No puedo confiar en ti

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Capítulo I.
{Parte II}
20 de Septiembre, New York City.

La respiración difícilmente salía de sus pulmones, estaba jadeando. Se había exigido demasiado y su cuerpo estaba exhausto. No había dormido nada aquella noche, y ahora estaba pagando las consecuencias. Esta vez había salido una hora más temprano que lo habitual. Usualmente el ejercicio la dejaba tan agotada que lograba conciliar unas pequeñas pero necesarias horas de sueño antes de ir a trabajar. Kevin decía que ella corría para mantener la cabeza ocupada y no pensar en otras cosas desagradables.

Y bueno… él estaba en lo cierto.

Kevin era el mejor amigo de Miley desde que eran unos niños, él la vio crecer, llorar, enamorarse y perder… perder tantas cosas que nunca jamás serian remplazadas.
Miley decidió parar y caminar hacía su coche para regresar a su apartamento, Nueva York tenía tráfico a toda hora así que era mejor regresar temprano para hacer su rutina diurna tranquilamente.

~°~

-¡Mier.da!-gritó Miley mientras salía de la suite-.

Era ridículo que el tiempo se hubiera pasado tan rápido, por fin había podido dormir, dormir de verdad, pero cuando había despertado a causa de un sueño peculiar se había dado cuenta que era extremadamente tarde.

-¡Las llaves! ¡¿Dónde están las malditas llaves?! –Gruñó, ya no podía detenerse y regresar, tendría que tomar un carro de sitio.- ¡Taxi! ¡Taxi!

El auto paró y Miley le indicó la dirección de la torre; debía calmarse un poco, por fin había podido descansar y tenía peor humor que en toda la semana, eso no estaba bien. Pero es que ese sueño que había tenido… la había puesto nerviosa, es como si hubiera sentido todo tan… real.

El viento soplaba fuertemente moviendo las hojas de los árboles bruscamente, hacía un frío que te helaba hasta los huesos y te quebraba los labios, ella se sentía pequeña y desprotegida como si estuviera en un peligro muy grande, solo llevaba un vestido blanco y un suéter liguero… se estaba muriendo de frío. En frente de ella: Un lago inmenso y limpio y junto a él una cabaña con chimenea de la cual salía humo; ahí podría refugiarse del clima y de lo que fuera que la estaba vigilando… ella sabía que alguien lo hacía, podía sentir la mirada expectante en su nuca...

Caminó siguiendo la orilla del lago, mojando sus pies con el agua fresca; se sentía como Caperucita Roja, con la excepción de que ella sabía ya que por ahí había un lobo dispuesto a cazarla.

Cuando llegó a la cabaña ya no sentía las piernas y estaba casi segura que su piel morena se estaba palideciendo y agrietando ¿Acaso esas eran grietas de verdad? ¿Cómo su piel podría agrietarse? Sentía que tenía papel delgado en lugar de piel, esperaba con todo su corazón encontrar un refugio caliente adentro. La puerta hizo un chirrido al abrirla y Miley lo sintió en su espalda, apareció de la nada tal y como el calor que la embargó de repente, ese calor provenía de él.

Quiso correr… no pudo.
Quiso gritar… estaba muda.
Intentó voltear y enfrentarlo… pero estaba estática.

Una manó tomo su cadera y la acarició enviando rayos de electricidad por toda su columna, el frió que alguna vez sintió ya estaba olvidado, ahora necesitaba quitarse ese suéter, hacía demasiado calor… parecía que estaban en un horno.

No podía hablar, pero aún podía pensar… era una idea tonta, lo sabía, pero era lo único que quedaba, entonces pensó fuerte deseando que aquel extraño que irradiaba tanto calor como el sol la escuchara: << ¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí?>>

Silencio.

Entonces se dio por vencida, no había funcionado. Ahora de seguro él la mataría y no podría pedir ayuda porque no podía hablar.

Pero entonces él contestó.

-No quiero nada de ti Miley -¿Cómo sabía su nombre? ¿Por qué el sí podía hablar? ¿Quién era él? –Tú eres la que me necesitas. Tú.

¿Yo?

<<No te necesito>> pensó con fuerza <<No te conozco, ¿Por qué sabes mi nombre?>>

-¿Estas cansada Miley? ¿Estás cansada de todo lo que ha pasado en tu vida últimamente? –Ella sentía el aliento de él en su cuello, era cálido – Yo sé que lo estas, hermosa. Yo te voy a ayudar. Yo también necesito que alguien me salve.

La había llamado hermosa.

<< ¿Salvarte de qué? ¿Por qué no contestas mis preguntas?>>

-El amor existe Miley, recuérdalo siempre y cuando me veas… recuérdamelo a mí.

<< ¿Cómo te reconoceré, si no he visto tu rostro?>>

-Tu corazón te dirá que soy yo.

<<No puedo confiar en ti>>

Entonces él rió. Tenía una risa preciosa.

-No te estoy pidiendo que lo hagas.

Fue cuando despertó con la risa de él resonando en la mente.

-Señorita ya llegamos –Miley despertó de nuevo, estaban frente al edificio donde trabajaba. Había estado muy concentrada re-creando su sueño, su piel se había puesto como de gallina al recordar la mano en su cintura y el aliento en su nuca.

¿Qué habrá significado ese sueño?
¿Y por qué aún no podía sacarse esa risa melodiosa de la cabeza? 

El farsante (Miley Cyrus & Justin Bieber) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora