alejaban, sugiriendo un cambio de vehículo.

"Tienes razón, y el rastreador apunta al este, pero..."

"Pero nada, no podemos dejarla escapar. ¡Vamos, a la moto!", exclamó, impaciente por continuar la persecución.

La realidad, sin embargo, era desalentadora: no nos quedaba combustible y desconocíamos la distancia a cubrir. "Detengámonos. Registremos este lugar y regresemos mañana con un vehículo adecuado", propuse.

"Perderíamos su rastro si la dejamos ahora", replicó con ansiedad, presentando una estrategia audaz que crujió en mi mente con la promesa de riesgos y posibilidades.

Un Alma Especial (basado en The Host)Where stories live. Discover now