—¿Qué haces?

—Buscaba esto —le enseñó una gorra de lana negra—. Lo arrojaste hacia mí cuando buscabas un arma y lo vi recién, mientras veníamos en camino.

El joven de cabello rosa pastel se colocó la gorra y esta tapó su pelo en su mayoría, con el fin de no llamar tanto la atención. Le hizo señas a Jungkook e inmediatamente los dos avanzaron hacia la entrada de la estación, donde Jimin lo tomó de la mano como si fuera un niño pequeño que podía perderse. Por lo bajo le susurró que actuara normal, como si nada sucediera, que fueran con un poco de prisa, pero que no se notara que escapaban de algo, porque el tren siempre llegaba a la hora que el indicador decía, así que sería raro ver a dos personas correr. Ingresaron al lugar y se posicionaron detrás de una anciana que hacía la fila para sacar boleto, esperando impacientes por su turno.

—Jimin, ven conmigo... —soltó Jungkook en cuanto fue el turno de la señora.

—¿Qué? —Se extrañó, observándolo—. Ya te dije que no puedo dejar a Suga.

—Mataste a R.M. —murmuró—. No puedes quedarte.

—No puedo dejarlo —insistió—. Ya no sé qué haría sin él.

—Jimin... —tragó en seco, sintiéndose una mierda—. Él es...

No pudo decir nada más debido a que ahora era su turno de sacar el pasaje, cosa que intranquilizó a Jungkook. ¿Acaso estaba a punto de decirle la verdad acerca de Suga? ¿En ese momento? Pero era algo que tenía que saber, no importaba cómo ni cuándo, mucho menos dónde. Tragó en seco al ver cómo Jimin le pedía un pasaje a Seúl para el tren más próximo a llegar. La señora que le atendía se veía amable y le sonreía, no parecía sospechar de nada, por lo que ambos estaban más tranquilos. Eran las seis y cuarenta de la mañana, pareció suerte o cosa del destino que el tren estuviera por llegar en solo cinco minutos. Jimin suspiró aliviado sabiendo que no iban a encontrarlos después de todo y que, si lo hacían, Jungkook ya no estaría con él. Tomó a su amigo nuevamente de la mano y se dirigió con él hacia los asientos para esperar ansioso la llegada del tren.

La calma cayó como un balde de agua helada sobre sus cuerpos en cuanto se sentaron. Empezaron a sentir todo lo que no habían podido antes. Los recuerdos llegaron como destellos repentinos y la angustia se posó en sus pechos cuando se dispusieron a mirarse frente a frente, tomados de las manos sin saber muy bien qué decir o hacer. Sus vidas habían estado entrelazadas por tanto tiempo que era incluso cruel separarse de esa manera tan brusca y repentina. Jimin rio con ternura al ver que los ojos de Jungkook se llenaban de lágrimas e hizo mimos en las manos ajenas para intentar calmarlo, sintiendo su vista nublarse también..., porque él tampoco podía aguantar el llanto. En un segundo, ambos estaban abrazados y se aferraban el uno al otro con mucha fuerza, sollozando sin llamar tanto la atención.

—Te voy a extrañar... —dijo Jimin, soltando un suspiro lleno de pesar.

—Se supone que yo debía decirte eso, tonto —sorbió su nariz, escondiendo su cabeza en la curvatura del cuello ajeno—. Te quiero demasiado, ¿sabes?

—Yo más... —dijo, sonriendo sin que él lo pudiera ver.

—Ven conmigo, por favor... —rogó—. No quiero perderte, Jimin. Todavía hay asientos disponibles.

El joven de cabello rosa pastel sonrió con ternura y se separó del abrazo para acunar el rostro ajeno entre sus manos, limpiando sus lágrimas con los pulgares y acercándose para posar los labios sobre su frente donde depositó un casto beso inundado de cariño. No necesitaba decirle nada más, con aquello ya estaba todo más que claro.

—Tu madre debe tener los pasajes a Australia, ¿sabes? —Sonrió—. Solo envíame un mensaje cuando llegues allí. Quiero saber que estás bien.

—Jimin, yo...

Pinky Hair Boy - YoonMin [+18] EN FÍSICO DISPONIBLEWhere stories live. Discover now