Viernes

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Antes de que pudiese tan siquiera asimilar el lío en el que se había metido por intentar hacer las cosas sin ayuda y a su manera, llegó el viernes y con él el pánico se apoderó de Lexa.

No sabía en qué momento de locura transitoria se le había ocurrido semejante plan, pasar los viernes con Clarke, intentando no desvelar su identidad puesto que un paso en falso lo mandaría todo por el retrete, pasar todos los viernes con una niña a la que se suponía que debía salvar y sin tener ni idea de qué hacer con ella. No tenía ningún interés sexual en la joven, solo pidió su presencia en su casa para evitar sospechas sobre ella, para encajar en el mundo donde se había infiltrado mas eso no quería decir que no estuviera aterrada. Acostumbrada a la eterna soledad y a la compañía de su minibar no sabía cómo entretener a la rubia toda la noche sin que esta le saltara encima como ya había hecho en una ocasión.

Completamente perdida y aturdida, se paseaba por los pasillos de un pequeño supermercado sin saber realmente qué había ido a buscar, metiendo en la cesta productos que ni miraba, llenándola de golosinas que ella jamás tomaría, suponiendo que serían del agrado de Clarke.

De pronto tuvo una iluminación, a ella de joven le gustaba pasar la noche de los viernes mirando películas, quizás había dado con la solución. Con una sonrisa satisfecha en su rostro pagó el importe de su compra sin sentido y se marchó a su casa. Aun le quedaban unas horas para que Clarke llegara a su apartamento, tenía tiempo para preparar algo de cena y alquilar algunas películas, quizás de terror, esas son las que más gustan entre los jóvenes.

Con todo preparado, la cena lista en la mesa y el salón dispuesto para una sesión de cine con palomitas completamente inocente, Lexa se puso cómoda y se sentó a esperar pues la joven rubia no tardaría en llamar a su puerta.

Para Clarke ese día había sido raro, lleno de sentimientos mezclados. Por un lado se sentía agradecida por no tener que atender a más clientes que Lexa, era un descanso para ella y, si todo salía bien, vería a su hijo semanalmente lo que era un auténtico lujo y le llenaba de pura felicidad. Por otro estaba completamente desconcertada pues la castaña había dejado claro que no quería acostarse con ella, parecía odiar su mundo y eso era lo más extraño de todo, ¿Por qué una mujer que odiaba su mundo iba a asociarse con su jefe? No tenía ningún sentido, a no ser que se hubiese equivocado y Lexa realmente no fuese lo que aparentaba ser, y si era peor que los hombres, y si le hacía daño... No sabía nada de esa mujer y eso la tenía aterrorizada. A parte de todos esos temores, una angustia enorme se apoderaba de ella cada vez que pensaba en acostarse con una mujer, lo había hecho antes, siempre que se lo había impuesto su trabajo, pero nunca sabía cómo reaccionar con ellas, eran tan distintas y, en cierto modo, mucho más exigentes que los hombres. Pasar todos los viernes con la castaña era una experiencia que le daba bastante miedo.

Perdida en sus cavilaciones y sentimientos confusos y aterradores la encontró Finn, que la apremió a prepararse pues no iba a tardar el taxi que mandaría Lexa a buscarla.

-Te quiero impecable, Rubita, no quiero ni un solo error, me juego mucho dinero en este negocio.

-Tranquilo, seré la mejor, como siempre, ella estará completamente satisfecha y seguirá haciendo negocios contigo

-Más te vale que así sea, si quieres ver a tu hijo. Si me haces perder esta oportunidad, me vas a tener que devolver todo el dinero que habré perdido y créeme que no te va a gustar como.

Un escalofrío recorrió su espalda, si Lexa le daba miedo no era nada comprado al terror que le provocaba Finn con sus amenazas porque sabía que implicaban a su pequeño y eso era algo que ella no podía consentir, haría cualquier cosa por el bienestar de Jake.

Se vistió lo más provocadora que pudo, estaba hermosa, el vestido demasiado corto no dejaba lugar a la imaginación, de color azul intenso que hacían juego con sus ojos, zapatos de tacón que estilizaban aún más su figura y una fina capa de maquillaje para embellecer sus rasgos. Una vez lista esperó a que llegara el vehículo que mandaría Lexa, con el nerviosismo reflejado en su mirada, nerviosismo mezclado con una inmensa curiosidad ¿Qué querría hacer la castaña con ella?

Caso abiertoWhere stories live. Discover now