Pistas

3.7K 343 7
                                    

¿Cuánto había dormido? Quizás una o dos horas no más, su mente había estado trabajando toda la noche intentando que su corazón no se disparase y no aumentase su temperatura corporal drásticamente ante la cercanía de una mujer tan bella como Clarke, que sin enterarse de su debate interno, dormía apaciblemente apoyada en su pecho.

Tenía que repetirse mentalmente que estaba en pleno caso, que estaba infiltrada, que no debía cagarla. Abofetearse en su mente cada vez que un pensamiento sobre Clarke que no fuese liberarla de su horrible destino acudía a ella. ¿Qué demonios le estaba pasando? Debía ser fría, no perder el control, mientras tuviese la sartén por el mango todo saldría bien. Necesitaba ganarse la confianza de la rubia, conseguir la valiosa información que la llevaría a solucionar ese caso, cuanto antes mejor pues no sabía cuánto aguantaría junto a la joven sin perder la cabeza o peor, sin poder seguir ocultando su identidad. Un paso en falso y todo se habría acabado pues se jugaba la vida y su carrera en esa misión, en esa locura que se había impuesto por actuar sin pensar en las consecuencias. Si Costia estuviese con ella no le habría permitido meterse en semejante berenjenal pero ella ya no estaba para guiarle y eso le estaba pasando factura.

Se levantó intentando no despertar a Clarke, pues necesitaba estar sola y poner en orden sus ideas, con esa intención se marchó a la cocina y se puso a preparar el desayuno con lo que tenía en casa. Cocinar siempre le había ayudado a despejar la mente y concentrarse mejor en sus proyectos, en su trabajo e incluso en sí misma cuando se hundía en la desesperación.

Perdida estaba entre sartenes, cazos y sus propios pensamientos, cuando la dulce voz de Clarke la sobresaltó.

-Buenos días...

Una melena rubia completamente alborotada, ojos somnolientos mirándola con una mezcla de bochorno y ternura, una sonrisa a medias, Clarke estaba en la puerta sin atreverse a entrar y sin saber cómo entablar conversación con esa extraña mujer con la que había compartido una velada atípica en su vida.

Lexa no respondió, su mente se había congelado en la última idea que cruzó sus neuronas. ¿Cómo es posible que incluso recién levantada esté hermosa? La rubia se sintió observada y se puso nerviosa, miró a su alrededor para ver cómo podía romper el ambiente cargado que se había formado en la cocina, cuando reparó en que Lexa había hecho desayuno para un regimiento, lo que la llevó a preguntarse cuánto hacía que la morena estaba en pie.

-Veo que tienes hambre, ¿Siempre desayunas tanto?

-El desayuno es la comida más importante del día y no sabía qué te gustaba así que hice de todo, ¿Café?

-Me gusta más el chocolate, ¿Tienes chocolate?

-Claro, ahora te lo preparo

Mientras la castaña hurgaba en sus armarios buscando lo que Clarke le había pedido, esta recorrió la estancia con la mirada de forma curiosa, ya que Lexa había montado un auténtico bufet libre, huevos, tostadas, bacón, y muchas otras cosas que no lograba descifrar qué eran. Sonrió sin poder evitarlo, Lexa era extraña pero era divertida y no parecía tener maldad ninguna. Eso la desconcertaba pues no entendía como alguien así se asocia con Finn para hacer daño a mujeres como ella, estaba fuera de su comprensión.

Se sentaron a desayunar mientras Lexa hacía gala de su gran elocuencia, es decir, ni miraba a la rubia ni le dirigía la palabra y eso la incomodaba en exceso. Para romper ese turbio silencio que se había instalado entre ambas, Clarke miró por la estancia buscando algún tema de conversación que no molestase a la castaña, hasta que finalmente vio una cámara fotográfica, completamente nueva, aún dentro de su caja.

-¿Te gusta la fotografía?

-¿Perdón?

-Que si te gusta la fotografía, he visto tu cámara, es nueva.

Caso abiertoWhere stories live. Discover now