Capítulo 18: Un gran apoyo

1 1 0
                                    

Cuando salí del portal, vi como Mario venía corriendo hacia mi.

-Buenos días, perdona el retraso, me he quedado dormido...

¿Cómo estás?

Me eché a llorar, de nuevo.

Pobre, se está tragando todas mis penas, no quiero hacerlo pasar por esto. -pienso

-Ei, Miranda... No te vengas abajo, por favor, odio verte llorar.

-La echó de menos, ella era lo más grande que tenía, ni siquiera pude decirle adiós.

-No es culpa tuya. Tienes mi apoyo, habla conmigo cuando necesites hablar, cuando quieras, como si te apetece llamarme a las cuatro de la madrugada, te voy a escuchar, te voy a ayudar. Si necesitas fuerzas, abrazame fuerte, yo te voy a consolar, yo voy a estar contigo.

Aquellas palabras me han hecho sentir bien, no sé si reír o llorar, estoy atrapada entre dos muros.

-Mario yo... creo que es mejor que esté sola un tiempo.

-Eso es exactamente lo que no necesitas. En realidad tú no quieres estar sola.

-Te estás tragando todas mis lágrimas, no quiero que pases por algo así, no quiero que te afecte a ti.

-A mi lo que me afecta es que te afecte a ti. Necesitas apoyo, alguien a quién contarle tus sentimientos.

Dices que quieres estar sola, para que yo no me preocupe; pero en realidad lo que me preocupa es como estás. Sé que estás sufriendo pero ahora me necesitas más que nunca y lo sabes. En estos momentos son en los que necesitas amigos de verdad.

-Pero... no quiero que pases por algo por lo que no debes pasar.

-Solo estoy ayudando a una amiga.

Miranda, confía en mi. No estás sola.

Llegamos al instituto, todavía quedaban cinco minutos para entrar. -Ahora prométeme que vas a hacer un esfuerzo por ir superándolo poco a poco. -seguía Mario esbozando una media sonrisa.

-Lo prometo. Pero nunca voy a conseguir olvidarla.

-No tienes que olvidarla, es tu hermana. Solo tienes que acostumbrarte, necesitas tiempo para asimilarlo todo bien; y para ayudarte a asimilarlo me tienes aquí.

-Gracias, Mario.

-Para esto están los amigos. Al revés, gracias a ti por dejarme ayudarte.

-Bueno, ¿tú que tal estás? -creo que ya es hora de hablar de él y dejar mi tristeza un poco de lado. Mario tiene razón, necesito tiempo.

-Bien, como siempre. Esta mañana les he hablado a mis padres de ti.

-¿Y que les has dicho?

-Que eras muy buena chica, que si podías venir a casa a cenar.

-¿Han aceptado?

-Por supuesto, pero quieren que vengan también tus padres. Les puedo decir que solo vas a venir tú, ¿que prefieres?

-Me da igual.

-A mi también me da igual.

-Creo que solo tendría que ir yo, sino causaremos muchas molestias. De todos modos, gracias por la invitación.

-No causaís ninguna molestia.

-Es que prefiero ir solo yo, de verdad. -En ese caso, de acuerdo, que pongan mesa solo para cuatro.

-Genial. ¿cuándo?

-¿Mañana por la noche, bien?

-Perfecto, se lo comento a mis padres pero me dejarán seguro.

-Mis padres te harán muchas preguntas, no te asustes, son así.

-Sí, sí, ningún problema. Estaré encantada de responderlas.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 26, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Lo verdadero siempre perduraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora