24. Tessa

116 13 0
                                    

Nos ofrecen la habitación de invitados, ahora me encontraba acostada en la cama doble, evitaba quedarme dormida durante el trayecto que Ross se presentaba con Raynah, ella dormiría en la cama continua.

-He traído al pequeño demonio – todavía seguía dormida, no había duda que estaba agotada, este día está siendo más largo de lo que pensamos, casi dando la sensación que tiene más de veinticuatro horas.

Raynah no se mueve cuando Ross la deja en la cama, se escucha un pequeño ronquido por su parte, quería congelar este instante si eso significaba la seguridad de ella.

La cama se hunde al acostarse él, me rodea con sus brazos, preferimos no hablar, dejar que nuestros cuerpos se dejen invadir por el calor del otro, siento los parpados pesados, caeré en un sueño pronto. No pensé estar tan exhausta hasta ahora, tengo mis dedos entrelazados con Ross, dándome seguridad que no se irá, tengo miedo de quedarme sola en medio de esta guerra.

Siento mis parpados pesados, los cierro y me dejo llevar por el sueño.

Al despertar me doy cuenta que estoy soñando, y lo sé porque no tengo miedo, camino con tranquilidad entre las calles sin temer que alguien aparezca e intente eliminarme de las peores maneras posibles, al principio pienso que es algo al azar, pero comienzo a prestar atención y es un día vivido con anterioridad.

Camino en los pasillos de la universidad, no había señal de los alumnos, las clases estaban en marcha y había un silencio rotundo, veo puerta por puerta tratando de recordar a la que tenía que dirigirme, la mayoría de las aulas eran similares provocando que tengo menos idea, la única forma de saber a donde tenía que ir era reconocer a quien buscaba.

Estoy por renunciar y tan solo quedarme afuera esperando, hasta que la última sala es donde él se encuentra, su cabello fue la cruz roja de este mapa sin conclusión, por suerte la puerta estaba abierta evitando ser anunciada por el ruido de la misma al entrar, procure avanzar mientras todos copiaban con apuro lo que escribía el profesor, hay un pupitre vació, ahora es mío.

Finjo escribir para no dar sospechas, aunque nadie me prestaba atención quería asegurarme.

Estudió a Ross, quien no deja de contestar cada pregunta que el profesor les presenta a ellos, su seguridad era atractiva, esa manera que sonreía de costado al acertar. O cuando antes de dar la respuesta reflexionaba frunciendo el ceño y tocando su cabello, queriendo pronto tener la respuesta esperada por el profesor.

Él no quería opacar, solo sentirse bien consigo mismo, sabiendo que todo el esfuerzo que hacía día a día era valorado, aunque sea con unas simples palabras por el profesor.

Si una persona me viera, diría que luzco como una adolescente con su primer amor, baboseando por cada gesto simple que hace la otra persona, el problema que cuando uno está seguro que el sentimiento es genuino no se puede controlar, quieres buscar cada minúsculo detalle que se considere una virtud o también sus defectos para quererlo tal como es.

Si te sientes como si estuvieras conociendo el amor por primera vez quiere decir que es el verdadero y tomo un tiempo encontrarlo, se recomienda no perderlo porque una vez que lo haces nada podrá regresarlo.

Golpean el pupitre tres veces, regreso en sí, al frente mío están Ethan y Ross.

-Parece que tenemos un nueva compañera – comenta Ethan mirándonos.- ¿Qué te pareció la clases?

-Interesante – le sigo el juego.

-Capaz luego podrías prestarnos tus apuntes, estoy seguro que se entenderán mucho mejor que los míos – abre su cuaderno y solo veo garabatos, su letra no era para nada clara.

Depuración |Ross Lynch|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora