Diario de Frederick - Año X

12 1 8
                                    

Como a los nueve años no pasó nada relevante, además de no poder festejar nuestros cumpleaños ya que la eterna oscuridad nos hacía perder la noción del tiempo, un nuevo año había llegado... de alguna forma.  

Tenía el barrilete terminado pero debido a la abundancia de los cuervos temía que me lo rompieran. Así que no pude sacarlo a remontar aunque, extrañamente, si pude hacerlo en los sueños. El barrilete era rojo y no tenía forma de rombo, sino de un ave. Ingenioso, corría por las calles de Stonebriar tomando otras rutas (desconocidas para mí). Sentía el viento sobre mi cara hasta que una voz desconocida interrumpió mi trance de ocio. Un adulto, un soldado exactamente, me estaba hablando en un idioma que desconocía. Sin embargo, en mi subconsciente, podía comprenderlo.

-Hey, boy. (Oye, niño)

-Me? (¿Yo?)

-The kite! Is yours? (¡El barrilete! ¿Es tuyo?)

-Yeah! (¡Si!)

En ese momento, se quedó mirando semejante obra de arte. Luego, su mirada se dirigió a mí.

-Have friends? (¿Tienes amigos?)

-No.

Su pregunta me había dejado perplejo porque no sabía hacia dónde terminaría la conversación.

-No problem boy... Soon. I know... (No hay problema niño... Pronto. Lo sé...)

-I hope... Thanks sir. (Eso espero... Gracias señor.)

Lo saludé poniendo una mano firme sobre la sien en símbolo de respeto. El soldado había hecho lo mismo y se fue caminando firme. Mas tarde, cuando intenté remontar mi barrilete, no estaba sintiendo el viento pero vi una silueta de aproximadamente mi estatura. No pude ver bien porque estaba lejos. ¿Me estaba observando? Cuando intenté acercarme, el sueño había llegado a su fin.

Los días habían pasado y ciertas palabras me quedaron de ese extraño sueño: ... KITE... BOY... A diferencia de otras veces, este sueño no se lo conté a mis padres ya que quería revelarlo por mi cuenta, además de no alterar a mi mamá que había hecho un barrilete. Barrilete... exterior... soldados... cuervos. Todo se relacionaba en la mente de ella (eso suponía). Sin embargo, el día de vencer mis temores llegaría aunque me encontrase solo en la ciudad. Me refiero, a no poder encontrar a algún niño de mi edad con quien jugar. Y si me encontraba con alguien, sabía que tenía un apodo para encubrir mi identidad.


Atentamente, a quién corresponda.  

KITE: Atrévete a VolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora